Opinión | Pecados capitales, por Víctor Palau

Los diseñadores somos muy de pecar. Somos hedonistas y ya se sabe que todo lo bueno es pecado o engorda. Así que si organizamos un evento mundial íbamos a pecar sin duda. Aunque claro cuando haces muchas cosas, muchísimas, es más fácil acertar en algo. Y sí, también hemos acertado.

Durante todo los meses que ha durado la Capital Mundial del Diseño todo el mundo me preguntaba lo mismo. ¿Qué tal? Todo este tiempo he practicado una autocensura silenciosa. Y tras mucha reflexión, y análisis, creo que es el momento de explicar mi punto de vista.

Los pecados capitales son una serie de vicios o defectos humanos tradicionalmente considerados como graves por la religión cristiana. Son siete pasiones muy arraigadas en la psique humana y me sirve para analizar lo apasionante que ha sido este año:

lujuria

Dicen que el pecado capital más grave es el de la lujuria, que nubla la vista y hace cometer todo tipo de errores para conseguir tu objetivo. Aquí no hablamos de sexo, pero sí de algo obsceno.

Nos hemos gastado más dinero que nunca en promocionar el diseño. Más de 5 millones de euros, que si añadimos otros actos que se han financiado por otras vías, podemos llegar fácilmente a los 6-7 millones de euros. Mucho dinero. Mucho más del que tendremos nunca.

Un lujurioso gasto que debería haber servido para financiar proyectos que consolidaran un sector siempre necesitado de ayuda, como cualquier otro sector creativo. ¿Se ha gastado bien ese dinero? Como yo mismo decía en otro artículo aquí hemos actuado igual que los políticos que tanto criticamos. Y ahora como somos nosotros no parece importarnos. Se ha gastado dinero en proyectos irrelevantes, para hacer contactos e incluso proyectos que se han pagado y no han visto la luz. Dinero mal gastado claramente.

En una reciente entrevista a raíz de la capital mundial del libro que se ha celebrado en Guadalajara (México) unos magníficos editores como son Impronta Casa Editora decían: «El programa del Ayuntamiento es traer a grandes autores y llevarlos a los barrios, que nos parece muy bien, pero pensamos que parte de ese dinero podía ir destinado a sanear la situación del sector del libro». Parece que en todas partes pasa lo mismo.

Recientemente hemos sabido lo que costó la conferencia de Paula Antonelli, 19.090€ exactamente. Es algo que era muy necesario para sanear la situación del sector del diseño, parafraseando a nuestro colega mexicano.

pereza

Cuando te encargan hacer un proyecto, valoras todas las posibilidades, y actúas. Si en lugar de hacer lo que crees que es mejor, dejas que los demás lo hagan por ti es un gran pecado de pereza.

Hacer llamadas a la participación, recibir propuestas, esperar que otros te den ideas, es muy loable, muy popular si se quiere, pero no suele dar buenos resultados. El análisis y la reflexión internas son mejores armas. Decía Steve Jobs: «La gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñas. Por eso nunca me he basado en las investigaciones de mercado. Nuestra tarea estriba en leer las páginas que todavía no se han escrito».

Se ha optado por, si sale bien, somos unos genios, si sale mal, es culpa del que ha hecho la propuesta. No se hace el trabajo que te han encomendado se hace lo que te proponen, y algunas propuestas eran simplemente innecesarias o inútiles.

Ni siquiera se ha hecho una gran campaña de comunicación para que todo el mundo se enterara. Ha habido eventos en la ciudad que han tenido más visibilidad publicitaria con un presupuesto ridículo. El festival de Valencia Cinema Jove con 590.000 euros, por ejemplo, ha tenido más visibilidad pública local, con casi el mismo gasto que un edificio efímero como el Ágora. Un Ágora que además venía sin sillas, sin climatización, sin sistema de audio, sin lavabos, sin seguridad y que si llueve no sirve para nada. Un mal diseño con un presupuesto que bien hubiera podido invertirse en dar a conocer los valores del diseño a la ciudadania de una forma mucho más profunda.

Es ocurre porque si se gasta más dinero en salarios que en comunicación y promoción —ver presupuestos—, el resultado es que nadie se entera. De primero de marketing y de suspenso en negocios.

gula

Se ha acaparado todo. Diseño, arquitectura, cerámica, moda, arte, gastronomía, interiorismo… cualquier cosa que huela a creatividad se mete en el saco.

Se suele decir que «el que mucho abarca poco aprieta». Es verdad que «todo es diseño» pero también que de ese modo se desatiende la base principal que es la de fortalecer un sector, el del diseñador real, que al estar acompañado de tantos otros se diluye.

Pegarse un atracón no suele ser una buena idea. Se suele ser más pesado y lento. Y cuando tienes tantas cosas que atender algunos salen perjudicados y otros más favorecidos de lo que deben. Cuando te pones más tareas de las que puedes acometer —y lo digo por propia experiencia— sueles desatender otras. Es la eterna dicotomía entre lo urgente y lo importante.

Por ejemplo, era importante crear una «marca Valencia», cuyo proyecto se presentó y se inició y pero no se ha querido, podido o llegado a hacer. Ha sido uno de los grandes objetivos incumplidos que aparecen en la memoria presentada al inicio. Hubiera sido un elemento permanente para el futuro y de un retorno innegable. No se ha hecho.

Parece que era muy importante crear un mapa de tiendas de diseño, y otro de ceramistas, dos proyectos interesantes. Pero no ha habido interés en crear un verdadero mapa del diseño donde estén los diseñadores, las empresas, los proveedores… el tejido productivo se ha olvidado.

envidia

En esta ciudad de la periferia española envidiamos lo de los demás. Todo lo que viene de fuera es mejor. Es una actitud muy provinciana la de buscar a todo tipo de agentes fuera y pensar que los de dentro no tienen el suficiente valor.

Ha sido curioso ver como se pagaba a agencias de prensa, asesores, organizadores de eventos, podcast, programas, viajes… a todo tipo de profesionales y empresas fuera de la ciudad. Parece que nadie sabe hacer este tipo de tareas, ni está preparado para ello en la ciudad de Valencia.

Como decía en otro artículo, a raíz de la marca de la Diputación, es importante saber si se plantan semillas en el campo propio o se riega el huerto ajeno. Luego nos arrepentiremos de que pasados los años, las flores florezcan en otras ciudades y no en la nuestra.

Pero parece que era importante entablar relaciones con otras organizaciones, personas y amigos más que con la industria local, e intentar hacerla crecer y darle oportunidades de futuro.

ira

Durante los 12 meses que ha durado la capitalidad, incluso antes, han habido sonadas deserciones y despidos. Algo que no acabo de entender. ¿Tan mal ambiente había como para salir corriendo? ¿Tan poco profesionales eran para despedirlos? Algunos a falta de pocas semanas de la conclusión se les ha enviado de vacaciones. Sé lo difícil que es gestionar un equipo, pero resulta sorprendente en este caso, cuando sobre todo hay dinero y mucha euforia.

Si no se tiene experiencia en este tipo de eventos, hay que contar con aquellos que tienen los conocimientos y están capacitados para aguantar la locura que significa un evento de estas características. Y es evidente que muchos no lo estaban. Recuerdo la primera reunión en la que se nos dijeron algunas frases que delataban su inexperiencia y desconocimiento. Era evidente.

A pesar de la cantidad ingente de dinero que se ha gastado en nóminas, había muy poco personal para gestionar tal mole de trabajo, y eso es un error. O no se planifica bien o se quiere hacer más de lo necesario o de lo posible con las manos que se tienen. Y a pesar de que se pagaba muy muy bien, algunos no quisieron continuar, ni siquiera a unos pocos meses de finalizar. No es un buen síntoma.

Cuando se tensiona un equipo surgen los errores, las broncas y los abandonos. Aunque te paguen mucho dinero no es saludable alcanzar niveles de estrés insoportables. Se de algunas personas con verdaderos ataques de ansiedad. Y eso es gestionar mal, muy mal.

avaricia

El interventor del ayuntamiento cuestiona el sueldo de 73.000 € del director de la capital —el 15% del presupuesto para salarios—. Lo cuestiona porque es un sueldo autoimpuesto, no regulado. Un ministro del gobierno de España cobra 78.000€. No hay mucho que comentar. Y justo por debajo ha habido otros cargos con cifras cercanas los 50.000€. Se podría haber contratado a más gente con salarios todavía generosos y seguramente se habría llegado más lejos y en mejores condiciones.

Es curioso que las mismas personas que se ponían este salario, cerraban con los medios contratos para la prestación de servicios exigiendo una rebaja de más del 60%. Todo por la causa.

A pesar de que había mucho dinero para repartir en salarios, en algunos eventos se invitaba a participar a profesionales pero no había presupuesto para ellos, especialmente si eran locales. Se hace una mesa redonda pero los ponentes no es necesario que cobren, como eran locales y no les cuesta venir. Ha habido ponentes de fuera a los que se les ha pagado por venir, aunque lo que iban a decir/hacer era irrelevante, y sin embargo a los locales no se les ha pagado nada. En el mejor de los casos muy poco. Y si alguien ha organizado un evento dentro del programa o en sus instalaciones, se anotaban el evento como propio, pero los gastos que generaba el evento (viajes, hoteles y dietas) que las paguen otros.

Es importante señalar que la financiación privada ha sido escasa. Conseguir dinero privado es muy complejo. Hay que ofrecer algo más que poner un logo en un cartel. Pero aun así se han ingresado más de 300.000€. Parece que no tenían suficiente con el dinero público que había que absorber inversiones de empresas que al invertir en la Capital no han recaído en el sector del diseño. Este año ha habido empresas de diseño que han dejado de tener ingresos porque la capitalidad ha fagocitado el dinero.

Ha habido marcas que han invertido su capital de promoción anual en la capital, y según nuestras consultas, con un retorno dudoso -algunas incluso están realmente enfadadas-, y por tanto no lo han invertido en otros canales publicitarios o proyectos. Esto ha ido en claro detrimento del sector. Menos gasto en imprenta, menos gasto en ilustradores, menos fotógrafos, menos publicidad, menos eventos…

Se ha sido avaricioso hasta en la cobertura mediática. Muchos nos han comentado que no se han enterado de lo que ha ocurrido. Ha habido falta de información.

La capital ha intentado, sin éxito, convertirse en un medio de comunicación. Ha pretendido suplantar a los medios tradicionales su labor informativa y el resultado ha sido que nadie se ha enterado.

Han quemado toda la info en sus canales, pensando que publicando en Instagram o en su blog, la gente se da por enterada. Llegar a crear y tener una audiencia es algo más complicado. Si no utilizas a los medios de verdad, el alcance es mínimo y esto pasa por ser avaricioso. No colaborar con los medios y que ellos sean los que lleguen al público es un error. Cualquiera que organiza eventos de cierto nivel sabe de la importancia de cuidar a los medios, y en este caso, y también me consta, no se ha hecho. En algunos casos se ha cuidado más a los medios internacionales que a los locales.

Al final muchos hemos tenido la sensación que la Capital se convirtió en una especie de agencia de comunicación, prensa y eventos pero con dinero público. Algo que muchas agencias, medios y empresas les resulta sangrante porque se ha hecho con dinero de todos. Cualquiera monta una empresa si utiliza el dinero público. Habría que revisar el código ético que se publicó para ver en cuantos puntos no se ha sido todo lo ético que se propusieron.

soberbia

He visto con cierta estupefacción cómo desde que se empezaron a realizar acciones parece como si antes no hubiera ocurrido nada bajo la faz del diseño.

Tengo la sensación de que a partir de ahora tenemos que hablar en términos de a. de C. [Antes de la Capital], d. de C. [Después de la Capital]. Todo ha sido: somos los primeros, somos los únicos, como nosotros nadie… Y seguramente para los organizadores así ha sido. Para ellos es la primera vez que se hacen ciertas cosas pero eso no quiere decir que no hayan existido antes.

A veces la soberbia significa tener una excesiva autoestima. Y en repetidas ocasiones durante las celebraciones se ha notado que los organizadores se creían capaces de hacerlo todo.

Te vienes arriba y acabas haciendo de presentador de evento dando clara evidencia de la falta de respeto hacia los profesionales de la escena, y sobre todo dando una imagen muy poco profesional. Nos hemos pasado décadas reivindicando que las empresas utilicen los servicios de los profesionales para evitar el intrusismo, y a las primeras de cambio, nosotros lo hacemos. Y luego queremos que nos respeten.

También pasa que cuando te crees el centro del mundo empiezas a pensar que todo lo que pasa a tu alrededor es gracias a ti. Los datos que se han dado de asistencia y beneficios de ciudad son simplemente una falta de respeto al sentido común.

«Record histórico de visitantes en el aeropuerto, récord histórico de visitantes en museos, récord de visitantes a la ciudad por encima de otras ciudades españolas…» Pensar que eso es gracias a la acción de la capital es ser muy ingenuo. También se atribuye a la Capital el «número histórico» de matriculaciones de estudiantes en escuelas de diseño. Esas escuelas a las que les han dado exactamente cero atención y cero presupuesto. Es vergonzante el uso que se ha hecho de los datos.

Visto ahora con perspectiva y con datos, este año en Valencia, hemos hecho una enorme campaña turística y esa es la manera en la que se ha medido. No se miden las inversiones en sistemas de producción o mejora del sector, se mide en términos de viajeros, visitantes y matriculas. Una gran operación turística.

conclusión

Desde mi punto de vista, el diseño, y en especial el gráfico, no se ha visto lo suficientemente representado. El resto de disciplinas, que son más potentes comercialmente hablando, han tenido un protagonismo mucho mayor. Incluso la cerámica nos ha desbordado, las tiendas, la arquitectura -con una subsede-, el urbanismo, la sostenibilidad… En lugar de un espacio para el diseño, me ha dado la sensación que hemos sido la capital mundial de arreglar el mundo.

Se ha invertido el dinero en promocionar lo que no necesita promoción. En algunos casos, se ha ayudado a quien no lo necesita. A empresas que en la mayoría de los casos ya hacen un buen uso del diseño. Empresas de producto que ya tienen una presencia en el mercado muy notable.

No se ha apostado por empresas a las que les hace falta ayuda para acudir a según qué foros, para generar más y mejores productos. Incluso me consta que ha habido iniciativas auspiciadas por la capital que luego han sido vetadas, porque a algunas de las empresas líderes no les gustaba ese apoyo o presencia.

Cabe preguntarse ¿qué quedará de todo esto? Pues realmente, por experiencia, en muy poco. Si no hay un inversión directa en el sector es muy difícil que en unos años algo dé sus frutos. Todas las tertulias, conferencias, presentaciones suelen olvidarse rápidamente y suelen servir para crear conexión entre los participantes pero raramente dan frutos a los espectadores. ¿Se han mejorado los procesos de contratación? ¿se han mejorado la comunicación y los concursos de los organismos públicos —en pleno 2022 la Generalitat nos tomaba el pelo con el concurso especulativo de la ciudad de la luz—?; ¿se ha ganado alguna ventaja fiscal, algún plan de ayuda al sector?; ¿se ha socializado y reconocido públicamente el diseño?; ¿hay más trabajo para todos?; ¿hay más oportunidades?

Resultaba muy difícil contentar a todos, a tantos sectores y a tantos intereses. En un evento así todo el mundo quiere su parte y si se amplia el foco es muy fácil no contentar a nadie. Pero si los objetivos hubieran sido más tangibles y menos etéreos hubiera sido más fácil saber si lo que se hacía iba en la buena dirección. Se ha disparado a todas partes y así suele ser difícil acertar en el blanco.

Hace años nos quejábamos de los grandes eventos que desarrollaba la ciudad, en los que pensábamos que se invertía una cantidad ingente de dinero, y nos parecía mal. Ahora hemos hecho algo similar, pero no podemos negar que tanto antes como ahora, como dice una frase muy valenciana, tota pedra fa paret [toda piedra hace pared]. Aquello y esto han posicionado a la ciudad en un lugar mejor, a pesar de los errores.

Lo que toca ahora es enfrentarse a eso que llaman algunos «el legado». Espero a quien le corresponda que sepa ver los errores para no repetirlos, deje paso a nuevas personas, a nuevas ideas y a nuevos proyectos.

Mi sensación es que se podría haber hecho mejor, de otra manera, pero que indudablemente un evento de esta dimensión da un impulso importante y mejora la posición de la profesión. No sabría decir hasta qué punto, porque en general a los que he preguntado o han querido contármelo, no les ha afectado en lo más mínimo. Cuesta pensar que vaya aumentar la contratación, el uso del diseño por parte de las empresas y su repercusión en la sociedad, que haya más y mejores escuelas, o que vengan más empresas a instalarse en la ciudad gracias a la labor hecha desde la capitalidad.

Sin embargo, visto lo visto, mi sensación es que hemos quedado en tablas, más que una sensación de victoria, pero también sé que el tiempo podrá todo en su sitio. Sé que mis palabras habrá enardecido a unos, enfurecido a otros, pero son mi opinión, inexacta sin duda, pero sincera y abierta. Con los riesgos que esto conlleva. Me encantaría poder escuchar lo que opina todo el mundo porque esa es la única manera de mejorar. Con el silencio no gana nadie.

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