Diseñador: ¿Cómo os presentamos la propuesta?
Administración: Hay que subirla a través de nuestra web.
— Lo estamos probando y no hay manera, el sistema no funciona.
— Ya, es que solo funciona con Internet Explorer, el navegador que está representado con el logotipo de una E azul celeste y una aureola amarilla.
— ¿Y no puede ser con otro navegador?
— Con Edge, Chrome, y Firefox el Java no es compatible.
— ¿Y entonces?
— Solo se puede presentar la propuesta de diseño por este mecanismo.
Esta conversación, o una similar, sucedió con una funcionaria del Puerto de Barcelona a raíz de una licitación que había que presentar en su magnífico portal llamado Vortal.
No es relevante de qué institución se trata, pasa casi cada día en la totalidad de la Administración Pública. En el fondo no deja de ser una anécdota, pero visualiza la parte fuera del agua de un grandísimo iceberg.
En esta historia la empresa de comunicación que pretendía presentarse a una licitación pública se quedó sin presentarse porque no tenía sus ordenadores lo suficientemente obsoletos como para presentarse. Seguramente otras empresas, mucho menos actualizadas –y se me ocurre que también menos capacitadas–, sí lo habrán conseguido y por tanto serán las que acabarán haciendo el proyecto.
Querer utilizar el diseño por parte de las administraciones públicas es siempre una buena noticia, pero si estas no están preparadas internamente no sirve de nada.
No es solo que tecnológicamente la Administración esté obsoleta, es que es va unido con pegamento a un personal que no está profesionalizado para hacer frente a proyectos de diseño. Igual de anticuado están los ordenadores que el personal que los maneja. Y así es imposible.
En el subconsciente colectivo de los diseñadores siempre habita la ilusión de que un día la Administración pública la podremos domar o aleccionar para que entiendan el valor del diseño.
Los políticos entienden el juego del diseño de un modo diferente al que lo hacemos los diseñadores. Para ellos es un elemento más de sus campañas y sus cuitas políticas; para nosotros un elemento casi más cercano al arte y la estética.
Lo cierto es que el diseño solo será una prioridad si soluciona algo, y si soluciona algo que al ciudadano lo pueda ver de forma tangible. Entonces entrará en la sociedad como la ha hecho la gastronomía, el deporte, o el cambio climático.
En este punto en el que estamos, los políticos y las administraciones públicas se afanan en decir que utilizan el diseño como elemento para mejorar la comunicación, apoyar a un sector y relanzar la Administración con nuevos mecanismos.
La palabra diseño aparece como muletilla que sirve para hacer ver que se está a la última. Es como las antiguas ‘sinergias’ ‘innovación’ o ‘sostenibilidad’.
Bienvenida sea la nueva atención que nos prestan los administradores, pero si dentro la casa está para hacer reformas, de poco sirve. Habría que hacer campaña para que la Administración se modernice y se actualice. Que los viejos vicios de la Administración pública no sean un lastre para el desarrollo de proyectos competentes de diseño. Si el personal no está preparado para saber lo que es un briefing o los ordenadores no pueden visualizar un PDF… de poco sirve hacer campañas, logos, carteles o sistemas.
En estos momentos la Administración internamente es totalmente incompetente en aspectos de diseño, y mucho más a nivel tecnológico. Hay que actualizarse. Diseñar la comunicación pública es importante pero mucho más es rediseñar las infraestructuras internas para que contenido y continente estén a la par.
— Pero así no se puede trabajar
— Qué te voy a contar, como funcionaria estoy totalmente frustrada.
Actualizado 12/10/2020