Visitamos la sede de la Academia de Cine en Madrid para adentrarnos en su archivo. Queremos saber qué material gráfico se conserva allí, si existe un registro de autores de las piezas (carteles, pressbooks, tráileres, etc.) y si cualquiera puede acceder a esa documentación.
Cuando oímos “Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España” pensamos inmediatamente en los Premios Goya, cuya gala se celebra anualmente desde 1987 para reconocer y difundir la labor de (casi todos) los profesionales de la industria del cine español. Pero la actividad de la Academia va más allá de lo que muestran los focos: sus sótanos, junto a los de Filmoteca Española, albergan nuestro patrimonio audiovisual.
Además esta institución cuenta con un programa de residencias recién estrenado, una zona de coworking para socios, una revista que se lleva editando veinte años, una agenda de actividades para el público y una biblioteca. En ella nos colamos de la mano de Patricia Viada, sin cuyo esfuerzo y tesón este catálogo no sería el mismo.
«Lo primero que hice al llegar al Departamento de Documentación, Archivo y Biblioteca de esta casa, en 2007, fue traer en camiones el material almacenado en la Escuela de Cine. Clasificar aquel caos llevó bastante tiempo de investigación».
Especialmente delicado fue su trabajo de conservación de carteles (actualmente tienen unos 2.000): «Algunos venían muy mal, habían sufrido humedades y llevaban años enrollados. Les di la vuelta, fui cambiándolos de calor a frío… hasta que estuvieron en condiciones de almacenar en planeros». Cada cajón corresponde a una edición de los Premios (de 1987 a 2019) salvo tres: destinados a cine europeo, cine iberoamericano y “clásicos”. Denominan así a todo lo anterior a los Goya, que ha ido llegando de donaciones particulares, salas que echaron el cierre o productoras. «Aunque el verdadero archivo histórico está en Filmoteca», comenta.
Una de las grandes aportaciones de Patricia fue incorporar a las bases de los Premios la obligación de enviar una serie de piezas para poder inscribirse: película, guion, banda sonora, making of, foto fija, tráiler, cartel, dosier de prensa. «Es la forma de preservar nuestra memoria fílmica, ya que el depósito legal audiovisual no obliga a depositar las obras en ninguna parte. Si no, ¿cómo sabemos quién las guarda y dónde?». En esto coincide con Mercedes de la Fuente (responsable del Centro de Conservación y Restauración de Filmoteca Española) que, en la entrevista que concede a María Gil para el último número de la revista Academia, se pregunta qué archivos podremos abrir en el futuro y si tendremos acceso a los servidores y plataformas que atesoran la cinematografía actual.
«Nuestra labor —dice Patricia— no siempre se entiende pero es necesaria. Hay que dedicar tiempo a catalogar las películas y sus materiales, dejando constancia de autores y protagonistas. No es un trabajo de cara a la galería, no sirve para la foto de Instagram, pero es el alma de esa foto».
«Nuestro cine es nuestra historia, y esta es la casa del cine español».
Desde el ámbito del diseño hay que agradecer a Patricia que, a pesar de no estar representados en los Premios, sí tengamos un hueco en el archivo de la Academia. Y que su base de datos contenga desde 2014 (a petición de quienes coordinábamos el Proyecta a Mejor Cartel de Estreno) la autoría en este campo. «Es una información que tendría que facilitarnos la productora o la distribuidora, como hace con el resto de implicados en la obra, pero no suele hacerlo. Y es complicado localizarlo de otra manera». Animamos a quienes inscriben las películas y a los diseñadores a incluirlo.
La biblioteca está abierta al público pero ella nos permite, además, para este artículo, consultar documentación de acceso restringido. Allí encontramos joyas que forman parte del desarrollo de la obra pero no llegan al espectador: fotos de rodaje, bocetos de escenografía, figurines de vestuario, carteles alternativos, piezas especiales de marketing, pressbooks. Nos fijamos sobre todo en estos últimos. Esta pieza, destinada a presentar la cinta a los medios para su promoción, suele gozar de libertad creativa y refleja por dónde han ido los tiros durante el desarrollo de la película, el trabajo conceptual que hay detrás y cómo confluyen en ella los distintos talentos.
Así vemos el universo Almodóvar plasmado en el dosier de Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988) por Studio Juan Gatti, con esa estética ochentera sofisticada y desenfadada.
Óscar Mariné, al frente de O.M.B, inventa un fanzine para El día de la bestia (1995) con historietas de Mauro Entrialgo y Miguel Ángel Martín que refleja a la perfección el tono punki de la película, a qué público se dirige y cómo se lo debieron pasar (“diseño gráfico y espiritual”, lo llama).
Para Los Otros (2001) se rescata una pieza clave del guion: el álbum de fotos de personas muertas. El diseño y el tratamiento fotográfico recrean la atmósfera que se respira en pantalla. Un gran trabajo de MK&Co. Solutions o, como el cartel, de Art&Maña.
USER T38 hace un cuento clásico ilustrado por Raúl Monge para El laberinto del fauno (2006) donde se mezclan, como en la cinta, magia y cruda realidad. Para ello enturbian las fotografías.
El dosier de Blancanieves (2012), de Jordi Rins, remite a las cartelas de cine mudo, situándonos ya en el ámbito de la película. Y juega con texturas, como el celuloide en blanco y negro.
Las películas pequeñas, de menos presupuesto, no cuentan apenas con material gráfico. Y las bases de inscripción de cortometrajes y obras extranjeras no requieren estas piezas. Aún así nos quedamos con ganas de indagar más. Pero ya le hemos robado mucho tiempo a Patricia (que contagia pasión por la historia del cine) y tiene una nueva edición de los Goya, la 34 ya, sobre la mesa que catalogar.
El diseño ayuda a dar forma a las películas y es esencial para su promoción. Desde aquí animamos a la Academia a hacerle un hueco, además de en sus fondos, en su fiesta del cine.
Actualizado 14/08/2019