¿El arte se basa en el talento? ¿El arte es producto de la genialidad? ¿Qué es lo que define a un artista? ¿Por qué el arte nos hace dudar de nosotros mismos?
Todas estas cuestiones son las que brillantemente abordan David Bayles y Ted Orland en el libro Arte y Miedo. Peligros (y recompensas) de la creación artística (Gustavo Gili, 2019).
Desde su propia experiencia como artistas —ambos son fotógrafos—y como docentes en contacto con futuros artistas, David y Ted se convierten en nuestro coaching personal y nos aportan esta serie de reparadoras y estimulantes sesiones de terapia.
A través de las páginas del libro, ambos autores van desmontando algunos de los mitos en torno al arte y que envuelven de un aura especial a la figura del artista. Y apuntan hacia otro tipo de planteamiento que nos sitúa los pies en la tierra. Véase: la creación artística requiere de una serie de habilidades que se pueden aprender; los artistas son personas corrientes; hacer arte y contemplar arte son, en esencia dos actos completamente distintos; la creación artística es muy anterior a la industria del arte. Y a partir de ahí, es un suma y sigue.
El punto de vista del arte que nos ofrecen, no suele ser el habitual. Bajo su mirada y experiencia profesional, convertirse en artista es una cuestión de aprender a aceptarse; no es un don divino. Lo que hay que hacer es seguir nuestra propia voz, ya que eso es lo que nos va a diferenciar del resto y encontrar un discurso único.
A pesar de ello, dedicarse a la creación artística no es tarea fácil. A menos que seas un genio —y los genios nacen cada cien años— hacer arte es una auténtica carrera de obstáculos en la que la realidad y nosotros mismos nos interponemos en el camino.
Tener talento, pasar de la imaginación a la obra, contar con la aprobación de los demás, mantener hábitos de trabajo, ganarse la vida…
Los miedos y situaciones propios de la vida del artista son muchos y cotidianos, y estas páginas los repasan a través de breves píldoras reflexivas que desactivarán nuestros bloqueos y pudores.
Lo que diferencia los artistas de los exartistas es que los que se enfrentan a sus miedos continúan y los que no lo hacen, lo dejan. En cada paso del proceso, nuestros miedos nos ponen a prueba una y otra vez. La incertidumbre nos bloquea y nos aniquila nuestra voluntad de continuar. La cuestión está en hacer de la incertidumbre una virtud, nuestra aliada para tener la capacidad de visión de los retos a los que nos tenemos que enfrentar.
Podemos intentar tomar el control del proceso a través de los materiales y los instrumentos, pero al final, las ideas son las que mandan y éstas necesitan ser libres.
«La tolerancia a la incertidumbre es el requisito previo para el éxito»
Para sobrevivir como artista hay que aprender a no tirar la toalla. Y para ello, la solución que David y Ted nos ofrecen pasa por:
- Entablar amistad con otros artistas y compartir progresos con frecuencia.
- Aprender a pensar en (a) más que en el MOMA como el destino de nuestra obra. (si cumplimos esta premisa, es posible que sea el MOMA el que acabe buscándonos a nosotros)
Uno de los aspectos a destacar es que la lectura es sumamente ágil. A ello colaboran las pequeñas reflexiones que David Bayles y Ted Orland van lanzando al lector, así como las bellas ilustraciones de Elena Odriozola.
Con todos estos consejos, por fin, podremos hacer arte sin miedo a los peligros (y las recompensas) del mundo real.
Actualizado 09/06/2022