Aclamado en los últimos años por el mundo corporativo, el diseño inclusivo invadió rápidamente las salas de reuniones, las presentaciones power-point y los discursos de marketing. Hoy, cada vez más diseñadores reivindican esta metodología, pero, ¿qué significa diseño inclusivo? ¿Qué implica y cómo se implementa en las organizaciones? Os lo contamos.
Apple celebra el Día Mundial del Emoji añadiendo 70 diseños nuevos
¿Qué tienen en común una bicicleta y una silla de ruedas?
El origen de ambos objetos se remonta al año 1655. «Cuando Stephan Farfler, un relojero parapléjico, inventó la silla de ruedas, no solamente alumbró el primer vehículo autopropulsable de la historia, sino que también diseñó el ancestro de la bicicleta», cuenta Liz Jackson, fundadora de The Disabled List, un anuario de creativos en situaciones de discapacidad dedicados a acompañar a las marcas en la tarea de fomentar estrategias de diseño inclusivo. Sin embargo, las dos invenciones no suscitaron el mismo interés en la industria, y mientras que hoy en día, un ciclista tiene acceso a una gran variedad de diseños, colores y accesorios para su bicicleta, la silla de ruedas no ha conocido evoluciones notables desde los años 30.
Una constatación a la que las hermanas Izzy y Ailbhe Keane se enfrentaron desde su infancia, cuando Izzy, que padecía de Espina Bifida, buscaba personalizar su silla de ruedas. «Era lo primero que la gente veía», comenta Ailbhe al medio inglés It’s Nice That. Y agrega, «mi hermana tenía una relación muy positiva con su silla de ruedas y lo quería expresar».
Al obtener su licenciatura de diseño gráfico en el National College of Art and Design de Dublín, Ailbhe lanzó junto con su hermana una empresa de sillas de ruedas personalizadas, Izzy Wheels. El dúo colaboró con artistas internacionalmente reconocidos como Okuda, Camille Walala, Supermundane, Zebu o Will Bryant para transformar las sillas con diseños exclusivos. Gracias a Izzy Wheels, las hermanas Keane pretenden romper los estigmas asociados con la discapacidad y empoderar a sus usuarios.
«El diseño es más propenso a ser fuente de exclusión que de inclusión», asegura Kat Holmes.
Incluir y valorar a las poblaciones que permanecen excluidas de las decisiones estratégicas empresariales es la piedra angular del diseño inclusivo. «El diseño es más propenso a ser fuente de exclusión que de inclusión», asegura Kat Holmes, ex-directora de Diseño Inclusivo en Microsoft, recientemente contratada por Google y autora del libro Mismatch: How Inclusion Shapes Design.
Para definir el diseño inclusivo y entender sus implicaciones en nuestra sociedad, Kat Holmes analiza la tendencia del diseño a excluir la población según una variedad de criterios como la edad, el género, la identidad sexual, el estatus económico, la nacionalidad o el idioma. Kat Holmes explica a Eye on Design, «cuando diseñamos para otras personas, nuestros propios sesgos y preferencias nos enmarcan el camino». Y agrega, «nuestra solución, tiende a funcionar para las personas quienes presentan las mismas circunstancias y preferencias que nosotros. También acaba excluyendo a muchas otras personas».
Con el fin de poner en evidencia las graves consecuencias de los sesgos en el campo del diseño, Josh Lovejoy –diseñador UX e integrante del grupo de investigación en Inteligencia artificial de Google–, toma el ejemplo de los test de choque para vehículos en Estados Unidos. «Hasta 2011, las pruebas de colisión delantera con un maniquí de cuerpo entero tipo femenino no eran obligatorios. Las mujeres tenían, por ello, un 47% más de probabilidades de riesgo de ser severamente lesionadas en un accidente de coche».
Así, en vez de basarse en una concepción normalizada e homogeneizada de la población, las empresas tendrían que considerar las singularidades de sus usuarios si quieren luchar contra la exclusión y las disparidades consecuentes. Una estrategia que la marca Apple integra desde 2015 en su política de creación y desarrollo de emojis, que incluyen cada vez más opciones, como género, colores de piel, tipos de cabello u orientaciones sexuales. Este año, la empresa colaboró con the American Council of the Blind, the Cerebral Palsy Foundation y the National Association of the Deaf para crear 13 nuevos emojis representando personas con discapacidades, una manera de involucrar cada vez más los usuarios con sus productos.
«Incluir no es diseñar para, sino diseñar con», Liz Jackson.
Frente a las oportunidades de negocio que representa, el mundo corporativo ha despertado su interés por el diseño inclusivo. Ante este entusiasmo Kat Holmes advierte: «El diseño inclusivo consiste en incluir en las estrategias de diseño las comunidades excluidas, no en convertir las personas con discapacidad en objetivo marketing». Y agrega: «Diseñar algo para la población femenina no lo hace inclusivo. La pregunta es, ¿has involucrado a alguien en tu estrategia de diseño que ya estuviera previamente excluido de la conversación?».
Implementar este nuevo paradigma en las decisiones de diseño implica crear nuevas metodologías y herramientas, así como integrar la inclusividad en los equipos.
Actualizado 11/10/2018