El número 12 de la revista Gràffica, No Clients, abre la puerta a una oportunidad profesional cada vez más real: trabajar sin encargos. Martina Flor ha sido la encargada de reflejar dicho concepto en su portada. Hablamos con ella para que nos cuente cómo ha sido todo el proceso.
Para ello, la diseñadora cuenta que primero revisó las palabras para escoger explorar cómo jerarquizarlas y resaltar lo más representativo. Una decisión que, confiesa, no estuvo exenta de ciertos retos.
«Este encargo en particular tiene pocas palabras. Como el lettering generalmente trabaja con letras y constituyen su materia prima, resultó un desafío hacer una composición balanceada con tan pocos elementos, para lo que me apoyé en aquellos más decorativos o trazos ornamentales. Fue complejo definir, además, cuáles de las dos palabras tendría jerarquía por encima de la otra», admite.
Una vez estuvo clara la composición, y validada por el cliente («en una primera instancia, siempre trabajo con bocetos con el cliente. Una vez está contento con eso, avanzo en el dibujo digital. Me gusta tenerlo todo claro antes de empezar este paso, que suele ser más trabajoso»), Flor continuó con el proceso, que además le llevó a reflexionar sobre qué quería reflejar en la portada y a qué servían tales conceptos.
«El hecho de que la revista hable de no trabajar para clientes o hacer trabajos propios… me gusta. Para nosotros los diseñadores, que normalmente estamos al servicio de un encargo, el cliente es el que nos permite hacer nuestro trabajo. Sin encargo, sin cliente, no hay resultado. Por ello me gustaba el contrapunto que ofrecía este número», apunta. Las interpretaciones frente a estos términos se vertebran, por un lado, en la palabra «clientes», representada como «algo sagrado, real, adorado; con mucha decoración y detalle»; y, por otro, en el contundente «no». «Me gustaba que ese “no” fuera grande. De alguna manera, los trabajos personales se ponen al mismo nivel que los clientes: nosotros podemos ser nuestros propios clientes», incide.
El fondo negro de la revista reconoce la diseñadora, condicionó el trabajo pero, al mismo tiempo, lo hizo «interesante».
«Sabía, desde el principio, que tenía que trabajar con pocas tintas. Además, era consciente de que los contrastes debían funcionar a favor del diseño, sobre todo teniendo en cuenta que el “no” era tan decorativo. El riesgo era que la decoración se comiera las letras, algo que no puede suceder en el lettering, donde estas son las estrellas; o, incluso, que no fuera legible. Usar fondo negro con una cantidad limitada de tintas y que, aun así, la cubierta sea altamente decorativa y letras y texto legibles fue un desafío», dice.
El resultado de la portada de la revista 12 de Gràffica final ha sido satisfactorio. «Estoy muy contenta. Me parece que sigue la línea de todas las portadas de Gràffica: cada vez que la ves es una sorpresa en cuanto a la materialidad, en cuanto a las tintas, en cuanto al diseño», agrega. «Cada cubierta es de autor, y me parece que esta representa mucho el tipo de trabajo que hago y también comunica las ideas del número de la revista. Espero que a los lectores les guste mucho», concluye.
Martina Flor capitanea su propia empresa de diseño especializada en lettering y tipografía personalizada y con sede en Berlín. Trabaja para agencias, revistas y editoriales de la talla de The Washington Post, Vanity Fair, HarperCollins, Monotype, Etsy, Adobe, Mercedes Benz, Lufthansa y Cosmopolitan, entre otros.
Si quieres conocer cómo fue el proceso de creación de otras de las portadas de la revista Gràffica, puedes hacerlo aquí: Gràffica 4, Gràffica 5, Gràffica 6, Gràffica 7, Gràffica 8, Gràffica 9, Gràffica 10.