A raíz de la reciente noticia de que, en 2014, 18 profesores de la Escuela Massana obtuvieron el título universitario de Arte y Diseño mediante un procedimiento excepcional –presentando solo un trabajo por cada cinco asignaturas que evaluaba un tribunal ‘ad hoc’–, hemos querido saber qué es lo que opinan los docentes del sector del diseño.
Cuando en 2010 se aplica el plan Bolonia –con el objetivo de facilitar el intercambio de titulados y adaptar el contenido de los estudios universitarios–, muchos de los profesores formados en escuelas de Arte y Oficio que habían estado dando clases durante años en escuelas de diseño, se vieron en la tesitura de no poseer titulación oficial para seguir ejerciendo como profesores. Algunos de ellos, tuvieron que sacarse otro grado o hacer un grado a una retitulación, y otros tuvieron que dejar la docencia.
Hoy hablamos con los docentes Marc Salinas, Joancarles Casasín y Txus Marcano.
«Yo soy anterior al plan Bolonia. Acabé de estudiar por 1995 y en 1996 entré como profesor en la Escola Massana en cursos que, digamos, estaban fuera del plan docente. Al cabo de unos años, estuve unos dos o tres años como profesor de tipografía con los alumnos de tercer grado. Paralelamente, fui a BAU a dar clases de tipografía y allí, cuando entró el plan Bolonia, prescindieron de mí.
Durante todo el proceso de la entrada del plan Bolonia fui a la Massana para saber qué podía hacer para regular mi título. En aquella época hubo mucha confusión. Se habló de una serie de reválidas, de realizar algunos exámenes, etc., pero al final, nada de esto sucedió. Así que fui a la escuela y me reuní con el director de por entonces y la verdad es que salí muy enfadado porque me dijo a la cara, literalmente, que mi título valía lo mismo que una etiqueta de Anís del Mono. Eso sí que me hizo mucho daño. Sobre todo, después de haber estado estudiando allí durante cinco años. Mi experiencia como alumno fue espectacular, mi experiencia como docente también estuvo muy bien, pero todo lo sucedido con el plan Bolonia… La verdad es que no he vuelto a esa escuela. Me molestó muchísimo.
Cuando entró el plan Bolonia, no se me ofreció ninguna alternativa similar [al proceso que se ha llevado a cabo en la Massana]. La única opción que me dio la Massana fue la de volver a estudiar; volver a sacarme el título. Me dijeron que se podía mirar si podían convalidarme alguna asignatura, pero que tenía que volver a estudiar. Es decir, que de los cinco años que ya había hecho, tenía que repetir cuatro.
En aquella época también era profesor de tipografía en Elisava y, desde la escuela, se pusieron en contacto conmigo para hacer un curso puente con la Universidad de Southampton para obtener un Bachelor degree. Pero no quedaba muy claro de qué servía ese título y finalmente no lo hice. Pregunté si había alguna opción de quedarme como profesor en Elisava, pero tampoco lo vieron claro. Ya no continué como profesor allí, me tuve que ir.
En la misma situación que yo, estábamos todos los de mi promoción que decidimos dar clases. Casos como los del artículo, no conozco ninguno. Ninguno de los de mi promoción que quisimos saber qué pasaba con nuestro título y qué podíamos hacer para actualizarlo, continuamos con la docencia. Hubo gente de las promociones posteriores a la nuestra que estudiaron como un curso especial, pero estos alumnos ya habían cursado los cuatro años en la Massana, con título oficial de la Llotja. Con eso, hicieron una especie de proyecto final que validaba la Llotja y con el que obtenían el título actualizado.
Respecto a la noticia, me sabe mal. Yo soy del plan antiguo y estoy dando clase en varias escuelas que son privadas, como IDEP, Seeway y UOC. En esta última, me han validado mi docencia por trayectoria directamente. Es precisamente esto, lo que creo que se podría haber hecho entonces: mirar tu trayectoria y ver qué cosas se podrían convalidar y qué cosas deberían estudiarse.
Por un lado, me parece muy triste lo que ha pasado, y por otro, pienso que no sé si había otro remedio en algunos casos. La noticia explica un poco todo el proceso, pero no sé si explica bien los casos concretos de muchos de los profesores. Fue un problema que se generalizó en aquella época, ya que la formación pasaba a ser grado y no había profesores. Es una sensación agridulce. Por un lado es muy triste, pero por otro, no sé si había otro remedio, honestamente…».
«Yo estaba dando clases cuando entró el plan de Bolonia. A partir de aquí todo era para titulados. A mí nadie me dijo que me sacara nada; simplemente supe que al año siguiente no podría dar clases, y ya está. No tuve tampoco nunca ningún interés en hacer cursos puentes de los que se hicieron en algunas escuelas, que lo enfocaron como que, a través de un máster, te sacabas un título. Creo que era vía acuerdo con otras universidades extranjeras, pero no sé mucho más. Ganar un puesto o un título me suena a burocracia de funcionariado y nunca me ha interesado.
Creo que Elisava fue uno de estos centros donde se hizo un curso puente que se vertebraba también a través de la Universidad de Southampton, pero no sé qué títulos se obtenía ni nada. Conozco a gente que iba los viernes por la tarde a clase, hizo un proyecto y con eso se sacó la convalidación. A partir de ahí, no sé».
«El plan Bolonia es indecente. Lo que pasa es que en España existe una legislación educativa muy rígida y, tras su implantación, muchos profesionales se vieron en la tesitura de que no podían dar clase. Hay un decreto del 2004 y otro del 2014 que dicen qué especialidades dentro de las escuelas puede dar qué licenciado (eso, para empezar). La Ley General de Administraciones Públicas indica que, para dar clase como profesor, tienes que ser licenciado, ingeniero superior, arquitecto o doctor.
¿Qué pasa? Que las Escuelas de Arte, donde se impartía Diseño, hasta el año 2000 eran de Arte y Oficios. Y muchos maestros de taller, de hecho, son graduados técnicos en Artes y Oficios o de ciclos formativos de grado dos. Cuando el Ministerio decide que las Escuelas de Artes se quedan con las Enseñanzas de Régimen Especial (artes plásticas, teatro, música…), llegaron los Estudios Superiores de Diseño equivalentes a licenciatura. Y con Bolonia, finalmente, los equiparan con los grados.
Lo que ha hecho la Massana me parece una estafa. Ante la ley, todos tenemos que tener la misma igualdad de derechos (“igualdad, capacidad y mérito”, que se dice en lo público): si tú y yo nos presentamos a un examen, tenemos que hacerlo con el mismo temario, las mismas condiciones y los mismos criterios de evaluación. Y no ha sido así, porque lo que han hecho en Massana no estaba a disposición de todos los alumnos, sino solo de 18 personas.
Si hay dos personas matriculadas de lo mismo, ¿por qué uno tiene unos criterios de evaluación y otro, otros? Incumple la Ley. Si con Bolonia los estudios son presenciales, hay que ir a clase. Y punto. Además, las normas de rango inferior no pueden oponerse a las de rango superior. Es un fragante incumplimiento de la normativa.
Muchos profesionales con sobrada experiencia como Marc Salinas o Andreu Balius no tenían título porque en su momento, en los 80 y 90, estudiaron en escuelas privadas. Casi ni existían estudios de diseño por entonces. De hecho, se le llamaba “dibujo publicitario”. En España no hay mecanismos para que un profesional con 30 o 40 años de trayectoria tenga una equivalencia con un título universitario. Entonces, ¿qué tuvieron que hacer algunos para poder seguir dando clase? Pues Balius, por ejemplo, se tuvo que ir a Inglaterra para sacarse un Bachelor degree, porque en Europa sí se convalida experiencia profesional demostrable y palpable por el título. No hay derecho. Balius es uno de los tipógrafos más reconocidos, con trayectoria, conocimientos… ¿Y si tiene que ir a otro país a que le den un título universitario porque trabaja y no tiene tiempo para sacárselo en España? Pero con otros eso sí vale. El título por la cara. Eso es lo que más me molesta.
Considero que en la Massana tenían sus razones para hacer lo que hicieron (porque no querían que esa gente se quedara sin trabajo), pero el fin no justifica los medios. Si se regulara un mecanismo para normalizar la situación así, pues vale; pero o todos, o ninguno».