En una era dominada por la inmediatez y el exceso de imágenes, Revista–D apuesta por lo contrario: la pausa, el compromiso y la mirada crítica. Editada desde Almería por el colectivo Desencuadre, la publicación celebra cinco años dando voz a la fotografía de autor, con un nuevo número en imprenta y un monográfico especial previsto para final de año.

La fotografía como compromiso y no como decoración. Con esta premisa, el colectivo cultural Desencuadre celebra el quinto aniversario de Revista–D, una publicación semestral nacida en Almería con vocación de altavoz para la fotografía de autor, y que se ha consolidado como uno de los proyectos editoriales más cuidados del sur de España. Su noveno número está ya en imprenta, mientras que el número diez, previsto para finales de año, promete ser un monográfico especial, del que por ahora no se han adelantado detalles.
Dirigida por el fotógrafo Carlos de Paz y elaborada por un consejo de redacción rotativo formado por los propios socios de Desencuadre, la revista no solo da cabida a autores locales, sino que también incorpora miradas nacionales e internacionales vinculadas, de una u otra forma, al contexto andaluz. Esta apertura ha permitido que la revista trascienda su dimensión territorial para convertirse en una herramienta de difusión fotográfica con vocación universal.
Con una cuidada edición impresa de 2.000 ejemplares distribuidos gratuitamente, Revista–D mantiene un modelo poco habitual: se financia mediante el apoyo de instituciones y firmas comerciales que no insertan publicidad directa, sino que se visibilizan a través de dobles páginas diferenciadas por una discreta franja inferior con sus logotipos. Esta decisión editorial refuerza el carácter cultural de la publicación y preserva la coherencia visual de cada número.
El diseño de la revista responde a una estructura sencilla, casi clásica, que pone el acento en la calidad y el tamaño de las imágenes. Cada edición incluye un texto editorial, una entrevista central, cinco porfolios de autores con extensiones variables, y una sección final de reseñas de libros y publicaciones relacionadas. En sus páginas no hay espacio para la prisa: cada imagen y cada palabra buscan generar un diálogo con el lector, sin interferencias.

Uno de los compromisos centrales de Desencuadre es precisamente ese: reivindicar la fotografía reflexiva frente al ruido visual de las redes sociales y el consumo inmediato de imágenes. Como apuntan desde el colectivo, se trata de promover una práctica fotográfica que explore, cuestione y dialogue con su tiempo, alejándose de la banalización que convierte la imagen en un mero desecho visual.
La publicación también combate lo que denominan el “colonialismo lingüístico”, cuidando con esmero la redacción de sus textos, especialmente en las entrevistas y presentaciones de autor. Aunque modesta en sus recursos, Revista–D aspira a mantener una exigencia editorial que respete tanto a quienes crean como a quienes leen.

Desde su sede en la calle González Garbín de Almería, Desencuadre actúa como una plataforma viva de creatividad fotográfica. Además de editar la revista, organiza talleres, encuentros y dinámicas colaborativas que fomentan la creación colectiva, el intercambio de ideas y el crecimiento personal a través de la imagen.
En un ecosistema editorial cada vez más volcado al entorno digital, proyectos como Revista–D recuerdan que la publicación impresa sigue teniendo un papel relevante en la cultura visual contemporánea. No como reliquia nostálgica, sino como espacio donde las imágenes encuentran el ritmo necesario para hablar de tú a tú con el espectador.
Con su número 9 a punto de ver la luz y un número 10 especial en el horizonte, la revista reafirma su apuesta por una fotografía consciente, crítica y profundamente arraigada en el territorio. Una mirada desde el sur que no solo observa, sino que también interpela.
