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La nueva red social se llama Spotify (y Amazon no quiere quedarse fuera)

Por Daniel Vasallo
20/11/2025
en Universo Digital

La música siempre ha sido una forma de conexión: de cantar con otros, de grabar cintas para alguien, de pasar una canción que decía justo lo que uno no sabía expresar.

Con el streaming, ese vínculo no desapareció, pero sí cambió de forma. Ganamos acceso ilimitado, descubrimientos personalizados y una experiencia profundamente ajustada a cada oyente. Más íntima, sí, pero no necesariamente solitaria. Aun así, el auge de los grandes conciertos, festivales y directos virales demuestra que seguimos buscando algo más: esa emoción compartida, esa energía que solo se activa cuando escuchamos —o cantamos— juntos. Tal vez por eso, ahora, las plataformas están intentando recuperar ese impulso colectivo, reinsertando lo social en el corazón de la escucha.

Spotify lleva tiempo intentando devolverle a la música su dimensión compartida. Funciones como Blend, Friends Mix o Jam han sido pasos en esa dirección: escuchar juntos, aunque sea desde distintos lugares y con auriculares distintos. Incluso su más reciente incorporación, Mensajes, apunta a integrar la conversación directamente en la plataforma, sin necesidad de saltar a WhatsApp o redes externas. Ahora, Amazon Music se suma a esa tendencia con el lanzamiento de Fan Groups: comunidades dentro de su aplicación donde los oyentes pueden descubrir, comentar y compartir música entre sí. Una idea sencilla, casi obvia, pero que señala un giro de fondo: el streaming quiere volver a ser social.

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Para entender este giro hay que volver a 2006. Daniel Ek y Martin Lorentzon fundaron Spotify con una promesa casi utópica: acabar con la piratería ofreciendo una alternativa legal, gratuita y fluida. En un momento en que Napster ya era historia y la industria discográfica seguía en guerra con internet, Spotify propuso algo radical: escuchar música gratis con anuncios, o pagar por hacerlo sin límites.

En seis años pasó de cero a quince millones de usuarios. Pero lo más importante fue su cambio de enfoque: no se trataba de poseer música, sino de acceder a ella. Esa idea redefinió toda la industria y sentó las bases de la economía del streaming.

Aun así, la compañía sueca nunca se conformó con ser un gran catálogo. Desde sus inicios integró funciones sociales (las primeras listas colaborativas, el “Follow” de amigos o artistas) y apostó por la personalización algorítmica como signo de identidad. Con Discover Weekly, en 2015, llegó el verdadero punto de inflexión: una lista semanal que parecía leerte la mente. Cada lunes, millones de usuarios recibían una banda sonora perfectamente adaptada a su estado de ánimo, sus hábitos y hasta su horario.

El algoritmo no solo acertaba: construía identidad. Escuchar se volvió una experiencia íntima, casi emocional, y Spotify se transformó en un espejo de los gustos de cada persona. A cambio, la dimensión social quedó en segundo plano: las recomendaciones humanas, el amigo melómano, el DJ del grupo, fueron reemplazadas por la eficiencia del dato.

Del descubrimiento al ecosistema del audio

Mientras perfeccionaba sus recomendaciones, Spotify también amplió su territorio con un objetivo claro: dominar el ecosistema del audio digital. Apostó fuerte por los pódcasts, integrándolos como parte central de su oferta, y más tarde hizo lo mismo con los audiolibros, que ahora conviven con música y programas en una misma experiencia de escucha. El plan era evidente: convertirse en la plataforma donde se escuche todo, desde una canción hasta una historia narrada.

En esta nueva economía de la atención, la competencia no era únicamente Apple Music o YouTube, sino cualquier otra fuente sonora que pudiera ocupar minutos del día: la radio, un podcast en otra app o incluso el silencio. Cuanto más tiempo pasabas en Spotify, más te conocía, y más natural resultaba quedarse dentro de su universo.

Los números lo confirman: en 2025, la plataforma roza los 700 millones de usuarios activos y supera los 275 millones de suscriptores Premium. Pero su éxito no se explica solo por la amplitud del catálogo musical, sino por haber logrado que sus distintos formatos (música, pódcasts o audiolibros) se integren en la rutina diaria de millones de personas, convirtiéndose en una plataforma de compañía constante.

El giro social: volver a escuchar juntos

Tras años de centrarse en la experiencia individual, Spotify comenzó a dar señales de querer recuperar la conversación. Primero con Blend (listas automáticas que mezclan tus gustos con los de un amigo o artista), luego con Friends Mix y Jam, que sincroniza la reproducción en tiempo real entre varios usuarios. En 2025 llegó Mensajes, su función de chat integrada: ahora se puede conversar, enviar canciones o reaccionar con emojis sin salir de la aplicación.

El cambio es sutil pero revelador. Si antes compartías una canción por WhatsApp, ahora Spotify quiere que esa interacción ocurra dentro de su propio universo. No busca competir con las redes sociales, sino convertir la música en el hilo conductor de una comunidad.

En cierto modo, es una vuelta a los orígenes: escuchar como acto colectivo. Pero ahora mediado por la tecnología, que permite que esa conexión ocurra a distancia, en tiempo real y sin fricciones.

Amazon se suma al coro

Amazon Music también se ha sumado a esta tendencia con el lanzamiento de Fan Groups, una nueva función,actualmente en fase beta en Canadá, que permite crear comunidades dentro de la app para conversar, recomendar y reproducir música sin salir de la plataforma.

Los grupos son públicos y pueden ser creados tanto por usuarios como por artistas. Ya existen comunidades activas en torno a géneros como indie rock, country, K-pop o música punjabi, formadas de manera orgánica por los propios oyentes.

La funcionalidad combina conversación y escucha en un mismo espacio. Entre sus posibilidades, permite debatir sobre géneros y artistas, descubrir música a partir de recomendaciones de otros miembros, guardar temas sugeridos por la comunidad y reproducirlos al instante sin salir del chat. Está previsto que Fan Groups se expanda a Estados Unidos y otros mercados en 2026.

La sociabilidad como nueva métrica 

En los noventa, el éxito se medía en discos vendidos. En la era del streaming, en número de reproducciones. Hoy, en cambio, las plataformas parecen interesadas en otra variable: las conversaciones que genera la música, el tiempo que compartimos en torno a ella, las conexiones que se activan a partir de una canción.

En ese terreno, Spotify y Amazon Music no solo compiten entre sí, sino con plataformas como TikTok, YouTube o Twitch, que han hecho de la interacción su campo natural. Incorporar chats, recomendaciones humanas o comunidades afinadas por gusto es, más que una novedad, una respuesta: una manera de hacer que la escucha vuelva a sentirse acompañada.

Quizás no se trata tanto de volver al pasado, ni de negar la lógica algorítmica que define el presente. Pero sí de recuperar algo que siempre estuvo ahí: la música como forma de estar con otros. Aunque esta vez, desde auriculares distintos, pantallas distintas, y conversaciones que ya no ocurren en voz alta, pero siguen contando lo mismo: que escuchar juntos, de alguna manera, todavía importa.

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