¿Valencia Disseny Week? ¿Valencia Disseny Fest? Valencia Design Week fue un evento que nació hace 15 años como una colaboración entre los socios de la ADCV, una iniciativa que marcó un hito en el panorama del diseño local. ¿Y Valencia Disseny Fest? ¿Por qué dos festivales con prácticamente el mismo nombre y durante las mismas fechas están operando en Valencia? ¿De dónde surge esta confusión y a quién beneficia? Veamos…
Lo que comenzó como un esfuerzo altruista para promover el diseño en Valencia, una iniciativa por abrir el diseño a toda la sociedad, 15 años después se ha visto eclipsado y difuminado por la reciente irrupción del Valencia Design Fest, un festival organizado por una entidad privada —la Fundació del Disseny— que, lejos de sumar propuestas o impulsar al colectivo, ha asumido un protagonismo cuestionable. Juega con ventaja en términos de recursos económicos, comunicación y difusión, generando malentendidos e incomprensiones y dejando mucho que desear en términos de legitimidad y representatividad. Incluso aglutina todo lo que puede, usando sus propias palabras: “galerías de arte, centros culturales y entidades vinculadas a la arquitectura y la creatividad”. Un ente privado se coloca por encima de todo, como paraguas de la creatividad, cuando nadie le ha otorgado ese papel.
Pero vayamos atrás para entender de dónde venimos y aclarar conceptos. Recuerdo perfectamente los inicios de la Valencia Design Week, cuando surgió como una propuesta innovadora dentro de la ADCV, en un tiempo en el que las semanas del diseño comenzaban a proliferar en ciudades de todo el mundo. Este evento no solo permitió el networking entre profesionales, sino que se convirtió en una fuente importante de ingresos a través de aportaciones públicas. Con los años, el evento se ha desarrollado con dignidad y profesionalismo, consolidándose como una cita anual clave para el diseño valenciano.
Este modelo de gestión, donde los estudios y profesionales del diseño contribuían activamente al programa bajo el paraguas de la ADCV, logró mantener su relevancia a lo largo de los años. Sin embargo, la falta de recursos de la asociación para organizar un evento de gran escala y ambición dejó un vacío que otros actores han sabido explotar.
Seguramente este artículo “Es hora de actualización para la Asociación de Diseñadores”, que escribió Xavi Calvo —director de la Fundació del Disseny— en 2015, era premonitorio sobre lo que le rondaba por la cabeza para organizar y perpetrar una nueva organización y un nuevo evento que sustituyera al organizado por la Asociación.
Es aquí donde entra en escena la Fundació del Disseny, que, aprovechando los contactos e influencias generados durante la Capital Mundial del Diseño de Valencia, ha lanzado el Valencia Design Fest. Este nuevo evento, apoyado por las autoridades públicas, ha absorbido y fagocitado la Valencia Design Week, relegándola a un mero componente dentro de su propio marco. Esta situación se ha visto exacerbada por el reciente pacto entre la Fundació y la ADCV, un acuerdo que en su día fue motivo de conflicto durante el mandato de Yolanda Herraiz como presidenta de la ADCV, y que llevó a su dimisión, precisamente por lo que ella misma calificó como “ingerencias” en el funcionamiento de la asociación.
El actual presidente de la ADCV, un compañero de estudio del presidente de la Fundació, ha creado un vínculo de tutela difícil de romper. Bajo este esquema, la ADCV ha adoptado una postura pasiva, permitiendo que la Fundació asuma un papel de liderazgo en la organización del evento, lo que resulta en una clara usurpación de competencias.
El Valencia Design Fest se presenta como una “ensalada” de eventos que, más que promover el diseño, parece estar orientado a fortalecer los contactos y beneficios de quienes lo organizan. Eventos organizados como tal por la Fundació del Disseny se pueden contar con los dedos de una mano, aunque en su extensa programación sumen los eventos y actividades de muchos otros: desde la propia Valencia Disseny Week, las conferencias en Feria Hábitat Valencia, los talleres de empresas privadas, los eventos empresariales de terceros o las muestras y exposiciones de instituciones amigas. Pero, de todo lo que plantean, ¿qué es realmente responsabilidad del equipo de la Fundación? ¿O es lo mismo organizar un evento y comunicarlo que solo comunicarlo?
Comparemos ahora a la ADCV y a la Valencia Disseny Week. Muy pocos recursos, económicos y humanos, para montar eventos en los estudios de diseño y mantener viva su esencia organizando y comunicando todo un programa de actividades. Al otro lado, la Fundació del Disseny ha creado un branding, una marca, un diseño gráfico y unas redes sociales -las cuentas originales de Valencia Capital Mundial del Diseño con un nuevo nombre- desde las cuales comunica lo de terceros, obligando a la gente que busca difusión a incluir su logo en el cartel, llevando a la confusión de no saber quién organiza qué. ¿Y por qué aglutinarlo todo? Ahi amigos, ahí está la clave de la cuestión: porque entonces parece que la Fundación hace mucho, que representa al sector, que es un motor necesario en nuestra ciudad —o Comunitat, como tratan de decir ellos— y así conseguir suculentas subvenciones públicas que les permiten mantener sus sueldos durante todo el resto del año.
Vayamos un paso más, ¿responden estos eventos a los intereses del sector? Aquí, lo importante ya no es tanto la calidad de los proyectos presentados por los profesionales, sino los convenios y contactos que se puedan generar con las instituciones públicas, asegurando contratos y financiaciones que beneficien a unos pocos. Hasta el punto de presentar números de participación y audiencia que están totalmente inflados ya que su único objetivo es hacer ver la dimensión de un evento para que siga fluyendo el dinero público hasta su bolsillo.
Este escenario plantea una grave cuestión: ¿es legítimo que una entidad privada, sin representación ni elección por parte del colectivo profesional, asuma un rol tan dominante en un sector que debería estar liderado por quienes realmente lo representan? Las autoridades públicas, en lugar de fortalecer a la ADCV y a los profesionales que representan el verdadero tejido del diseño en Valencia, han cedido a la influencia de la Fundació, perpetuando un modelo que favorece intereses privados sobre los colectivos.
Finalmente, es alarmante cómo muchos profesionales, ya sea por miedo a ser excluidos o por falta de conciencia crítica, participan en este evento sin cuestionar las dinámicas de poder que se están estableciendo. Es vital que el sector del diseño en Valencia reflexione sobre esta situación, defienda su espacio y evite que el diseño valenciano quede monopolizado por aquellos que no tienen legitimidad para representarlo.
La Valencia Design Week merece recuperar su protagonismo y autonomía, sin ser absorbida por un evento que, a todas luces, responde más a intereses comerciales que al auténtico desarrollo del diseño en nuestra ciudad. Es momento de que los diseñadores se unan para proteger lo que han construido durante años y garantizar que el diseño en Valencia siga siendo representado por quienes tienen la legitimidad para hacerlo. Ahora mismo, a mí, personalmente, nadie me representa.
Actualizado 16/09/2024