El Centro Botín presenta la primera y más ambiciosa exposición monográfica de Carsten Höller (Bruselas, 1961) realizada hasta el momento en España. Un recorrido único por la última década de producción de este artista belga, reconocido internacionalmente por su exploración constante de la naturaleza de la experiencia del espectador, cuya interacción completa la obra de arte.
La exposición incluye catorce obras entre las que se encuentran algunos de sus trabajos más reconocidos junto a otros de reciente creación, creados específicamente para su exhibición en el Centro Botín.
La selección incluye piezas tan icónicas como Y (2003) o Elevator Bed (2010), en la que los visitantes podrán pasar la noche en el Centro Botín o High Psychotank (2015), una obra que les permitirá sumergirse y flotar en un gran tanque.
La decisión de inaugurar el nuevo Centro Botín concebido por Renzo Piano con Carsten Höller responde al interés de la Fundación Botín en la idea de que el arte sea una experiencia fruto de una interacción activa entre el visitante y la obra de arte. La obra de Höller requiere una aproximación más voluntaria a la obra de arte, pensada como un medio que nos haga más conscientes y vigilantes y nos permita, quizás, adoptar un enfoque más crítico de la realidad como una construcción compleja.
Valiéndose de la propia arquitectura del edificio para definir la estructura de la exposición, Carsten Höller ha optado por replicar la simetría de un amplio espacio abierto, con dos grandes ventanales a cada extremo, para crear dos recorridos diferenciados. El primer itinerario concluye ante una espectacular vista de la ciudad, y el segundo ante otra, no menos impresionante, de la bahía de Santander.
Esa idea de dividir en dos la experiencia de la exposición es muy representativa de la investigación que Höller tiene en marcha sobre la noción del doble, de la duplicación, una idea que a su vez entraña la obligación de elegir. A la entrada, como puerta de acceso a la exposición, el visitante se encuentra con la famosa Y, una obra presentada en la Bienal de Venecia de 2003, que le confrontará ya con la decisión de qué camino seguir. La escultura, un corredor con una entrada y dos salidas, da título a la exposición: leída como signo de bifurcación, la Y apunta a la necesidad de tomar decisiones para construir nuestra propia vivencia de la exposición. Además, a la Y, la ípsilon griega, se la conoce como la letra de Pitágoras, pues el filósofo y matemático griego la utilizó como divisa del camino hacia la virtud o hacia el vicio. Varios campos científicos la emplean también como símbolo, por lo que, vista desde ese ángulo, estaría anunciando el carácter científico y experimental de la investigación artística que Höller ha venido desarrollando a lo largo de su trayectoria.
De hecho Carsten Höller se formó como científico y es Doctor en Agronomía, especializado en las estrategias de comunicación olfativa de los insectos. El periodo inicial de su carrera artística —hasta 1994— lo alternó con su labor de investigador entomólogo. Personaje clave de una generación de artistas cuya investigación se basa en eso que en ocasiones se ha dado en llamar «estética relacional», Höller elabora sus obras como interfaces dirigidas a desencadenar una experiencia. Siendo indudable la calidad escultórica de su trabajo, es la forma en la que el visitante interacciona con sus objetos lo que completa la obra. Igual que haría un científico en un experimento de laboratorio, el visitante activa la pieza y luego observa el resultado de su propia interacción. El giro perceptual inducido por cada trabajo es esencial en el enfoque creativo de este artista que ha investigado, entre otros aspectos, el efecto de las ondas luminosas o de la absorción de productos químicos en su actividad cerebral y en la de su público, y las consecuencias en la percepción del mundo circundante.
Así, el efecto de los destellos luminosos da origen a 7.8 Hz, una intervención en el sistema de alumbrado del parque público que rodea al Centro Botín. El efecto del parpadeo fue, ya en los años veinte, objeto de unas investigaciones en Alemania que desembocaron en la invención de la electroencefalografía. El título, 7.8 Hz, alude a la frecuencia concreta de los destellos luminosos de la obra. Conocida como «Resonancia Schumann», se corresponde con uno de los campos electromagnéticos de la Tierra, pero también una frecuencia de gran potencia utilizada en la sincronización de las ondas cerebrales; estimula los niveles de crecimiento de las hormonas humanas y el flujo de sangre en el cerebro, provocando con ello un profundo estado de consciencia. Ese mismo efecto de parpadeo se emplea en Light Corridor, la pieza más reciente de una serie de obras desarrolladas por Höller usando esta frecuencia.
La muestra expone también nuevas versiones de Swinging Curve (2009) y Swinging Spiral (2010), dos estructuras en forma de túnel suspendidas aproximadamente a un centímetro del suelo y cuyo ligero balanceo altera nuestra percepción del espacio. Seven Sliding Doors (2016) es otra estructura en túnel, consistente en siete puertas automáticas cubiertas de espejo por ambas caras, instaladas a igual distancia. Al avanzar por el pasillo cubierto de espejos, la apertura y cierre sucesivos de las puertas amplifican y reducen un espacio que multiplica nuestro propio reflejo.
Basada en experimentos militares de aislamiento sensorial, High Psychotank (2015) consiste en una construcción elevada que contiene un tanque lleno de agua saturada de sal de Epsom y a la temperatura del cuerpo. Al descansar en esa solución salina, el cuerpo humano logra un grado de plena relajación difícil de obtener por otros procedimientos.
Además de en la dualidad del recorrido expositivo, el concepto de duplicidad, de lo doble, impregna el trabajo de Carsten Höller, un interés del que Twins es un claro exponente. Iniciada en 2005 en Tokio, desde entonces la obra no ha dejado de crecer, ya que cada vez que se expone, incorpora una pareja de gemelas idénticas locales. La versión santanderina muestra grabados en vídeo de nueve pares de jóvenes mujeres procedentes de nueve países diferentes. Presentados en unos monitores colocados en forma de corredor, los dos miembros de cada pareja se sitúan uno frente al otro y pronuncian, en su propia lengua, afirmaciones opuestas.
Aunque el concepto de lo doble es clave en la obra de Carsten Höller, el artista explora también en una serie de trabajos la idea antagónica de la división. Esta investigación la empezó con Division Wall, un dibujo mural que recurre a la fórmula matemática para pintar una pared dividiéndola en fragmentos, cada uno de ellos de la mitad del tamaño del anterior. La estructura Platform obedece al mismo principio: cada una de las porciones circulares móviles, insertas en la superficie de metal, es la mitad que la anterior. Al pisarlas, el espectador o espectadora activa su rotación, pudiendo alterar con ello el curso de su visita.
Retomando su antiguo interés por la ciencia del comportamiento, Carsten Höller ha trabajado a menudo con pájaros, más concretamente con canarios. Canary Scale es la última iteración de esta investigación. En ella, dos jaulas de igual tamaño, suspendidas del techo y unidas entre sí por una balanza, contienen un número idéntico de canarios de especies diferentes. Las dos pajareras son además similares en diseño, peso y características. La aguja y el fiel de la balanza permiten al visitante determinar si los dos elementos cuelgan al mismo nivel, o si los movimientos de los pájaros alteran el equilibrio. El visitante se verá inclinado a observar las diferencias de comportamiento de los habitantes de cada jaula: su canto, sus patrones de vuelo, etc.
Aunque en una primera impresión el título de Y pueda sonarnos engañosamente simple, las múltiples interpretaciones que evoca y la complejidad de su significado lo convierten en símbolo perfecto de una experiencia de múltiples capas.
Höller dirigirá, además, a un grupo de quince jóvenes artistas internacionales, en el Taller de Artes Plásticas de Villa Iris organizado por la Fundación Botín. Desde 1994 estos talleres han congregado cada año en Santander a creadores de la talla de Juan Uslé, Gabriel Orozco, Julião Sarmento, Miroslaw Balka, Antoni Muntadas, Jannis Kounellis, Mona Hatoum, Paul Graham, Tacita Dean o Carlos Garaicoa, entre otros.
La Fundación Botín agradece la colaboración e implicación de Inelcom y de la Colección Olor Visual, dos empresas españolas visionarias gracias a cuyo know-how el artista ha podido producir dos nuevos «experimentos». También agradece la colaboración de la Hayward Gallery (Londres) y de Thyssen-Bornemisza Art Contemporary (Viena), coproductores de dos obras de esta exposición.
Carsten Höller
Carsten Höller (Bélgica, 1961) se formó como científico y es Doctor en Agronomía, especialista en estrategias de comunicación olfativa de los insectos. El periodo inicial de su carrera artística —hasta 1994— lo alternó con su labor de investigador como entomólogo. Höller elabora sus obras como interfaces dirigidas a desencadenar una experiencia en el visitante. Siendo indudable la calidad escultórica de su trabajo, es la forma en la que el público interacciona con sus objetos lo que completa la obra. Holler que ha investigado, entre otros aspectos, el efecto de las ondas luminosas o de la absorción de productos químicos en su actividad cerebral y en la de su público, y las consecuencias en la percepción del mundo circundante.
Qué: Exposición Carsten Höller, Y Dónde: Centro Botín, Muelle de Albareda, s/n Jardines de Pereda 39004 Santander Cuándo: Del 24 de junio al 10 de septiembre → centrobotin.org