La formación presencial será el nuevo lujo

Con tanta videollamada estoy con la agenda que no me queda tiempo libre: ahora todo es por videollamada o, como se dice ahora, «¿hacemos un Zoom?». ¿Qué le ha pasado a Skype? No hace demasiado tiempo todo el mundo decía «¿hacemos un Skype?» que, además, era gratis. Y, de repente, todo el mundo se ha lanzado en brazos de Zoom, que hace prácticamente lo mismo, pero si quieres una conexión más allá de 40 minutos hay que pagar. Bueno, pero eso es otro tema.

La formación presencial será el nuevo lujo

La red se ha llenado de videollamadas, videoconferencias, videoentrevistas, videotutoriales, videoprogramas de televisión… lo que quieras, pero por videollamada. Y en directo. El sistema estaba ahí pero ahora se ha destapado como un método muy eficaz.

Y como la situación lo requiere, desde escuelas de primaria, pasando por institutos y hasta universidades han optado por impartir las clases a través de videollamadas. Con toda la clase atentos a lo que dice el profesor.

También ha pasado lo mismo con otros servicios donde lo presencial ha desaparecido, como gimnasios, peluquerías, conciertos… ahora lo molón es hacer cualquier cosa a través de videollamada.

Y es que a poco que estiremos la situación muchos van a empezar a entender que ese canal es un sistema a explotar y no como algo excepcional. ¿Por qué tener clientes solo de forma presencial si se pueden ampliar de forma digital?

Ya era una realidad la formación online. No es nada nuevo, pero ahora se ha descorchado la botella y ha acabado forzando a todo el mundo a probar el sistema. Y ni tan mal.

En breve descubrirán las escuelas y universidades que la formación presencial, en realidad, se puede hacer en formato digital sin problemas con la bajada de costes que eso supone.

Y se me antoja que aparecerán niveles de calidad del servicio. No será lo mismo asistir a una clase en directo que a una clase pregrabada. Ya existen ambas y a la mayoría les va más que bien.

Y ahí aparecerán las posibilidades de la gente. El dinero siempre lo marca todo, desgraciadamente.

Las clases pregrabadas dónde el profesor largará su speech sin más que podremos comprar a precios casi ridículos. Cursos de cómo hacer algo, aprender a ser, o soluciones para… Ya existen infinidad de cursos de formación domestika con gran éxito.

Pero tener al profesor delante de tu pantalla y poder preguntarle o interrumpirle será otro nivel. Las universidades podrán darle a este tipo de formación, a la formación presencial, un valor que hasta ahora parecía solo una opción. Una opción de segunda, y se me antoja que en breve se convertirá en la opción normal, la habitual.

Sí, ya sé que hay verdaderos emporios actualmente en funcionamiento. Universidades «abiertas» las llaman algunos. Todo muy cool siempre para que parezca casi mejor que la versión tradicional.

Mejorarán las conexiones y los escenarios (que, por cierto, a todo el mundo le ha dado por ponerse una estantería llena de libros detrás). Se ha vuelto a demostrar el valor atávico que trasmiten las bibliotecas.

Y en ese momento ir a la universidad, asistir a una clase presencial, con sillas y pizarra se convertirá en algo especial, sibarita, extremadamente privilegiado. Una suerte de lujo. Algo reservado para aquellos que se lo pueden permitir.

El contacto humano se valorará tanto que no todo el mundo podrá permitírselo y la palabra «presencial» será un plus en los curriculums.

El contacto físico siempre es una experiencia mucho más potente que la virtualidad. Ir en persona a un concierto, partido de futbol, al teatro, incluso al cine sigue siendo algo que recordamos y vivimos de manera especial. En la formación académica no es menos y no será menos.

Lo que da estos días de confinamiento para pensar. No quiero ni pensar lo que se estará cociendo en las mentes de los confinados y qué veremos en unos años como proyectos y negocios salidos de esta situación.

Habrá que esperar lo mejor y lo peor. Como siempre.

Feliz confinado lunes.

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