Los sistemas de impresión más conocidos son aquellos que imprimen sobre superficies planas, normalmente papel, como por ejemplo en la impresión digital, la impresión offset, huecograbado… Pero, ¿cómo es posible imprimir sobre una pieza en tres dimensiones, en ocasiones de tamaño reducido y con superficies rugosas?
Gracias a la tecnología dentro del mundo de las Artes Gráficas, cualquier objeto que se pueda imaginar es susceptible de ser impreso sin importar su tamaño, el tipo de superficie que tenga, el material con el que esté fabricado o incluso si se trata de un formato bidimensional o tridimensional.
La clave para imprimir objetos en 3D está en el sistema de impresión basado en la estampación llamado tampografía. Debido a los componentes de la máquina impresora, con la tampografía se pueden imprimir zonas de una pieza donde otros sistemas de impresión no llegarían. La tampografía se adapta a cualquier superficie imprimiendo en una o más tintas.
¿Sabías que la tampografía surgió gracias a la industria relojera suiza?
Los relojes más famosos del mundo se decoraban a mano mediante un proceso artesanal en el que se invertía mucho tiempo y dinero. La evolución lógica y natural era encontrar un proceso de precisión que abaratara costes sin sacrificar la calidad final del producto y que preservara la delicadeza propia de los relojes suizos. En 1969 Pierre Schmind lo encontró. Logró inventar una máquina con la que se podían cumplir estos requisitos, ya que el elemento principal era un tampón flexible (una pieza de gelatina) con el que se podía impresionar objetos volumétricos. Inventó el sistema que precedería al sistema de impresión tampográfico actual.
A finales de los años 60 y a principios de los 70, se realizaron avances como la inclusión de almohadillas de silicona que permitieron agilizar el proceso. A partir de entonces muchos fueron los fabricantes de máquinas tampográficas, desarrollando así la técnica y la industria que giraba a su alrededor.
¿Cómo funciona?
Como apuntábamos anteriormente, la tampografía está basada en el sistema de estampación. El proceso empieza con la creación de la imagen que va a ser estampada. Se crea sobre la superficie de una placa metálica o plástica que está recubierta por una emulsión fotosensible. Sobre la placa se coloca la imagen (impresa en acetato) que se quiere reproducir. Mediante un proceso químico ésta queda grabada sobre la placa, de manera que la forma impresora queda en huecograbado.
Una vez se tiene la imagen en relieve, es cuando actúa el tampón, normalmente de silicona. La placa se cubre de tinta. El excedente se elimina mediante un barrido con una cuchilla dejando únicamente la forma impresora impregnada. La placa es presionada por el tampón (en el que se queda impresa la imagen) y de éste se transfiere a la pieza a imprimir.
¿Qué se puede imprimir con tampografía?
Gracias a la flexibilidad del tampón y a su capacidad de amoldarse a cualquier forma tridimensional, la tampografía se emplea para imprimir multiples objetos desde merchandising a juguetes de cualquier forma y tamaño, pudiendo además imprimir textos pequeños a alta definición, aunque sin poder reproducir degradados o brillos. Lo más habitual son las piezas promocionales como tazas, bolígrafos, etc. incluso pelotas de golf. Cualquier objeto que se imagine puede imprimirse con tampografía.
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Actualizado 02/11/2020