La competencia desleal de las asociaciones, federaciones y fundaciones

Si una organización con dinero público, con un espacio pagado por todos y con salarios que salen de presupuestos públicos se dedica a hacer el trabajo que hacen los diseñadores es, de manera literal, competencia desleal. Mejor ejemplo no existe. Los diseñadores habitualmente nos quejamos de la competencia que nos hacen otros pseudo diseñadores: los primos, hijos, cuñaos y demás amistades de los clientes. No suelen tener demasiado conocimiento y experiencia y, por tanto, sus precios y su calidad profesional es cuestionable. Este fenómeno pasa en casi todas las profesiones y, especialmente, en las creativas. Todo el mundo se ve con capacidad para ser creativo, diseñador, publicista, ilustrador... y la mayoría de veces, aunque siempre hay excepciones, esa competencia está ahí y hay que ser lo suficientemente convincente como para que no nos afecte. Para mi no es competencia desleal, es simplemente competencia. Son personas que o bien por contactos o bien porque quieren dedicarse a esto alguien les da la oportunidad y se convierten en la opción de un cliente determinado. En mi caso o bien compito con otras armas o cambio de cliente, pero no puedo pensar que ellos son mi enemigo. ¿Quién no ha sido un principiante alguna vez? ¿Quién no ha empezado haciendo trabajos por precios ridículos? Todos. Pero ahora mismo acaba de aparecer una competencia que, para mi, sí es desleal. Las asociaciones, federaciones, fundaciones ... de diseño. Resulta que este tipo de organizaciones que deberían ser las que protegieran y persiguieran la competencia desleal son las que la practican. Son las que se dedican a ofertar servicios de todo tipo que deberían, que podrían, desarrollar empresas privadas, estudios, agencias, diseñadores... a las cuales representan. Y todo esto regado con dinero público. Porque recordemos que todas estás organizaciones se financian con dinero público. Su único objetivo es estar cerca de los organismos públicos para seguir recibiendo sus favores y su dinero, mantener su estatus y así poder seguir teniendo algo de relevancia. Así lo veo yo, porque en la mayoría de las ocasiones sus servicios son claramente deficientes, es decir, no piensan en sus 'clientes' o socios, simplemente se preocupan de recibir la subvención correspondiente. ¿A alguien le parece normal que las asociaciones se conviertan en agencias de contratación? ¿Qué sean los asesores, cobrando por ello, de ayuntamientos, comunidades autónomas, diputaciones los que hagan el servicio que normalmente han hecho siempre las consultoras, agencias e incluso estudios? ¿Es correcto, moralmente hablando, que organicen cursos, talleres, masterclass, con dinero público? ¿En qué lugar dejan a las escuelas? ¿Qué precio podríamos ofrecer cualquiera de nosotros si la oficina, el teléfono, la luz o el sueldo lo tuviéramos pagado? ¿Qué podríamos hacer si tuviéramos la facilidad que tienen para conectar con estamentos públicos, con políticos...? ¿Cuántos trabajos se dejan de realizar por empresas privadas por culpa de esta competencia? ¿A alguien le parece normal que las asociaciones se conviertan en agencias de contratación? Hay fundaciones, que dicen defender los intereses de los diseñadores, que directamente tienen clientes. Clientes que antes pertenecían a agencias, estudios o diseñadores, y que ahora hacen planes de comunicación, lanzan mensajes, y crean piezas... Esto es lo que hacíamos antes los diseñadores, ¿no? Pues ahora lo hacen nuestros representantes. Hay asociaciones que dan planes de estudios, programas de formación de varios meses que además publicitan sin dar precios... Debe de darles vergüenza decir que cobran por ello además de recibir dinero público. Negocio redondo. Si una organización con dinero público, con un espacio pagado por todos, con salarios que salen de presupuestos públicos se dedica a hacer el trabajo que hacen los diseñadores es, de manera literal, competencia desleal. Mejor ejemplo no existe. Creo que las asociaciones, federaciones y fundaciones que dicen defender nuestros intereses deberían dejar de hacer llamadas a proyectos, asesoramiento a ayuntamientos y ministerios. Que dejen de hacer trabajo ejecutivo y se dedique a canalizar esto a las empresas que se supone que representan. Y a ser posible que no sea la empresa del presidente de la asociación de turno. En el momento que están haciendo una serie de servicios de asesoramiento o directamente de diseño están en un lugar que no les corresponde. Si los clientes no saben a quien contratar no debe ser la asociación de ese gremio quien se dedique a hacer el proceso de selección, el concurso o la campaña de comunicación. Que le recomienden a los clientes u organismos públicos, que generen departamentos, que contraten especialistas internos, jefes de servicio, sección, o directores que tengan los conocimientos, pero no ofertándolos ellos. Pero claro, a algunos les va la vida en ello porque ahí está su salario, su sustento y en algunos casos, su manera de existir. Si no hacen estas cosas, ¿qué hacen? Tenemos un problema con estas organizaciones: no saben a qué deben dedicarse. No es su objetivo hacer tareas ejecutivas. Tenemos un problema con estas asociaciones: no saben a qué dedicarse. Alguien se imagina que si el ayuntamiento no sabe a que abogado contactar para un problema legal el Colegio de Abogados debería hacer un proceso de selección, a modo de concurso público, a modo de licitación de concurso, que además participara en la decisión de quien y como, que pusiera el precio del trabajo y que los abogados les quedara solo presentarse al concurso. O, mucho peor, que el propio Colegio sea quien defienda al ayuntamiento. Pues en nuestro sector está pasando tal cual. ¿Qué pasaría si eso se produjera y el Colegio se dedicara a llevar la representación legal de empresas o clientes? Pues que los abogados les demandarían y con total seguridad el Colegio dejaría de hacer estas prácticas. Y aquí, ¿Quién demanda? ¿Quién les dice que así no y que esas cosas no son las que les corresponde hacer? Pues nadie. En mi caso, decir estas cosas me cuesta ganarme enemistades y malas caras. Algo que me cansa porque en petit comité todos me dan la razón, pero en público nadie quiere señalar no sea que luego no me llamen o no tenga la posibilidad de hacer esos proyectos que convocan las asociaciones, federaciones o fundaciones. En mi caso llevo más de 15 años sin que nadie me llame, ni siquiera de jurado, porque no les gusta que alguien les diga que lo hacen mal. Que por ahí no. Quieren que les dejen hacer. Es lo mismo que los políticos cuando les pillan haciendo algo que éticamente no es correcto aunque legalmente lo sea. Demasiadas veces creo que tenemos lo que nos merecemos. Y os aseguro que cansa y desmoraliza ver un sector tan paupérrimo. Si los que nos defienden nos quitan el trabajo ¿qué podemos esperar? Estamos perdidos. Ya me gustaría que tuviéramos verdaderos defensores de los intereses de los diseñadores, pero para eso deberían cambiar muchas cosas. Demasiadas.

La competencia desleal de las asociaciones, federaciones y fundaciones

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