El reconocido y galardonado dibujante ha muerto a los 72 años. En 2012, recibió el Premio Konex de Platino como el ilustrador más destacado de la última década en Argentina
A Carlos Nine (Haedo, 1944 – Olivos, 2016) le cautivaba la melancolía. Por eso, resulta fácil percibir sus matices en todas las obras que nacieron de sus manos a lo largo de sus más de 30 años dedicados a la ilustración. Con una precisa técnica y unos originales y creativos contenidos (en ocasiones considerados, incluso, controvertidos), Nine nos deja un amplio legado tras su fallecimiento. Cómics infantiles, libros satíricos y revistas y diarios nacionales e internacionales son solo algunas muestras de su trabajo.
Reconocido por su trabajo fuera de Argentina antes que en su propio país (especialmente en Francia e Italia), criticó este hecho en una entrevista en diciembre del año pasado: «En Francia ya saqué 22 libros y acá recién el año que viene van a aparecer dos. Es una cosa que ocurre y, por ahora, no se puede modificar. La relación de cantidad entre los trabajos publicados afuera de autores argentinos y la edición local es muy desproporcionada. Y termina reflejándose en la popularidad».
Carlos Nine también fue autor de algunos personajes famosos como Fantagas, Keko el mago y el Patito Saubón. De su trayectoria profesional, además, destacan sus creaciones para las revistas Humor y Fierro, y sus ilustraciones en La Nación, Clarín, Le Monde o The New York Times, entre otros medios.
Dibujante, acuarelista, pintor, guionista e, incluso, realizador de cine de animación, Nine recibió el prestigioso Premio Konex de Platino en 2012 como un reconocimiento a su trayectoria, y por su producción ¡Oh merde, le lapins!. Icono argentino y dibujante de referencia, apostó por la cultura popular en sus dibujos y convirtió sus imágenes en auténtico lirismo.
«Hay gente que nace surrealista, así como otra nace hiperrealista, o cabalmente racional. Yo, cuando me tengo que definir, digo que soy un tipo superficial […] Sucede que de lo externo, de la superficie de las cosas, extraigo los datos necesarios para saber qué hay atrás. No quiero que el tipo me hable tanto. Prefiero mirarlo y sé que lo voy a embocar», se definió el artista argentino.