Políticas de diseño o gastar dinero de todos en diseño

Durante años hemos visto a políticos gastarse el dinero público de forma obscena y a los diseñadores —tan amantes de lo correcto, lo ortodoxo y lo ordenado— echarse las manos a la cabeza. Pero qué pasa cuando somos nosotros los que nos gastamos el dinero de todos. ¿Somos igual de críticos, igual de exigentes? Pues visto lo visto parece que no. Se repiten los patrones. Cuando estamos en el año en que más dinero se está invirtiendo en promocionar el diseño y todo lo bueno que tiene, parece que nos gastamos el dinero público con la misma alegría con la que se lo gastan los políticos. Si hay que hacer algo, hagámoslo por todo lo alto. Si nos podemos gastar medio millón de euros para qué nos vamos a gastar menos. Si tenemos que hacer fiestas, hagámoslas como si no hubiera un mañana. No es muy difícil ver los mismos vicios que se gastan los políticos. Premiar a los míos, hacer mucho ruido y que quede un bonito edificio. Además, al igual que aquellos, lo importante es lo bien que nos lo hemos pasado. Es vergonzoso ver que lo más importante es la alegría que desata todo acto. El «somos los mejores», «qué bien nos lo hemos pasado» es la consecuencia habitual. Emborracharse de alegría es fácil con el dinero de todos. Y quién les dice que lo que han hecho está mal, o tiene defectos o mejoras evidentes. Nadie. Nadie se atreve a decirle al anfitrión de una fiesta de cumpleaños que mañana habrá que limpiar. Y que por muy bien que lo pasemos hoy, todo seguirá igual después de la fiesta. Eso sí: como la fiesta la pagan otros, tampoco será un problema. Ver las obras faraónicas de Calatrava llenas de errores y caprichos sin sentido nos parecía una aberración al corpus del diseño. Un Calatrava es un edificio que no sirve para lo que está proyectado, donde hay carencias básicas de aforo, sonoridad, seguridad y servicios, pero que es muy espectacular. Por muy bonito que haya quedado, si no cumple con lo básico, es un mal edificio. Pues nos ha pasado lo mismo. Calatrava se erigía como casi el inventor de la arquitectura, como el más innovador y perspicaz de entre los mortales. Parecía que antes de él no existió nada, y después de él todo sería mejor. Todo ello gracias al dinero de los demás, sin importar si sus edificios servían o no para algo. Pues ahora lo mismo. Pero igual que entonces, lo importante es que todos estemos contentos. Nadie parece mirar que nos estamos gastando el dinero, mucho dinero, para casi nada. El dinero público es como el aguinaldo navideño que nos lo gastamos en cualquier cosa porque no cuesta de ganar. Nos lo dan sin más y no hay que dar explicaciones sobre en qué nos lo gastamos. Las abuelas suelen decir aquello de «gástatelo en algo de provecho», pero habitualmente nos lo gastamos en ocio y diversión. Aquí lo mismo.Cuando alguien tiene dinero público en las manos debería hacerse varias preguntas para confirmar si su uso es el adecuado. Primero. Si este dinero fuera mío, ¿me lo gastaría en esto? Es fácil utilizar el dinero de otros para hacer algo, pero cuando el dinero es tuyo lo miramos todo de otra manera. Lo que ocurre con el dinero de todos es que el que se lo gasta a final de mes cobra, pase lo que pase, y no arriesga nada. Si lo beneficios personales estuvieran sujetos a los beneficios del proyecto estoy seguro que el dinero se gastaría de otro modo. Segundo. ¿Para qué sirve lo que voy a hacer? No es difícil analizar una acción desde un punto de vista cualitativo. Si hacemos cosas con el dinero de todos que no sirven para nada no estamos haciendo un uso correcto del mismo. Y ahora mismo esto es fácil de observar, nada se mide en términos de valor. Tercero. ¿He hecho esto antes? Si el que gasta el dinero público antes no ha desarrollado lo mismo, no ha alentado las mismas acciones, los mismos proyectos, pero con menos posibilidades, y con su propio dinero y esfuerzo, es mala señal. Se suele caer en los vicios de los nuevos ricos. Gastar por gastar. Aparentar sin sentido. Si los que organizan eventos con dinero público los tuvieran que organizar con el dinero, el trabajo y la inversión de su empresa estoy convencido que no lo harían. Cuarto. ¿Qué va a quedar? El retorno a medio o largo plazo tiene que ser un fin ineludible. Qué diferencia habrá pasado un tiempo. Tendrá un beneficio real, tangible, medible. Si solo quedará un bonito recuerdo no estamos gastando el dinero de forma correcta. He asistido a cientos de eventos en el mundo y lo único que queda son bonitas fotos. Quinto. ¿Es una improvisación, una ocurrencia? Si se hacen las cosas deprisa, sin tiempo, con ideas de «pensat i fet», no suelen salir las cosas bien. Si las ideas no están bien asentadas, pensadas, medidas, evaluadas suelen salir mal. Lo que ocurre es que si el dinero no es tuyo es fácil llevarlas adelante. Por muy alocadas que parezcan no hay riesgo. Se hace y, si sale bien, «somos los mejores», y, si sale mal, no pasa nada. Nada de nada. El dinero público debe servir para ser motor de cosas. Al igual que hacen los inversores con las startups, tiene que ser el dinero semilla que permita crear para el futuro. También para fortalecer lo que ya se tiene. Si para la fiesta de cumpleaños traemos al mejor DJ del planeta nunca habrá un gran DJ en nuestra casa.No creo que sea bueno ensalzar y vanagloriar nuestras acciones si caemos en los mismos pecados de aquellos a los que antes señalábamos. No es bueno decir «qué buenos somos» si nos los decimos a nosotros mismos. Deberíamos estar orgullosos de utilizar el dinero público en políticas de diseño, en proyectos de diseño que signifiquen una mejora palpable en las condiciones del sector. Una última pregunta. ¿Qué diferencia hay ahora con antes? Pues, según mi percepción, que hacemos lo mismo pero con más dinero. Las mismas mesas, los mismos discursos vacíos, las mismas conclusiones y los mismos resultados. Me da la sensación de que nos hemos gastado mucho para tener muy poco de vuelta. Con más de 15 años analizando el sector algo de perspectiva tengo en la mochila. Algo más que los que llevan 12 meses. Seguramente esta no será la opinión de otros, estoy seguro, pero tengo ganas de que pase el tiempo y volver a analizar lo que fue y lo que quedó después de gastar el dinero de todos. Será divertido hacerlo.

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