El traje de novia de Tamara

Hace unos días nos enterábamos por la prensa 'rosa' que los diseñadores del traje de novia para la boda de Tamara Falco, Sophie et Voilà, renunciaban al proyecto reflejando una situación muy habitual por la que pasamos los diseñadores. Una noticia que como todo en ese sector de la moda, el famoseo, es carne de tertulianos, comentaristas, críticos, pensadores e incluso periodistas de otro tipo de contenidos. Es una noticia que traspasa, debido al personaje, la sección de sociedad. Ha desatado tantos ríos de tinta de imprenta, como tinta digital en redes y webs que ahora mismo si pones en Google Tamara Falcó en los resultados productivos la primera posición es la de «tamara falcó vestido». El tema es interesante si lo vemos desde el punto de vista del motivo por el cual la empresa responsable del diseño renuncia. Sophie et Voilà renunciaron por las exigencias de la marquesa y aquí hay una intrahistoria que a muchos diseñadores les sonará muchísimo. A menos de dos meses de su boda, Tamara Falcó ha vivido lo que para una novia puede ser una verdadera pesadilla: quedarse sin vestido de novia. Y es que el taller rompía el contrato que les obligaba a realizar el traje por, según ellos, incumplimiento del mismo. «Sentimos un profundo respeto por la creación artística de otros compañeros y nuestra ética empresarial nos impide traspasar ciertos límites que pondrían en peligro la autoría original del diseño. Por eso, y por el respeto que nos merece la originalidad de los trabajos de otras marcas de alta costura, no podemos cumplir con determinadas exigencias de la Sra. Falcó, que desde el inicio de la relación hemos desaconsejado y negado a realizar por acercarse demasiado a diseños ajenos a nuestra firma», cita la marca a través de un comunicado. ¿Qué ha pasado? Pues algo a lo que todos los diseñadores estamos acostumbradísimos, y es que el cliente se vuelve creativo y empieza a pedir. A pedir estupideces claro. No hay que imaginar mucho cual fue el proceso. Que si quiero esto, que si me gustaría que fuera de esta forma... lo habitual. Pero un día, a falta de muy poco, la clienta les propuso hacer un calco de un diseño francés que está expuesto en el Metropolitan Museum de Nueva York. Este año, una de las grandes exposiciones que acoge el museo es Karl Lagerfeld: A Line of Beauty, temática de la Gala MET de este año y donde encontramos 150 piezas diseñadas por el alemán, entre los que podemos dar con varios vestidos de novia. Y claro, a Tamara le gustó uno de esos vestidos. Uno de los modelos más icónicos de la colección de alta costura para Chanel del año 2005 le entró por el ojo a la marquesa. Es un vestido repleto de camelias blancas (la flor favorita de Coco Chanel), un diseño espectacular y muy conocido por todo el mundo de la moda y la alta costura. ¿Qué quería Tamara? Pues muy sencillo, replicar ese vestido. Hacer una copia. Me gusta eso y lo quiero. ¿Qué le ha respondido el diseñador? Qué eso no se puede hacer. Que eso atenta a lo más sagrado de cualquier creador y es plagiar a otro de manera descarada. No inspirarse, sino hacerlo exactamente igual. Y por ahí no han querido pasar. Esto que no deja de ser una anécdota que pasa todos los días en todas partes del mundo. Pero es bueno que pase, que pase a este personaje y que, además, se le dé mucha notoriedad. Si a un personaje como este se le dice «NO», por ahí no se puede, se marca una línea roja que luego se traslada a la sociedad, a toda la sociedad. No se puede, no se debe copiar. Y traslada que los diseñadores tenemos principios y que no somos unos simples ejecutores de la voluntad de otro. Trasladar que un creador tiene un límite, unos valores y que por mucho dinero que se tenga o muy famoso que se sea no se pueden hacer ciertas cosas. Porque imaginad que pasaría si Sophie et Voilà hubiera accedido a realizar el plagio. Pues que todo su prestigio se vendría abajo, todos recordarían la creación de Lagerfeld y les señalarían como falto de originalidad y profesionalidad. Porque, recordemos, se renuncia no porque se quiera hacer un homenaje, una inspiración, sino un plagio. Celebro que haya ocurrido, celebro que un diseñador haya decidido no traspasar esa línea con un personaje de este tipo, y celebro que todo el mundo se haya enterado. Ojalá esto sucediera más y que más creadores les dijeran a sus clientes «esto no», y que más veces los clientes se dieran cuenta que los diseñadores somos capaces de aportar nuevos puntos de vista y nuevas maneras de crear sin necesidad de copiar lo que otro creador ha realizado. No soy inocente, y sé que servirá de poco, pero aunque solo sea un pequeño granito de arena ya me vale. Seguro que alguna persona, aunque solo sea una que esté en su casa viendo Sálvame, pensará diferente. Y eso ya me sirve.

El traje de novia de Tamara

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