En plena época de pantallas y de información inmediata, aparecen narrativas creadas desde lo digital que eligen ser impresas y se resisten a la inmaterialidad de lo fluido, poniendo en valor el formato del libro en papel.

El libro, tal y como lo conocemos, se ha convertido en un medio más entre muchos. Una tecnología que convive con la mutabilidad de la información que navegamos en ordenadores y pantallas. En la gran mayoría de ocasiones, para llegar a ser un objeto material, un libro primero se concibe y se diseña en la dimensión digital: nace como documento sin cuerpo que puede adoptar distintas formas antes de llegar a ser un grupo de páginas impresas y encuadernadas. Esta cualidad híbrida ha transformado las narrativas en documentos fluidos, cambiantes e inmateriales. Como lectores, nuestra interacción con un texto puede suceder en diversas plataformas a la vez: quizás empecemos leyendo un libro en papel, para luego cambiar a la pantalla del ordenador o continuar haciendo scroll en la tablet y, mientras viajamos de un lugar a otro, acabar leyendo en la interfaz reducida de un smartphone (o incluso de un smartwatch para los más osados).
Como afirmó George Landow (una de las voces expertas en lances digitales en el cambio de siglo), los textos ya no habitan una única dimensión. Esto también afecta a la literatura y, en concreto, a las novelas. El género hace tiempo que superó la idea clásica y tradicional de la novela como algo estático, fijo e impreso. Las novelas convencionales en el siglo XXI también han adquirido cualidades líquidas, como cualquier otro documento. Y a raíz de eso y del interés renovado por la lectura en papel, que en parte es consecuencia del desarrollo digital, han surgido obras que reaccionan a la inmaterialidad de lo electrónico y ponen el foco en la dimensión física del libro: las novelas hipertangibles. Al contrario de las narrativas fluidas, que funcionan en varios medios a la vez, éstas eligen habitar exclusivamente un único medio: el impreso.
Las novelas hipertangibles no se olvidan de lo digital, pues forma parte de su esencia. Se crean a través de procesos de diseño, producción e impresión digitales, y a su vez incorporan modos de lectura y escritura que han surgido con el uso del espacio virtual de los ordenadores. De ahí que las podamos llamar hipertangibles: son obras en formato impreso que se resisten a ser trasladadas a otros medios, pero que son posibles precisamente por esos otros medios. Novelas que son digitales pero que solo existen en papel.

Un claro ejemplo de hipertangibilidad es Tree of Codes de Jonathan Safran Foer (Visual Editions, 2010). La novela surge a partir de otro libro: The Street of Crocodiles, una colección de relatos del autor polaco Bruno Schulz (1934). Foer y su diseñadora, Sara De Bondt, utilizaron el texto original de Schulz para quitar palabras, frases y párrafos, y crear una nueva narrativa dejando a la vista los huecos a través de la técnica del troquelado, lo que hace imposible su cambio a otro medio. En este caso, la dimensión material de la lectura no se puede obviar y la narrativa solo se puede leer si sucede una interacción física con el objeto impreso. Tree of Codes obliga a reflexionar entre la diferencia de leer en papel y leer en una pantalla; y al mismo tiempo refleja lo que el ámbito digital puede traer al impreso. La novela construye (y deconstruye) una narrativa que consigue crear un acto de lectura hipertangible y hace visible ese gesto que tantas veces no percibimos: el paso de una página.

Novelas hipertangibles también son Casa de hojas y Only Revolutions de Mark Z. Danielewski, The People of Paper de Salvador Plascencia, The Raw Shark Texts de Steven Hall, El barco de Teseo de J.J. Abrams o XX de Rian Hughes (entre otras), todas ellas publicadas a partir del año 2000. Estas obras ponen en relieve el valor del libro impreso en una época de pantallas e información fluida. De esta forma, se hace evidente que el proceso de diseño resulta esencial para crear un objeto hipertangible en el que narrativa y materialidad van de la mano, y que cuestiona modos tradicionales de lectura y de escritura.
Las novelas hipertangibles actúan como un puente entre lo analógico y lo digital, haciendo posible una exploración de la materialidad del libro y ofreciendo nuevas experiencias de lectura. Frente a la rapidez e inmediatez de lo digital en nuestra época, estas novelas proponen una lectura consciente, física y más lenta. Una forma de leer sorprendente e interactiva que constituye un verdadero reto para diseñadores, autores y lectores.

