A los bancos de imágenes no les va a ganar la IA, por Víctor Palau

Estoy viendo a muchos hablar de que los bancos de imágenes dentro de poco cerrarán... y no les falta razón, pero creo que es una afirmación que no abarca toda la realidad del sector. Si bien es cierto que las imágenes generadas por inteligencia artificial están saturando el mercado y ponen en entredicho la utilidad de algunas plataformas, hay un futuro claro para estas herramientas si saben adaptarse. Cuando empecé a trabajar, en los estudios y agencias una de las cosas que más tiempo nos llevaba era elegir fotos en libros de bancos de imágenes. Esto que hacemos ahora de escribir un término en una web y que automáticamente salga el tipo de foto que buscamos antes era de otro modo. Alguien decidía lo que buscaba, 'niño con pelota en la playa' y te ponías a pasar páginas y páginas de libros de 500 y 600 páginas hasta encontrar algo que se acercara. Luego había que pedir la imagen en diapositiva al banco y unos días después te llegaba una diapositiva de 6x7 o 9x12, se escaneaba y se podía colocar en tu documento para presentar al cliente. Si tenías la mala suerte de que al cliente no le gustaba la imagen, pues la pagabas igual ya que habías roto el precinto de la diapo y la habías escaneado en alta resolución. Era un proceso tedioso, sí, pero también enseñaba a valorar las imágenes y a tomar decisiones conscientes sobre su selección. Es cierto que en el terreno de lo genérico, las IA están ganando la partida. Las ilustraciones anodinas, los vectores de manual y las fotos “fáciles”, como una playa al atardecer o una manzana sobre fondo gris, pueden ser generadas por Midjourney, DALL-E o Stable Diffusion con una precisión asombrosa. Sin embargo, lo genérico no es el alma del diseño ni de la comunicación visual; el valor está en lo específico, lo contextual y lo real. Pensemos en el caso de la actualidad. Ninguna IA puede recrear la iconicidad de una fotografía como la de Donald Trump después de un intento de asesinato en un mitin. Getty Images y otros bancos dedicados al fotoperiodismo tienen un papel insustituible: documentar el momento, captar la historia mientras ocurre. La prensa, los editores y los redactores necesitan imágenes que no solo sean válidas, sino verificables, fieles a la realidad. Estas imágenes son más que contenido; son testimonios visuales de la historia que estamos viviendo. Además, los bancos de imágenes tienen la oportunidad de posicionarse como garantes de la calidad. En un mundo donde las imágenes generadas por IA pueden ser espectaculares pero carecen de autenticidad, las fotos que transmiten humanidad y espontaneidad tienen un valor creciente. No hablamos de perfección, sino de verdad: una familia real comiendo en un restaurante de Albacete, una abuela viendo la tele, una calle de Valencia en primavera. Este tipo de imágenes no solo cuentan una historia, sino que conectan emocionalmente porque son reales, con sus imperfecciones y su contexto. Hace poco me encontré revisando imágenes para un proyecto personal y me sorprendió cuán evidente es cuando algo ha sido creado por una IA. Por ejemplo, puedes tener una imagen que a simple vista parece perfecta, pero si la miras más de cerca notas detalles extraños: una sombra que no encaja, manos deformes o texturas que se sienten "planas". Esto no ocurre con una buena fotografía real. Esa autenticidad es algo que los bancos de imágenes deberían resguardar celosamente. Otra área en la que los bancos de imágenes pueden destacar es la documentación histórica y cultural. Imaginen un archivo visual que permita recorrer las calles de Madrid en los años 70, ver los coches, la moda, el paisaje urbano de una época. Los bancos de imágenes podrían convertirse en los custodios de un patrimonio visual que será esencial para cineastas, historiadores, diseñadores y otros creativos. Este ámbito sigue sin estar plenamente explorado y podría ser una vía para redefinir su relevancia. Imaginemos también la utilidad de los bancos de imágenes en el ámbito educativo. Profesores, investigadores y estudiantes podrían beneficiarse enormemente de archivos bien editados que no solo muestren imágenes, sino que contextualicen visualmente momentos clave de nuestra historia reciente. Esto podría ser especialmente relevante en un momento en el que el exceso de información muchas veces conduce a confusión en lugar de claridad. Tener un recurso fiable podría marcar la diferencia. La realidad es que los bancos de imágenes deben adaptarse o morir. Frente al ruido y la saturación, deben ser curadores de contenido, priorizando la autenticidad, la calidad y la especificidad frente a la cantidad. La perfección de las IA no puede reemplazar el valor intrínseco de lo humano, y esa es la baza que tienen que jugar estas plataformas si quieren seguir siendo un recurso vital en el panorama creativo. Pero no todo debe quedarse en la calidad; también hay un componente ético que los bancos de imágenes deben abrazar. Proteger el trabajo de los fotógrafos reales, fomentar su visibilidad y garantizar que sus creaciones no se pierdan en un mar de "ruido" digital generado por IA será crucial para la sostenibilidad del sector. Así que, aunque muchos anuncien el fin de los bancos de imágenes tal como los conocemos, yo creo firmemente que tienen un futuro si saben reinventarse. No tengo pruebas, pero tampoco dudas: la autenticidad y la realidad siempre encontrarán su lugar.

A los bancos de imágenes no les va a ganar la IA, por Víctor Palau

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