Entre meteoritos y ostras marinas, la nueva exposición individual de Matías Duville, con la curaduría de Anissa Touati, propone un paisaje frío e hipnótico. Cinco esculturas extrañas y monstruosas de tamaño monumental arman un recorrido espacial que sumerge al espectador en profundidades oscuras, pesadas, reales y contundentes. En la fecundidad de la oscuridad, la extrañeza y el silencio, cada escultura se erige como una marca en la tierra, tan topográfica como mental.
El cambio de escala está en el corazón de la obra de Matías Duville, ilustrando cuán irrisoria es la “realidad”: el arco del círculo siempre parece ser una línea recta para quien lo atraviesa. Lo importante es ver las dos caras de una misma moneda, el amigo y el enemigo, el culpable y el inocente. En la escala de la eternidad, nuestro mundo visible pierde significado. No hay más singularidad, no hay más responsabilidad. Individuos, lugares y sucesos son intercambiables y lo que se creía que era único resulta ser sólo una repetición.
Romance atómico aborda la tensión que emerge cuando elementos que parecían invisibles toman nuevos e inesperados significados. Ostras monumentales y formas derivadas contienen un secreto que simboliza la sublimación de instintos, la espiritualización de la materia, la transfiguración de elementos, la evolución. Se asemeja al hombre esférico de Platón, un ideal de perfección del origen y el fin del hombre. La perla nace, según la leyenda, cuando un rayo o una gota de rocío cae sobre un caparazón; es, en cualquier caso, el trazo de la actividad celestial y el embrión de un nacimiento, sea corpóreo o espiritual, como la perla Afrodita.
Un rompecabezas móvil que aviva la imaginación y atrae al espectador hacia un mundo donde todos los puntos de referencia se tornan fluctuantes. Sobre El fondo inestable, un vasto espacio cubierto de nieve y hielo, Matías Duville dice: “es algo utópico, una especie de escena idealizada, como la proyección perfecta de uno mismo. Cambio la gravedad, muevo los elementos. Es una proyección de la mente. Un pequeño Big Bang. Una acción-reacción proveniente de una pequeña molécula”.
Romance atómico busca acercarse al infinito del universo, del espacio y del tiempo, disolviendo la individualidad. Es un viaje o una iniciación, un fragmento de sueños que se desarman a la luz del día. Revelaciones repentinas ante la cercanía de la muerte, donde lo negativo retrocede y, en un instante, se despliega la película de una vida equivalente a toda la Vida.
Qué: Exposición Romance atómico, de Matías Duville Dónde: Galería Barro – Caboto 531, La Boca, Buenos Aires Cuándo: Hasta el 16 de diciembre de 2017 → http://barro.cc/es