Actualizado 13/11/2015
Esta semana se han entregado los Premios de la Asociación de Diseñadores de la Comunidad Valenciana, una gran noticia por lo que supone la valoración pública de la excelencia del diseño valenciano. No vengo a desvelaros los ganadores ni mucho menos, eso ya lo podréis leer en muchas otras informaciones. De hecho, muchísimas felicidades a todos ellos, en especial a Ibán Ramón, Dídac Ballester y Lavernia&Cienfuegos, los grandes vencedores de la velada.
Mi reflexión corre por otros derroteros. Me gustaría aportar algunas ideas para futuras ocasiones desde un punto de vista externo al diseño. Desde hace años, oigo a mis colegas (diseñadores) quejarse sobre la falta de interés que tiene la sociedad hacia el diseño gráfico y editorial (no confundir con el de moda, uno de los errores más recurrentes), de la ignorancia de las empresas sobre la labor fundamental de un buen diseño como herramienta empresarial y de la lejanía (hasta ahora) de algunas instituciones que no lo han considerado como una herramienta eficiente de comunicación.
Está claro que los diseñadores, como en muchas otras profesiones, deben hacer una labor didáctica sobre qué es el diseño y para qué sirve. ¿El diseño es sólo estilo y creatividad? ¿Es hacer las cosas más bonitas? ¿Vale realmente la pena hacer una inversión previa o “son caros”, como mucha gente se queja? El diseño es mucho más que todo eso. Es una solución a un problema, es una herramienta capaz de posicionar un producto, una marca o una empresa en un mercado saturado de impactos visuales, capaz de comunicar aquello que la empresa precisa, y a medio y largo plazo, una maquina de hacer dinero.
Porque en definitiva es eso, una herramienta más para que las empresas crezcan y sean más competitivas. Incluso diría más: es una herramienta de mejora de la sociedad en todas sus vertientes, y si no, miren hacia arriba, a los Países Nórdicos y su más que indiscutible apuesta por el diseño desde todas sus vertientes. Podría alargarme aquí y exponer ejemplos de diseño y éxito empresarial promovidos en estos países, pero creo que con mentar a Ikea sobra.
El diseño debería ser un must en cualquier proyecto. Una asignatura en cualquier escuela. Igual que un programa de facturación, un imprescindible en cada empresa. Un valor que nos haga estar orgullosos de nuestra sociedad. Es el refuerzo perfecto para un buen producto, un buen evento o una buena empresa. No le descubro nada a nadie si digo que una buena presentación ya te hace más de la mitad del camino.
Me parece una lástima que en los premios del pasado miércoles organizados por la ADCV nada de eso se pusiera en valor. Se ha premiado, únicamente, la creatividad, desconociendo en todo momento qué había detrás de cada proyecto, de cada identidad, de cada solución, de sus resultados económicos. Y con esto no quiero decir que los ganadores no sean merecedores de sus premios, que por supuesto lo son. Digo que me ha faltado esa vertiente didáctica que facilita el valorar el diseño como algo más que un estilo o un gusto estético, teniendo en cuenta otras cuestiones que también son intrínsecas al diseño y, que en este caso, no he visto ni en la presentación del proyecto (en su origen al propio jurado) ni en la entrega del galardón. ¿Eran esos proyectos además de excepcionales en su ejecución una herramienta válida para lo que fueron encargados? No lo sabemos.
Creo que si la propia ADCV no es capaz de guiar al jurado para que también premie esa vertiente del diseño, acaban haciendo unos premios de diseñadores para diseñadores, sin tener en cuenta al resto de agentes que conforman la sociedad, que son, al fin y al cabo, sus clientes, el motor que mueve la economía de estos profesionales.
Parte del problema se hubiese podido solucionar, simplemente, explicando el proyecto ganador con una voz en off o dejando a los galardonados explicarse. Subir al escenario, recoger su premio, y hablar de él. De cómo fue el encargo, su ejecución y el impacto que tuvo. Cinco minutos de resumen que sirva a todos para entender el mensaje detrás de esa imagen. Un discurso que hubiese podido estar apoyado por la empresa, que les acompañó en el escenario. Nadie mejor que los responsables que un día invirtieron en diseño para explicar la excelencia de éste.
Tampoco entiendo que el diseño de producto tenga un protagonismo tan desequilibrado con respecto al diseño gráfico. No comprendo que se queden proyectos como Mobiliario y Producto con la categoría de Plata desierta. No lo entiendo en una Comunidad que lidera en España las exportaciones de mobiliario y que es una industria que mueve millones de euros. Estamos en una Comunidad que históricamente es un referente en el sector del mueble, donde muchos de los diseñadores que ayer se sentaban en el patio de butacas, trabajan diariamente para diseñar producto, gráfico o comunicación con estas empresas de proyección internacional. Premiar únicamente a un estudio y una empresa, dejando desierta la categoría de Plata, me pareció un flaco favor a la industria y a sus diseñadores. Tenemos casos de excelencia de sobra para poner de relevancia en unos Premios de Diseño valencianos.
Y volvemos al origen. ¿Es el diseño una herramienta para la internacionalización? ¡Por supuesto! Es una de las herramientas clave. Es la llave para posicionar un producto en un mercado, para dar a conocer una marca, para adaptar su comunicación a los matices culturales de cada país. ¿Se vio eso reflejado en algún premio? Seguramente sí, pero imposible saber si no conoces la recámara de cada proyecto, la historia de esa imagen que proyectan en una pantalla.
Seguro que hay muchos que dicen que en unos premios valorar todo eso es imposible. Que no hay dinero. Que no hay que condicionar al jurado…. etc. Bueno, es una lástima. Porque estos premios podrían ser una fiesta del diseño general, no sólo para los diseñadores. Podrían ser unos galardones en los que no sólo se valorara el estilo o estética del proyecto, sino que se premiara también los procesos, los porqués, los cómos… y no tanto el qué. Porque éste es, al fin y al cabo, el verdadero trabajo de gestión del diseño, y lo que diferencia a estos profesionales de otro tipo de “pseudo-diseñadores”. Y no haciéndolo así, dejan a cada diseñador continuar la guerra por su cuenta. Con una labor didáctica personal y agotadora con cada cliente, con enfados y críticas porque no quieren pagar por un diseño, o lo que es peor, lo destrozan en sus adaptaciones.
Está fenomenal que representantes políticos vengan y apoyen los premios. Dos concejales y un Conseller. Un auténtico lujo… ¿no pensáis que se perdió una oportunidad excelente para hablar sobre el valor del diseño? Aunque fuera un discurso orientado a las pocas decenas de “no-diseñadores” que debía haber en la sala… Incluso fueron estas autoridades las que entregaron el premio. ¿Pero sabían el por qué del galardón? Ni ellos, ni nadie, porque no hay una argumentación sobre cada uno. Se eligió uno y no otro porque sí, por una reflexión que en su día hizo un jurado pero que el resto del mundo desconocemos. Jurado, por otro lado, formado únicamente por diseñadores (eso sí, de muy reconocido prestigio), pero sin un punto de vista ajeno a la profesión que pueda valorar algo más que la creatividad e imagen del proyecto.
Si queremos que esos mismos representantes institucionales confíen en nuestros diseñadores para los encargos de nuestra sociedad, es fundamental explicarles el por qué del diseño como herramienta funcional y eficiente. Si no, es como entregar unos premios de escultura o pintura, donde se valoran cuestiones artísticas pero no empresariales. Y ahí volvemos al inicio de todo: a que la gente considere el diseño como un bien de lujo, caro e inaccesible al que pocos pueden acceder. Nada que ver… pero claro, a este paso, eso lo sabemos cuatro.
Los diseñadores en general y la asociación en particular deberían, cada día de su vida, vanagloriarse de la eficiencia de su trabajo, de cómo un diseño consigue ser una herramienta con fines para el crecimiento económico. Eso ayudaría a llamar la atención de la sociedad, y así hacerles saber de la inmensa suerte que tienen de contar, al lado de su casa, con profesionales tan buenos como los que conforman la profesión de diseño en nuestra Comunidad. Me parece una pena haber perdido una ocasión tan excepcional para hacerlo saber. Pero habrá muchas más, y espero que este artículo pueda ayudar al cambio.
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María Benavent, periodista y agente de prensa de diseñadores y empresas.
@malabe_12
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El artículo es muy interesante y creo que es una gran reflexión.
Los premios ADCV, como otros, por ejemplo los Lluna de publicidad, nacen y se dan desde la subjetividad y carecen de toda profesionalidad.
Si quieres ser artista, se artista y vive de ello.
Si quieres ser diseñador, crear y diseña en función de un objetivo.
Y si quieres dar unos premios para fortalecer la profesión (el fortalecer la profesión debería ser el objetivo de la asociación) nunca puedes aceptar “autoproyectos” o “experimentos” que no responden a ningún objetivo.
Si el diseñador depende de la empresa, en el jurado, debe estar la empresa representada. el que estuvieran dos concejales y un conseller, no debe de ser más que unos “floreros” en un mundo profesional.
Pues la verdad es que estoy plenamente de acuerdo con el artículo y con
algunos de los planteamientos que se hacen por aquí. Pensaba que las
sensaciones que me había llevado de la gala eran algo personal, pero veo
que no fuí el único que se planteó la misma reflexión.
Vaya por delante que me alegro por los premiados, y que me alegro también
porque el acto se celebrara y saliera lo suficientemente bien para
que todo el colectivo esté orgulloso, pero eso no quita para que uno
tenga capacidad para ver cosas muy mejorables o como mínimo
opinables.
Estando de acuerdo con la profesionalidad del jurado, no puedo estar de
acuerdo en que solo sean tres miembros, y que como según dijeron
“cada uno respetara su especialidad”. Para mi eso es casi garantía de que los trabajos estén muy vinculados al estilo concreto de una persona, y eso no puede ser
bueno. Estilos hay muchos y probablemente todos correctos. Más
variedad en el jurado implicaría más variedad de estilos en el tipo
de proyecto seleccionado, y de paso más garantías de transparencia (seamos serios, que los trabajos se elija sin firmar no garantiza nada).
En cuanto a la cantidad de trabajos, como dice Nacho, yo también opino
que la selección debe venir hecha de casa. No pueden haber 5
trabajos finalistas y que cuatro sean de la misma persona, no es serio. En muchos premios/concursos se limita la cantidad de obras de cada autor precisamente para favorecer la variedad de propuestas y estilos, facilitar la labor del jurado, y porqué no decirlo, obligar a elegir e igualar oportunidades, y para que la cuestión económica o la cantidad de trabajos que pueda haber hecho un estudio no sean una ventaja determinante.
También me sorprendió la cantidad de autoproyectos en muchas de las
nominaciones. ¿Pero no queríamos fomentar el binomio
diseñador-empresa? ¿No se supone que el diseño responde unas
necesidades comerciales, de marketing, de producción, de
comunicación, estratégicas, etc? ¿Entonces porque se selecciona
un autoproyecto-experimento casi arte igual que un diseño con una
producción real detrás? Solo en algún apartado lo veo justificado,
en otros no. ¿Es problema de jurado o de criterio?
Y otra cosa que también me sorprendió es que en una categorías
hubieran premios oro y plata, y en otras solo oro. ¿De verdad existe
un límite tan claro entre lo que es todavía premiable y lo que no?
¿No sería mejor dar un único premio y ya está? Al igual que las nominaciones, en unos apartados cinco, en otros tres, en otros dos…
Hay otros pequeños detalles mejorables de la gala (la terrible proyección de los trabajos o que se llamara repetidamente a gente que nunca subía…), de los premios (excesivo peso del gráfico sobre el producto), pero son solo eso, detalles muy fácilmente mejorables en ocasiones próximas. Lo que me preocupa a mí de verdad es cual es el criterio de selección de los finalistas, y sobre todo de los ganadores, y no creo que debiera ser únicamente el estético en una profesión en el que la función, al menos para mi, sigue existiendo, y donde ajustarse al briefing del proyecto es tan importante como el resultado final. Si no tenemos claro lo que somos y lo que hacemos, ¿como lo van a tener claro los demás?
Y si, el cartel ha de comunicar, las marcas se han de entender, y el producto ha de ser usable. Lo mejor de la gala, que ocurrió, de los premios, que existen, pero son muy, muy mejorables o no tiene ningún sentido.
Waldi, creo que hoy día, la asociación sólo se preocupa por sobrevivir. Y hasta esto lo están haciendo fatal.
Venga, vamos, sigamos criticando a una de las pocas instituciones que se preocupan por el diseño, sigamos hundiendo la profesión un poco más… tenemos lo que nos merecemos
Muy bien María!
Alguien tenia que hacerlo y has tenido las narices. Solamente matizaría, que mas que la creatividad, se ha premiado un estilo en estos premios.
Bravo María! No puedo estar mas de acuerdo. Bravo!
Hola
Estando de acuerdo con la esencia del articulo quiero añadir dos cosas:
El cartel es un elemento de comunicación que tienen los clientes para poder vender su producto, por lo cual debe llevar una estrategia y un posicionamiento de este y que el público lo perciba y que al final… Compre! Si lo siento esa es la finalidad de nuestro trabajo. Cuando un Cartel no cumple estos requisitos pasa a denominarse, arte y se convierte en un cuadro muy bonito (o feo) que te puedes colgar en tu casa y admirarlo, pero ese cuadro comunica demasiadas cosas para ser un Cartel. El miércoles el la gala de los premios, vi más Cuadros que Carteles.
La segunda cosa que quiero añadir es que creo que es contraproducente enviar 7 piezas de un mismo estudio/diseñador a una categoría, desvirtúa esta categoría y dice muy poco del diseñador, hace falta ser más críticos con uno mismo!, la ley de los grandes números no es buena aplicarla y creo que desde la ADCV debería poner coto a esta práctica.
Felicidades a la ADCV por esta gala y a todos los premiados, simplemente escribo para hacer una pequeña reflexión.
Un abrazo a Todos
NGT