Son muchos los casos en los que el diseño se evidencia como una herramienta de comunicación y no como simple estética. El caso del error de la tarjeta de los Oscars 2017 ha sido un claro ejemplo de ello, y uno de los gordos…
Si todavía no has visto el momento de la metedura de pata en el que Warren Beatty y Faye Dunaway anunciaban por error que el Oscar 2017 a la Mejor Película era para La La Land, te animamos a que lo hagas para que compruebes el desconcierto de Warren Beatty al leer la tarjeta y la seguridad con la que Faye Dunaway, tras un vistazo rápido, no dudaba al anunciar la película ganadora sin darse cuenta de que lo que leía era el Oscar 2017 a la Mejor Actriz. Estamos seguros de que, si esta hubiera estado mejor diseñada, los actores hubieran tenido más claro que ciertamente se trataba de un error.
El principal fallo del diseño de la tarjeta reside en una mala disposición de los elementos, la cual provoca una mala jerarquía visual y, por tanto, una incorrecta comunicación. De hecho, la información clave, el texto ‘Best picture’ es el elemento más pequeño y se sitúa en la parte inferior. Por el contrario, el logo, que en esta pieza es el menos relevante, se encuentra en un primer término en la parte superior y a un tamaño más grande.
En las tarjetas originales el logo es el elemento más grande, el más destacado y cualquier lector centra su atención en ese punto convirtiendo en invisible todo lo demás. Si ya estamos en la gala de los Oscars no es necesario que el logo sea lo más importante, lo más importante es el premio que se otorga, el logo puede ser un complemento. Y por otro lado, la elección tipográfica. Lo importante, el título de lo que se va a presentar, es ‘Best Picture’ (La mejor película), y se utiliza una tipografía más light, mientras que el nombre de la película aparece en negrita.
Si se intercambian los parámetros de tamaño y posición de cada elemento, la información aparece rápidamente de una forma más clara. Una buena disposición podría haber sido esta:
También hubiera sido una buena idea que el sobre que contiene la tarjeta hubiera tenido escrito ‘Best Picture’ en el reverso. De este modo, tanto los actores encargados de leer y de anunciar la obra ganadora como PricewaterhouseCoopers, encargada de custodiar los sobres, se hubieran percatado antes del error.
Gracias a un mal diseño, ahora esta metedura de pata pasará a formar parte de la historia del cine.
Actualizado 04/05/2017