Una reflexión sobre cómo hacer cómics sin los prejuicios sobre la tradición del género.
La investigación sobre las posibilidades formales de la historieta ha protagonizado un auge espectacular en los últimos años. Una joven generación de autores y autoras ha llegado al noveno arte sin el peso de la tradición previa del cómic, acercándose con una formación artística multidisciplinar desprovista de prejuicios y viendo en ese lenguaje una arcilla dispuesta a ser modelada a su voluntad.
Ya desde inicios del siglo XX el cómic ha vivido no pocas iniciativas de experimentación formal, pero casi siempre frenadas por el hermetismo al que la industria y la necesaria comercialidad del medio condenaba a los autores y autoras. Pero pese a las dificultades, el cómic se ha comportado como un medio de una plasticidad infinita, en continua mutación y con una capacidad única para absorber influencias y posibilidades.
Una evolución constante que ha favorecido experiencias muy alejadas de las líneas mainstream imperantes pero que, tarde o temprano, consiguen infiltrarse en ellas hasta conseguir una relación simbiótica de ganancia mutua. Basta recordar cómo las experiencias que nacen en Francia en los años 60 a partir de la asimilación de las influencias del pop en autores como Guy Pellaeert impactan en el género de superhéroes americano a través de la obra de dibujantes como Jim Steranko.
cómic underground
Sin embargo, el cómic no ha parado de buscar sus propios límites, explorando incluso las vías que eluden conscientemente la narratividad, considerada tradicionalmente como uno de los pilares del lenguaje del cómic.
La abstracción, aparentemente ajena a un medio volcado en la narración, demostró ser una línea de trabajo de interés ya en el underground americano con las obras seminales de Victor Moscoso o Robert Crumb, pero ha encontrado en el siglo XXI un espacio de desarrollo propio, apoyándose en corrientes de investigación más radical o en la corriente de la poesía gráfica.
fulgencio pimentel
Dentro de esta línea de experimentación más revolucionaria hay que encajar la obra de José Quintanar, que sorprendió en 2014 con Culto Charles. Firmado como José JaJaJa y editado por Fulgencio Pimentel, proponía una indagación que rebasaba el espacio tradicional del cómic para entrar casi en el de la instalación (de hecho, la propuesta original incluía una exposición y diferentes actividades).
La necesidad de la secuencia gráfica temporal se dinamitaba en un horror vacui barroco, traducido en sobreabundancia de información expresada con línea de finísimo trazo, en el que la muerte se alzaba como nexo común y como medio de reflexión paradójico sobre elementos tan dispares como la cultura de masas contemporáneo y el propio arte.
Desde entonces, la obra de José Quintanar no ha dejado de cuestionarse la definición de la historieta con propuestas que se han movido entre la abstracción y el cuestionamiento de los elementos básicos de los ritmos narrativos visuales —en coincidencia con la obra de otro gran explorador de la abstracción, Roberto Massó— a incluso abordar una aproximación a la novela gráfica desde supuestos siempre rupturistas como en Conociendo a Jari (2017, Fulgencio Pimentel).
Pero, sin duda, es la libertad de su proyecto personal junto a Ruhong Wu, Ruja Press, el que le ha permitido ir más lejos en propuestas que invaden lo arquitectónico, la mecánica o el movimiento desde la abstracción de la línea pura de color.
ruja press
La última propuesta de Ruja Press es un ambicioso proyecto conjunto con Pablo Serret de Ena, Today Is A Very Very Very Very Gummy Place, en el que se plantean un ejercicio colectivo sorprendente que lanza cuestiones sobre la esencia de la creación estableciendo rutas de descubrimiento entre el procesamiento automático de las computadoras y la creatividad humana. A partir de una serie de trayectorias generadas de forma aleatoria por un programa informático sobre mapas, 60 autores y autoras desarrollaron una idea en cualquier formato artístico: un dibujo, una fotografía, una canción o una fotografía, cualquier medio era válido.
Una propuesta rompedora que aceptaron y da lugar a una exposición y una publicación que recoge aquellas que podían reproducirse en formato papel. Nombres tan relevantes como Cynthia Alfonso, Escif, Nacho García, Begoña García Alén, Andrés Magán, Nicole Martens, María Medem, José Quintanar, Oscar Ranha, Sammy Stein, o Ruohong Wu, por solo citar los más relacionados con el noveno arte, desarrollan propuestas sorprendentes que hablan de pensamiento automático, de inspiración automática, o de pura sensación, en un conjunto de obras que en su evaluación colectiva establecen una atrevida reflexión sobre el mecanismo de la creatividad, tan diverso y variado como sometido a las reglas desconocidas de la mente humana.
Cada creador y creadora ha volcado esa imagen sencilla de líneas aparentemente inconexas en ejercicios perceptuales que van desde la aplicación de las normas de la Gestalt a la pura evocación personal sensible, dejando un reguero de posibilidades que abren la caja de Pandora de qué es la inspiración.
Aunque quizás es solo un tiempo y un lugar al que nos aferramos, como dice su título.
Actualizado 03/11/2022