¡Pasen y vean, el maravilloso mundo del Circo. El hombre más fuerte del mundo, la mujer barbuda, el hombre más diminuto, el devorador de pollos, sirenas… el mayor Espectáculo del Mundo! Phineas Taylor Barnum utilizaba toda esta parafernalia para promocionar su espectáculo y bien podía aplicarse a nuestro sector. Es un verdadero Circo.
Durante estos días hemos podido ver, con sorpresa, cómo se han removido los cimientos de nuestro sector con el simple hecho de que una persona exprese su malestar sobre el funcionamiento de la contratación de servicios de diseño por parte del Ayuntamiento de Madrid.
En ese movimiento han salido del remolque del Circo todo tipo de personajes que han cogido la bandera rápidamente y la han agitado para atizar a todo lo que se mueve, con razón o sin ella, con conocimiento de causa o sin tener ni idea. Habitual por otro lado.
Cuando hablas con diferentes partes del conflicto te sueles hacer una visión más amplia de la situación y esta situación es muy compleja y tiene muchas caras. Creo que todas las partes tienen razón y todas tienen parte de culpa. En muchos de los comentarios se falla a la hora de buscar un responsable de lo que ocurre. Y los hay, a mi modo de ver, bastante claros.
El Ayuntamiento de Madrid hace unos meses montó un Circo para que acróbatas y trapecistas se divirtieran haciendo sus piruetas. Un Circo que monta prácticamente en cada licitación, en cada concurso, en cada sector. Nosotros no íbamos a ser diferentes.
reglas
Para participar en el Circo el Ayuntamiento pone una reglas, unas reglas claras que cumplen con la normativa vigente, con las leyes y con todos los protocolos a los que está sujeta la administración pública.
Esas reglas para mi son inasumibles. El Ayuntamiento marca el precio. Inasumible. Marca un descuento general sobre los precios, que ya son de por sí bajos o muy bajos. Inasumible. Y cuando licita un proyecto concreto solo se lo llevará quien tenga el precio más bajo. Inasumible. No quiero salir a la pista de ese Circo. Otros sí, perfecto.
El Ayuntamiento dice que en el Circo pueden participar 15 trapecistas y que esas son sus reglas. Si te presentas ya sabes a lo que hay que jugar. No hay dudas. El interventor lo deja claro en el pliego de condiciones en negrita y subrayado. Gana quien ofrezca el precio más bajo y ninguna bajada se considerará desmesurada.
Una serie de agentes seleccionan a aquellos candidatos que quieren salir a la pista a mostrar sus dotes para el espectáculo. Esos agentes son la Asociación de Ilustradores de Madrid (APIM), la Asociación de Diseñadores de Madrid (DIMAD) y la Asociación de Directores de Arte y Diseñadores Gráficos (ADG-FAD). Además, aunque no ha participado, en el pliego de condiciones también aparecía el CdeC (Club de Creativos). Estas asociaciones no solo validan las reglas sino que participan en la selección de los que van a participar en el Circo.
Finalmente se seleccionan 15 de más de 90 que se presentan. Dos se retiran, seguramente al ver las condiciones o la situación. Hay 13 que reciben la gran noticia. ¡Qué empiece el espectáculo!
¡chorprecha!
Resulta que el juego es una subasta suicida a la baja y los participantes empiezan a darse cuenta que pasa en el centro de la pista. Solo puede salir al centro de la pista a hacer sus piruetas aquel que rebaje más su presupuesto. Y a cada licitación se va bajando más y más. Y siempre hay quien está dispuesto a bajar mucho.
A algunos bajarse los pantalones les da pudor. Un poquito vale pero pasado cierto punto no. Y entonces sacan la bandera de la moral y de la integridad y de salvar a la raza humana. Pero no se acuerdan que los pantalones se los bajaron en el momento que aceptaron las reglas del Circo. Cuando presentaron su voluntad de participar ya habían traspasado la frontera.
Algunos dicen que no leyeron las reglas bien, otros que no es lo mismo bajarse los pantalones un poquito que bajárselos del todo… El error fue aceptar las condiciones iniciales, una vez metido en la pista no vale a quejarse de que el otro hace mejores piruetas.
¡Es que el hombre forzudo tiene los brazos muy grandes! ¡Es que la mujer barbuda es muy alta! ¡Es que el enano saltarín es inagotable!
Las empresas y profesionales que presentan las mayores bajas ganan, y ganan justamente. Cumpliendo con la legalidad y haciendo uso de sus propias estrategias empresariales. Porque todos tienen estrategia, y todos saben que las condiciones no son justas, pero todos quieren aparecer en el Circo.
Todos aceptaron unas reglas porque tienen un objetivo claro, aprovechar la inercia que genera una institución como el Ayuntamiento de Madrid para generar negocio y no importa demasiado si hay que rebajarse un poco. Cuando ese objetivo se ve frustrado porque otro gana utilizando las reglas establecidas es cuando aparece la frustración y entonces nos parece mal que el otro sea más alto o más guapo. ¡Es que no hay derecho a que se baje los pantalones más que yo!
Podemos debatir quién nos gusta más o menos, si son más o menos elegantes, altos o fuertes, pero todas las empresas son legales, cumplen como las que más y utilizan todos los recursos para hacer crecer sus negocios y generar una estructura solvente. Qué levante la mano quien no ha trabajado gratis o nunca ha hecho cosas de las que se avergüenza profesionalmente hablando.
El culpable de la situación no son los que se bajan los pantalones más, no nos equivoquemos de objetivo, es quien montó el Circo, el Ayuntamiento de Madrid y aquellos que permitieron o no supervisaron las condiciones en las que se celebraba este espectáculo. Algunas asociaciones, que en ocasiones persiguen vehementemente derechos infundados de sus asociados, esta vez lo han permitido, avalado y lo más grave, participado en el Circo.
Y no nos olvidemos de los que se presentan a participar. Personalmente estoy cansado de denunciar condiciones inaceptables pero luego mis propios amigos se presentan.
Si nadie se presentará las condiciones cambiarían pero no hay que ser demasiado listo para saber que eso no va a pasar, que la realidad es que todo el mundo tiene su excusa o explicación: ‘Que quieres que haga’, ‘Es lo que hay’, ‘Más vale eso que nada’.
sector infantilizado
El sector del diseño y la creatividad es un sector muy infantilizado, lleno de grandes profesionales pero también de muchos que no lo son. Existe una cantidad enorme de pequeños acróbatas que desean trabajar con red de seguridad y que todo esté reglado, regulado a su favor para que su inexperiencia o ineficacia empresarial sea suplida por un proteccionismo extremo y argumentan cosas y atacan sin sentido a todo aquello que sea beneficio, rentabilidad, negocio o simplemente empresa. Generar industria significa hablar de negocio, de márgenes, de dinero… y todo esto siempre es una asignatura pendiente.
Todos aquellos que tienen una estructura mayor de dos personas se les señala siempre como piratas, explotadores, tiburones… Si alguien sabe de ilegalidades debe denunciarlas pero hablar desde la frustración personal o del desconocimiento más absoluto del funcionamiento de las cosas es no ser adulto. A veces somos niños, y me incluyo yo mismo, que nos gustaría vivir en El Mundo de Nunca Jamás de Peter Pan.
Como compradores nos parece genial que nos vendan pantalones tirados de precio, pero como vendedores no queremos que nadie venda mejor y más barato que nosotros no sea cosa que nos quedemos sin negocio. ¡Qué se regule! ¡Qué se limite! Y los que deberían regular y proteger al sector son poco expertos y les faltan muchas de las herramientas que deberían tener para poder enfrentarse a una realidad que les supera por todos lados.
En este caso, la administración hizo una carretera y no puso señales de límite de velocidad y todos pretendían que los conductores se regularan por si mismos, sin ni siquiera poner un radar para vigilar que nadie superar los límites. Es muy inocente pensar que se iban a autoregular. La regulación de un sector, por otro lado, es ilegal y no esta permitido pactar protocolos de precios o actuación. ¡Hola capitalismo!
Este sector necesita subir el escalón a la mayoría de edad y abordar temas como este desde una perspectiva más adulta, más profesionalizada y menos individualizada y solitaria. Hay problemas graves en la estructura de nuestro negocio, todos los actores desde los profesionales, las asociaciones, las escuelas, las empresas y los clientes deben replantearse muchas de las cosas que hacemos y que parece nadie quiere abordar. Problemas profundos que son la base de las exacerbadas críticas que se han generado estos días.
gracias
Mi agradecimiento a Ena Cardenal de la Nuez por facilitarnos su carta y permitirnos publicarla. Gracias por lanzar un mensaje tan directo, es necesario personas que quieran hablar en público y menos en corrillos cerveceros. Me encantaría que todos los citados pudieran dar su opinión y su punto de vista. Eso sería una gran muestra de normalidad y madurez profesional, aunque entiendo las posturas de cada uno, sobre todo no habiendo podido argumentar su postura previamente a la publicación e incluso a las descalificaciones posteriores.
Aunque yo mismo no estaba de acuerdo con algunas cosas decidimos publicar la carta de Ena porque nuestro objetivo, como medio, es visibilizar una situación totalmente inadecuada que se está produciendo. Una situación que creo debería paralizarse, si legalmente se puede, y replantearse para que todo sea más equitativo y razonable. Y si no nos tomamos esto en serio, esto se reproducirá en todas las ciudades de España, como así parece que iba a producirse en Barcelona.
Estamos presenciando en tiempo real como nuestro sector grita y se agrieta. Nosotros siempre hemos estado dispuestos a plantear un debate abierto, serio, transversal y con interés de mejorar. Esperemos que así sea desde el respeto y la confianza, que seamos capaces de comprender que nuestros colegas no son el enemigo, sino parte de la solución para un mejor sector, aunque discutamos abiertamente.
Si no nos gusta miremos a quien montó el espectáculo y lo permitió. Digámosle que ese Circo con animales, con trapecistas sin red, y faquires come cuchillos ,no es permisible hoy en día, porque al final saldremos todos perjudicados.