El divulgador científico Jorge Wagensberg acaba de publicar Teoría de la creatividad. Eclosión, gloria y miseria de las ideas con la editorial Tusquets. Con motivo de ello, y tras publicar el número 4 de Gràffica sobre creatividad, decidimos hablar con él para preguntarle cómo percibe una de las cualidades más inherentes del ser humano
Investigador, escritor, museólogo y, ante todo, uno de los divulgadores científicos más destacados de España. Jorge Wagensberg (Barcelona, 1948) ha dedicado la mayor parte de su vida a la investigación y, ahora, su ensayo Teoría de la creatividad. Eclosión, gloria y miseria de las ideas revela las conclusiones alcanzadas tras 40 años de estudio. «Todas ellas apuntan hacia el espíritu creativo», nos cuenta. El libro, editado por Tusquets, ahonda en el mundo de las ideas arrojando diferentes cuestiones: ¿cómo surgen? ¿cómo maduran? ¿cuándo fracasan? ¿qué es, en definitiva, la creatividad?
Frente esta compleja pregunta, Jorge Wagensberg tiene una sencilla respuesta preparada: «La definición más obvia de la creatividad es la capacidad de crear. En realidad, se trata de crear conocimiento», indica para señalar, a continuación, que incluso la herradura que lleva un caballo es «conocimiento». La creatividad debe fluir con libertad, y tratar de reprimirla puede conducir, incluso, a «problemas de estabilidad mental», nos dice. Sin embargo, no todo vale bajo este amplio y ambiguo paraguas que acoge las ideas. «Creatividad no quiere decir que todo lo que sea crea tenga que ser importante, o trascendente. Un artesano que moldea un canto con sus manos también es creatividad. Se preocupa por el mundo de las ideas», apunta.
Lo opuesto a las ideas, precisamente, recibe un contundente mensaje por parte del científico: «Lo contrario a la creatividad es la mediocridad», asevera. Jorge Wagensberg cree, firmemente, que ser mediocre es algo que se escoge y se rebela contra ello. Sobre si la tecnología, en este contexto, nos está ayudando a entorpecer nuestra creatividad y, de alguna manera, volvernos más «cómodos» se muestra más dubitativo. «Toda la tecnología siempre tiene un buen uso y un mal uso, pero es fácil darse cuenta de en qué en lado se está. Si la utilizas para trabajar más, es positivo; si la usas para no pensar, pues no», alega. En cualquier caso, el divulgador científico no se reconoce a sí mismo como un ‘apocalíptico’. «Es un tema al que siempre volvemos. Hay libros que dicen que llega el fin de la literatura, o del arte… Eso nunca es verdad. Siempre que adquieres conocimiento abres una nueva ventana al mundo», se posiciona.
El diálogo es un buen antídoto para ello. Quizá por eso Jorge Wagensberg habla del Renacimiento con la añoranza de quien no ha vivido una época que envidia: «En el Renacimiento existían unas condiciones que favorecían el flujo de ideas. Ambientes donde había mucha conversación, donde el intercambio de ideas era generoso», reflexiona. Su proceso creativo depende mucho de cada proyecto («a veces la idea misma es la vida»), pero sí acude a rodearse de entornos similares para tratar de exprimir toda su creatividad.
En esos procesos el fracaso o el error pueden aparecer como un obstáculo. No lo ve así Jorge Wagensberg, quien considera que estos elementos son imprescindibles. «Uno de los problemas para mucha gente creativa es que les da pánico equivocarse, pero es fundamental», señala. «El científico se pasa todo el día equivocándose y, cuando se equivoca mucho, le dan el Nobel», bromea.
No es un recetario de ideas, ni un manual de consejos. Teoría de la creatividad es un humilde repaso a ejemplos de nuestra historia más reciente para apuntar hacia una premisa: la imaginación es fuente de placer, conocimiento. La creatividad, un concepto que no deja de estar vivo.
Actualizado 22/02/2017