El interesado error de relacionar diseño y turismo, por Víctor Palau

En Valencia, parece que algunos insisten en caer en el mismo error que ya vimos cometer a Barcelona: utilizar el diseño como reclamo turístico. Es un discurso caduco, sin sentido y plagado de consecuencias nefastas que, por ignorancia o por intereses particulares, algunos siguen promoviendo. Esta estrategia no solo es equivocada, sino que ignora los estragos que ha causado en ciudades que adoptaron este enfoque. Barcelona, por ejemplo, se presentó como una ciudad diseñada para atraer el turismo creativo. El resultado fue una llegada masiva de turistas que buscaban un entorno "creativo", un "ecosistema" –como ahora les gusta llamar a estos profetas del diseño– para mejorar sus oportunidades laborales. Diseñadores extranjeros se asentaron, trabajando para sus propios países desde un lugar más barato que su ciudad de origen, pero con salarios significativamente más altos. El impacto fue devastador: los precios de estudios, oficinas y espacios de trabajo se dispararon, los alquileres alcanzaron niveles insostenibles, expulsando a los profesionales locales, y los diseñadores locales fueron desplazados por expats que poco o nada aportaron al ecosistema local. No es casualidad que Barcelona abandonara hace años este modelo. Los daños fueron evidentes y, en muchos casos, irreversibles. Yo estuve allí, no me lo tienen que contar. Ahora, parece que en Valencia algunos pretenden repetir este desastre. El diseño no puede ni debe ser reducido a un reclamo turístico. Equiparar diseño con sol, playa, ocio y vacaciones es alejarlo de su verdadero valor: un activo profesional, cultural y tecnológico. Cuando se trivializa el diseño de esta manera, lo que obtenemos son negocios clónicos y vacíos: heladerías, restaurantes instagrameables, locales que podrían estar aquí o en cualquier ciudad del mundo. Las calles pierden identidad, convirtiéndose en espacios urbanos decorados como si fueran un parque temático. Valencia no necesita que vengan a "descubrirnos". Mucho menos que nos colonicen con su idea de creatividad importada. Lo que necesitamos es fomentar una escena profesional sostenible, donde los creativos puedan desarrollarse y prosperar sin ser expulsados de su propia ciudad. El concepto de "City of Design" suena atractivo en papel, pero en la práctica es un término vacío. Ciudades de todo el mundo han abrazado esta etiqueta solo para fracasar en sus intentos de crear un verdadero impacto positivo en sus comunidades locales. Al final, el único resultado tangible suele ser una mayor dependencia del turismo y la pérdida de identidad local. La prioridad debe ser clara: crear un entorno donde trabajar no sea un lujo. Donde los diseñadores puedan vivir y desarrollar su trabajo sin verse obligados a mudarse a pueblos remotos por el encarecimiento de la vida urbana. Esto no es solo un llamamiento a la justicia social, sino una estrategia sensata para garantizar que el diseño continúe siendo un motor de innovación y progreso en Valencia. Quienes defienden la relación entre diseño y turismo están actuando desde el egoísmo o la ignorancia, que no se cual de las dos cosas es peor. Esos que ven el diseño como un medio para recibir subvenciones y llenar sus bolsillos con dinero público no entienden ni respetan el impacto que sus decisiones tienen en el resto de la comunidad. Cuando esta estrategia falle —porque fallará—, recordemos quiénes fueron los responsables. Aquellos que, en lugar de apoyar a los profesionales, eligieron vender la ciudad al turismo. Lo estoy viviendo en primera persona. El turismo me ha expulsado de mi ciudad, igual que he visto a amigos en Barcelona, Málaga y Madrid perder su casa y su espacio de trabajo. Valencia no necesita más de esto. Necesitamos una visión que priorice el bienestar de quienes crean y aportan valor aquí, no de quienes ven nuestra ciudad como un parque temático para explotar.

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