5 consejos para diseñar humanos digitales

Marlon Núñez, escultor 3D y embajador de Wacom, da las claves para diseñar humanos digitales.

5 consejos diseñar humanos digitales

Los humanos digitales son una representación CG de una persona real. Cuanto más precisa y compleja sea esta creación, más se acercará a su equivalente real. La escultura digital ha revolucionado la forma de hacer modelos 3D. Donde antes los artistas 3D tenían que utilizar técnicas de borde o subdivisión para crear modelos para los juegos, ahora pueden «esculpir» modelos utilizando un software específico y una tableta gráfica basada en un lápiz o una pantalla conectada a su ordenador.  Aquí tienes 5 consejos clave para aprender a diseñarlos.

1- Antes de empezar: no basta con mirar una cara

Aprender a hacer que los modelos 3D se parezcan a los humanos reales requiere mucho tiempo y esfuerzo. El paso inicial para empezar con el diseño de personajes no es tan sencillo como la observación. Es necesario tener una base previa sobre las estructuras anatómicas para poder “leer” un rostro, sus rasgos y formas. En concreto, es importante tener una base en tres conceptos: anatomía, silueta y sobre todo saber leer el atractivo del personaje.

Es interesante ver las características que hacen que cada rostro sea único.

2- El personaje debe «estar vivo» antes de poder ser animado

Cuando se diseña un personaje digital, es importante buscar las imperfecciones y los pequeños detalles que hacen que esa cara se diferencie del resto. A primera vista, tendemos a centrarnos en los ojos, por lo que esta es el área en la que se debe invertir la mayor parte del tiempo de creación. El nivel de complejidad del ojo humano hace que esta sea un área muy interesante de explorar, y en la que tendremos que centrarnos para conseguir que nuestro personaje tenga expresión. Además de esto, tenemos que buscar asimetrías, micro expresiones en la cara que distingan a este personaje de cualquier otro.

5 consejos diseñar humanos digitales

La etapa de desarrollo de la mirada es la más importante, porque es cuando se introducen en la ecuación todos los elementos del rostro. La similitud en cada zona de la cara, la barba, las cejas, la pigmentación de la piel, las marcas de nacimiento, etc… esta parte del proceso es la más importante, y la que más tiempo consume si queremos que un rostro salga como deseamos.

3- Centrarse en las formas principales

La mayoría de las veces el arte se centra en detalles terciarios, haciendo que los poros y otros elementos secundarios sean extremadamente visibles, como en el caso del arte hiperrealista. Pero, ¿cuántas veces nos hemos fijado en la porosidad de un amigo o familiar? No solemos fijarnos en estos detalles, sino en la asimetría y los volúmenes de los rostros. Aquí es donde hay que hacer hincapié. Lo importante es centrarse en las formas principales.

No es que los terciarios no sean importantes, pero la prioridad debe ser siempre conseguir que los primarios funcionen y luego entrar en los terciarios.

4- Utilizar las herramientas adecuadas

Para empezar haciendo las proporciones básicas de la cara y los datos de anatomía para que sea creíble es recomendable utilizar programas como Zbrush, para luego pasar a modelar con Maya. En todo el proceso es importante contar con un lápiz que permita la precisión necesaria para modelar en 3D sin errores, como el Wacom Pro Pen 2. Y si nos adentramos en los detalles terciarios de un rostro, se recomiendan los monitores de lápiz de alta resolución como el Wacom Cintiq Pro para enfocar los detalles terciarios y las arrugas.

5- Buscar una segunda opinión

El modelado es un proceso muy orgánico y no hay ningún paso fácil, en algunos casos el modelado se consigue en la primera semana y otras veces puede llevar meses. Tener una segunda opinión nos ayuda a poner el trabajo en perspectiva y encontrar nuevos ángulos. Después de muchas horas seguidas mirando la misma cara podemos dejar de ver errores o conflictos en el rostro. Así que anímate y pregunta a tu pareja, a tus padres, a tus amigos …..  Puede que te ayuden a ver algo que se te escapó.

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