Dicen de ella que es una «niña prodigio», y resulta bastante sencillo saber por qué. Jessica Walsh, con tan solo treinta y un años, es socia de uno de los estudios de diseño más reconocidos a nivel internacional: Sagmeister & Walsh. El peculiar estilo de la diseñadora, sin duda, llama la atención. Provocativo, colorista, emocional e, incluso, surrealista, ha aparecido en publicaciones como The New York Times y ha representado a marcas como Levi’s o Adobe. Todo, incluso su característico trabajo, tiene un principio. Retrocedamos a él para aprender de la experiencia de esta diseñadora.
Tras estudiar Diseño Gráfico en la prestigiosa RISD (Escuela de Diseño de Rhode Island), Jessica Walsh se encontró, como muchos otros estudiantes recién salidos de la universidad, con diferentes caminos. En particular, se enfrentó a dos posibilidades: una, una oferta de trabajo como diseñadora gráfica en Apple; otra, un puesto como becaria de la famosa Paula Scher en Pentagram. Un sueldo estable y la seguridad de un contrato hubiera llamado a más de uno la atención, pero no convenció a Jessica Walsh. Ella, en su lugar, escogió las prácticas.
La diseñadora explicaba el por qué en una reciente entrevista en la plataforma AIGA Eye on Design, propiedad de la popular asociación de diseño norteamericana. «Sabía en lo más profundo de mi corazón que quería trabajar en branding. Mi objetivo siempre había sido abrir mi propio estudio de diseño, así que quería trabajar en un estudio que respetara para aprender todo lo posible antes de dar ese paso», reconoce al hablar de su predilección por pertenecer a Pentagram, aunque fuera como becaria.
Los meses se sucedieron en la agencia, y durante el tiempo que Jessica Walsh colaboró con Paula Scher, sus trabajos se desarrollaron a través de proyectos freelance para la célebre diseñadora gráfica. Su talento y perseverancia hicieron mella en la creadora de la imagen del Public Theater que, al enterarse de que la directora de Print magazine (Kristina DiMatteo) buscaba a un director de arte asociado, no dudó en señalarla a ella.
«Paula me recomendó. Estaba dudando en coger ese trabajo, porque me encantaba trabajar en Pentagram, y me habían dicho que si buscan a alguien, les gustaría contratarme, pero no había surgido la oportunidad por el momento. Recuerdo haberme sentido muy decepcionada en ese momento. Quería de verdad un puesto a jornada completa en Pentagram».
Al final, aceptar el puesto en Print fue lo mejor que le podía pasar a la diseñadora y se convirtió en clave para desarrollar su estilo personal.
Corría el año 2008 cuando la diseñadora se incorporó al magazine. La economía no atravesaba su mejor momento y, fruto de ello, el presupuesto para cualquier proyecto era bastante escaso. «Apenas había dinero para contratar a fotógrafos y e ilustradores externos para las portadas y las ilustraciones del interior. Como sabía cómo hacer fotografía, ilustración y set design y no teníamos presupuesto, decidí hacerlo por mi cuenta», indica Walsh.
Durante los meses en que Jessica Walsh estuvo en Print, se encargó de muchos de los conceptos de portada, y trabajó arduamente en ellos innovando todo lo posible. Especialmente memorable es el que realizó para el Regional Design Annual, en la cual se representaron regiones de EEUU. También relevante fue el trabajo de 20 under 30, para el que la diseñadora jugó con una tipografía ‘cortada’.
«Siempre me había gustado combinar diseño y fotografía, y frecuentemente creaba set designs coloridos usando paper cut, entre otros. Tenía una obsesión con pintar con spray todo, y utilizaba objetos que encontraba e incluso mis brazos como elementos de los sets», revela la diseñadora. Print se convirtió en el lugar donde Walsh pudo desarrollar todo lo que había comenzado a desarrollar en la escuela y también fue el lugar donde, precisamente, se dio a conocer en el sector del diseño. Poco a poco, y con encargos para otras marcas, Walsh logró consolidar un portfolio sólido.
«Fue una época emocionante para mí. Cuanto más trabajo tenía, más me daba a conocer, y más clientes con presupuestos grandes llegaban. De pasar a pintar mis brazos llegué a pintar a gente entera».
Gracias a ello, Jessica Walsh se creó un nombre dentro de la industria. No todo, sin embargo, se gana por perpetuar un estilo, y la joven diseñadora así lo reconoce: «Unos años después de crear este estilo de trabajo, perdí interés».
«Empecé a ver a muchos otros diseñadores jóvenes haciendo el estilo de ilustración fotográfica colorida que yo hacía. Se convirtió en trendy. No quería estar vinculada a una cosa en mi carrera, especialmente si lo estaba haciendo todo el mundo», apunta. «Para mí, mi parte favorita del proceso creativo es llegar a los conceptos, así que decidí cambiar mi enfoque hacia la estrategia de marca y el diseño de identidad. Entonces comencé a trabajar con Stefan [Sagmeister]», añade.
Desde entonces, Jessica Walsh ha protagonizado diferentes y conocidos episodios por su capacidad creativa. La fotografía del equipo Sagmeister&Walsh desnudos solo es una más dentro de su repertorio de proyectos. Aunque Walsh admite que también crean marcas «coloridas», y utilizan ilustración fotográfica como la que hacía en su momento, señala que solo es una reminiscencia, utilizada en los casos en lo que puede ser apropiado para el cliente y en ningún caso ello marca su trayectoria laboral.
¿Qué es, por tanto, lo que podemos aprender de los inicios de Jessica Walsh? Ella misma lo concluye así: «Creo que el punto más importante de mi época en Print fue el desarrollo de la inventiva y la resolución en la producción. A pesar de que tenemos presupuestos más grandes ahora que cuando estaba en el mundo editorial, todavía puedo encontrar maneras de estirar cualquier presupuesto que tenemos para permitirnos hacer cosas realmente interesantes, a gran escala, conceptos creativos únicos dentro de los presupuestos más estándar de la campaña publicitaria». «Estos nos permite crear contenidos de mayor calidad y exclusivos para nuestros clientes sin romper con sus presupuestos», finaliza.