Tommy Clarke es un fotógrafo londinense apasionado por el mar y las costas. Es joven y aventurero y esto le ha llevado a realizar un tipo de fotografía con la que pocos pueden competir. En una época en la que los fotógrafos aéreos cada vez ven más competencia debido a la mejora de calidad de los drones, Tommy Clarke ha sabido diferenciarse y hacerse reconocido en su campo.
Tommy creció en la costa sur de Inglaterra. Allí, en la playa, pasaba casi todas las vacaciones de su infancia. Este fue el inicio cuando Clarke comenzó a interesarse por el mar, la tierra y la interacción entre ellos.
Su primer trabajo, Shore, fue una serie fotográfica de la playa de Bondi en Sydney; esa fue la primera vez que se colgó de un helicóptero para fotografiar desde una perspectiva distinta a lo que estaba acostumbrado esa interacción entre mar y tierra, y, además, cómo actúan las personas en ese proceso.
El fotógrafo se inclina bien fuera de la cabina del helicóptero para fotografiar desde un ángulo casi perpendicular. De esta manera, los barcos a la deriva o el curso del Ironman en Hawaii se convierten en estructuras gráficas –la transición entre la playa repleta de gente y el mar turquesa aparece como un patrón ordenado–.
No estamos acostumbrados a ver el paisaje de esta manera, y sentimos un impulso de descifrarlo. Una visión aérea y abstracta que atrapa al espectador y que le lleva a observar el mundo desde una perspectiva a la que no estamos acostumbrados.
Tommy Clarke no se quedó ahí, y decidió lanzarse al mundo para observar y mostrarnos cómo es esa interacción por todo el mundo; desde San Francisco a Utah, pasando por México, las Islas Canarias e Islandia, lo que le ha llevado a ganar el Sony World Photography Awards, Landscape Photographer of the Year selection.