Hemos sido pésimos diseñadores

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En este artículo, Richard van der Laken, diseñador gráfico, cofundador de De Designpolitie, la cooperativa de diseño Gorilla y la plataforma de diseño What Design Can Do pone los puntos sobre las íes acerca de los problemas del consumismo y el papel del diseño social en el mismo

En febrero se supo que las tiendas de segunda mano en los Países Bajos estaban repletas de productos debido a la crisis del coronavirus. Tan llenas, de hecho, que han dejado de aceptar donaciones. Como resultado, las máquinas de café, los electrodomésticos de cocina y los muebles perfectamente buenos terminarán siendo incinerados. Mientras tanto, los almacenes en todo el mundo están desbordados de desechos plásticos. ¿Qué papel juega la responsabilidad social?

En Polonia, los campos, los bosques, las curvas en las carreteras y los astilleros navales se están convirtiendo en vertederos de miles de toneladas de desechos domésticos, la mayoría de ellos importados de Alemania, Italia y el Reino Unido. Ya no les es posible vender esta cantidad de desechos (el diluvio de basura) a otros países (a menudo los más pobres). Esto concuerda con la idea de que la pandemia actual está empeorando la crisis de los residuos.

Todos saben que la manera en la que tratamos los productos hoy es totalmente vergonzosa, pero, aun así, nuestra conducta no ha cambiado. De hecho, las cosas están peor que nunca. Cada año, generamos al menos 2,12 mil millones de toneladas de residuos en todo el mundo. Si seguimos así, este número aumentará alrededor de un 70 % para el año 2050, con enormes repercusiones sociales, económicas y medioambientales. Está claro que debemos implementar cambios radicales en la manera en que producimos, vendemos y valoramos las cosas. Y los diseñadores tenemos una enorme responsabilidad en este contexto.

En la actualidad, cada bien de consumo tiene una vida útil de seis meses de promedio. ¡Seis meses! Recuerda esta cifra cuando camines por la calle principal de tu ciudad y se te revolverá el estómago. También debemos afrontar el desastre ecológico invisible que está provocando la venta por internet. Según un estudio de Google, la mitad de todos los consumidores del Benelux tienen aplicaciones de compras en línea instaladas en su teléfono, en comparación con solo el 36% en 2019.

En el último año, las personas pidieron, probaron, utilizaron y, sin ninguna vergüenza, devolvieron cantidades increíbles de ropa y artículos de consumo. Muchos de estos productos ya no se pueden vender y terminan en el vertedero. ¿Cuál es uno de los motivos del crecimiento exponencial de este sector destructivo? La crisis del coronavirus.

Pero todos sabemos que la verdadera razón detrás de las montañas de desechos no es la crisis del coronavirus en absoluto. La pandemia es simplemente un espejo de los enormes problemas sociales y ecológicos de nuestra era. Estos problemas forman parte de un fenómeno gigantesco y sistemático al que somos adictos desde hace décadas y que solo empeorará en el futuro: el consumismo. Como ciudadanos y consumidores, hay pocos obstáculos (o ninguno) que nos impidan comprar, usar y, digámoslo sin rodeos, desperdiciar.

«Como ciudadanos y consumidores, hay pocos obstáculos (o ninguno) que nos impidan comprar, usar y, digámoslo sin rodeos, desperdiciar.»

Richard van der Laken

Y no solo los consumidores son culpables, sino también los creadores de políticas, los productores y los diseñadores. El visionario diseñador canadiense Bruce Mau lo resume bien: «El diseño nos metió en este lío, ahora tiene que sacarnos de él». Es ahora de hablar de la responsabilidad social de los diseñadores en el consumismo.

Al ser diseñador, me resulta sumamente doloroso ver la manera en que tratamos los productos y las materias primas como sociedad. Eso tiene que cambiar. Y también tengo que asumir mi responsabilidad. Históricamente, hemos sido los diseñadores quienes facilitamos esta sobreproducción, la extracción excesiva y el consumo en la búsqueda eterna de la innovación. El «poder seductor del diseño» es un fenómeno muy conocido en la industria. El diseño se puede usar para tentar a la gente y hasta cambiar sus patrones de conducta. Para mejor o para peor. El diseño social es clave para combatir el consumismo.

«El diseño se puede usar para tentar a la gente y hasta cambiar sus patrones de conducta. Para mejor o para peor.»

Richard van der Laken

El hecho de que los diseñadores contribuimos al ritmo acelerado de la industria de la moda (cadenas como H&M renuevan sus colecciones cada seis semanas) o a una industria de desarrollo de marca arrasadora basada en el uso de envases desechables, productos de un solo uso y esquemas de devolución convenientes no es justificable. Como industria y comunidad creativa, es hora de poner manos a la obra y generar un cambio.

Los diseñadores tenemos un rol único para transformar la manera en que se hacen las cosas y los componentes que se utilizan. La cantidad de creativos que ya adoptaron un rol activo en la transición hacia una economía circular crece día a día. Hay muchísimos ejemplos buenos de diseño social que buscan controlar los problemas generados por el consumismo. Como Plásticos Preciosos, la estación de reciclaje de plástico que puedes construir tú mismo, creada por el diseñador holandés Dave Hakkens. Es de código abierto, por lo que cualquiera puede construir una estación de reciclaje por sí mismo y agregarla a una red creciente de recicladores aficionados. O Petit Pli, una ingeniosa gama de ropa para niños que puede ampliarse hasta 7 tallas a medida que sus hijos crecen.

Otro proyecto interesante es Too Good To Go, una aplicación móvil que impulsa el mercado de excedentes de alimentos más grande del mundo. Gracias a estas iniciativas, podemos ser optimistas. Pero tenemos que seguir avanzando. Hoy, más que nunca, la comunidad del diseño tiene que atreverse a asumir el mando y desplegar su potencial creativo a gran escala.

Como líder de una organización impulsada por el diseño (What Design Can Do, ed.), me he puesto manos a la obra para establecer un programa a mediano-largo plazo para combatir la basura en los Países Bajos y otros países, incluidos Brasil, México, Kenia, India y Japón. Haremos esto en estrecha colaboración, y con el generoso apoyo, de la Fundación IKEA. Este programa comienza con una competición global de diseño (No Waste Challenge) que buscar apoyar innovaciones que ayuden a resolver el gran problema de residuos en el mundo. La convocatoria del No Waste Challenge está abierta ahora mismo. Diseñadores, emprendedores creativos e innovadores: ¡participen! No hay tiempo que perder.

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