Pocas noticias relacionadas con el ámbito de la creatividad visual y el diseño gráfico nos entristecen tanto como esta. DIMAD, la asociación de diseñadores de Madrid, ha lanzado una llamada a proyecto para realizar el diseño de la exposición Producto Fresco 2019, cuyo pliego de condiciones es para echar a correr. Una asociación que debería proteger al diseñador es la que devalúa el precio de su trabajo.
Con lo duro que se hace luchar cada día como diseñador gráfico para conseguir un poco de respeto por la profesión –por ejemplo ‘educando’ a clientes o pidiendo procesos de concursos de diseño dignos y denunciando los especulativos–, que una asociación de diseñadores –que supuestamente debe velar por los profesionales– sea la que devuelva tal revés al sector, declamando sin tapujos y a los cuatro vientos lo poco que vale el trabajo de un diseñador, es bastante lamentable.
El problema no reside en que se plantee una llamada a proyecto en sí dirigida a «todos sus socios y socias» –aunque ya hemos visto en otras ocasiones lo injustas que son a día de hoy–, sino que el pliego de condiciones sea tan denigrante para todo el conjunto de profesionales del diseño gráfico.
En el pliego de condiciones de la llamada a proyecto para realizar el diseño de la exposición Producto Fresco 2019, se ofrecen 500 € para desarrollar un proyecto en el que se debe llevar a cabo: «1. Reinterpretación de la imagen del proyecto para la edición de 2019; 2. Coordinación con el diseño expositivo para asegurar la adecuación de la gráfica en la muestra; 3. Aplicaciones para la gráfica expositiva, catálogo impreso y digital, web, redes sociales, etc., en coordinación con el equipo de la Central de Diseño; 4. Diseño de portada del catálogo y supervisión de interiores».
Aunque si bien es cierto que, «para el desarrollo del trabajo, el diseñador/a o estudio de diseño seleccionado contará con la colaboración del responsable del diseño gráfico de Producto Fresco», el precio propuesto resulta un tanto ridículo para el trabajo y la responsabilidad que supone este encargo (y más si se tienen en cuenta los 300 € que debe pagar un autónomo por desarrollar su actividad profesional legalmente).
Con esta remuneración en una llamada a proyecto, la Asociación –una entidad con peso y voz ante la sociedad– está jugando a estipular precios en el mercado, le está diciendo a todo tipo de cliente que, por desarrollar un proyecto como este, se le puede pedir a un diseñador 500 € sin despeinarse. Y que, por ende, proyectos de menor envergadura valen mucho menos. De este modo, los diseñadores se ven un poco más desarmados ante un cliente que exige precios exiguos poniendo como referencia los precios que propone la propia asociación de diseñadores.
Además, y por si la broma no fuera bastante divertida, en el pliego de la llamada a proyecto solicitan una carta de motivación en la que el diseñador tiene que explicar sus motivos para trabajar. Sería interesante ver las cartas motivacionales de fontaneros, electricistas, etc. Menos mal que en esta llamada a proyecto la carta motivacional solo es opcional.
También llama la atención que esta llamada a proyecto salga de la asociación de diseñadores de Madrid, ciudad en la que existen otros ejemplos de cómo hacer un proceso de encargo un poco más justo para el sector como el Acuerdo Marco.
Lo maravilloso –y, al parecer, utópico– sería que todo el sector profesional remara en una misma dirección para llegar más rápido y más fácil a la meta. ¿De qué sirve crear iniciativas como llevar hasta el Congreso de los Diputados una jornada parlamentaria entorno al diseño, si es la asociación de diseño la primera que empequeñece y menosprecia el trabajo del diseñador?
Actualizado 09/11/2018