Muchos saben de mis recelos a los premios de diseño y todos los problemas que hay en torno a este tipo de actos. ¿Y si no nos gustan los premios, por qué dar unos?
Ese fue el punto de partida para darlos. Demostrar que las cosas se pueden hacer de otra manera e intentar hacer ver y resolver los problemas en torno a los premios y selecciones de diseño. Porque no entendemos cómo los diseñadores, que son críticos por naturaleza, no son capaces de ver algunas cosas.
Unos premios a los que no te puedes presentar
Siempre he dicho que conocerás el tamaño del ego de un diseñador por la cantidad de premios que aparecen en su curriculum. Seguramente todos se los merecen, pero si observamos los matices que hay detrás de un premio o selección en publicaciones de diseño, la cosa no es tan trivial.
Hay que pagar por participar
A tanto por pieza y descuento por cantidad. En algunas publicaciones incluso hay que pagar por enviar el trabajo a riesgo de no ser ni seleccionado. Es decir, no solo se le da el premio al que tiene un buen proyecto, sino al que puede pagar por presentarse. Algunos sacan un cantidad importante. Solo hay que contar las páginas del catálogo que publican y multiplicar.
Nosotros no pretendemos ganar dinero (la verdad es que somos un poco tontos), pero pensamos que no es lógico pagar por que te den un premio. Por eso, hemos creado unos premios a los que no se puede presentar nadie, pero en el que todos participan, sin que les cueste nada.
Se premia lo anecdótico
Una vaca fosforescente que si la miras con un ojo es un perro pero si la miras con el otro es un camión. La marca de un centro rural de tu tío que te deja hacer lo que te da la gana. Un auto-proyecto inventado tomando cervezas y en el que no hay cliente… así podríamos seguir hasta el infinito.
Nosotros sabemos que no podemos premiarlo todo y que cualquier lista siempre es imperfecta, pero pretendemos premiar lo que consideramos importante, lo que consideramos que hay que tener en cuenta, pero sobre todo el trabajo bien hecho. Y bien hecho no solo son aquellos proyectos con gran repercusión y con buenos presupuestos, sino cosas con concepto, con idea, que muestran el saber hacer de los profesionales y del trabajo duro y con experiencia.
Se premia lo mejor de lo presentado no lo mejor de verdad
Se otorga la etiqueta de ‘mejor’ marca, naming, web… y resulta que es un trabajo casi de tercer nivel. Que es bonito no lo duda nadie, que está bien hecho tampoco, pero que la marca del albergue rural de tu tío sea ‘lo mejor del año’ es muy discutible pensando que no solo la exigencia era casi nula, sino que además tu experiencia en este campo es más que cuestionable. «¡Soy el mejor haciendo marcas!», gritan algunos. Bueno, eres el mejor de lo que se ha presentado y más vale que no tengas que hacer un marca de verdad porque seguramente en la primera reunión con el consejo de administración de la empresa te tumbarán esas magníficas ideas tan ‘brillantes’ que traías.
Creemos que no es justo darle premios a quien no lo merece pero que se presenta y no dárselos a quien los merece pero por no presentarse, acabar dándoselo a lo menos malo.
No se saben los criterios a tener en cuenta
«Todos los que tienen fondo blanco no molan». Una frase como esta se puede escuchar entre un jurado cualquiera, sin que este criterio se haya explicado a los participantes. Eso sí, todos los que tienen fondo blanco han pagado religiosamente.
En casi todos los premios se dice donde encajará un trabajo, en que categoría, pero no qué criterios serán tomados en cuenta (de forma precisa y concreta) para valorarlo. Incluso puedes encontrar en la misma categoría cosas que no deben compartir espacio solo porque sean ‘carteles’.
Pero sobre todo, la mayoría de jurados, y en algunos he participado o he estado presente, la cosa transcurre con la frivolidad de: «esto me gusta», «ufff este no tiene ni idea»… sin voto secreto, poniendo un bolita a lo que te gusta sin más, con comentarios que intentan influenciar al resto de los miembros, o con imposiciones absurdas, «está bien, pero como no utiliza Helvetica no mola».
En los premios gràffica el criterio es muy claro. Solo buenos proyectos. Buenos trabajos. Buenos profesionales. Y sobre todo influencia cero. En estos premios se ha votado de forma anónima y online con lo que el que ha considerado que la candidatura ‘x’ no era buena, no le ha votado y listo. El jurado propone sus candidaturas y las tiene que defender delante de los demás con los motivos por los que esa candidatura merece el premio. Si no convence nadie vota. Y os aseguro que cuesta mucho convencer cuando la propuesta no está a la altura.
Es más, hemos creado una pequeña maldad para la elección. Los miembros del jurado solo tenían 5 votos para dar entre 40 proyectos. Tienes que afinar mucho para darle tu voto a uno y no a otro.
Sabemos que recibiremos críticas y aplausos por todo esto, pero nos gustaría que además de que estos premios se conviertan en el futuro en una referencia, que todo esto sirva de reflexión a un colectivo que no lo está pasando especialmente bien en estos tiempos tan duros que nos ha tocado vivir, y que sobre todo sea una alegría para todos, que sea una celebración de las cosas bien hechas.
Actualizado 27/11/2015