David Hockney (1937) es único en el arte británico, gracias al alcance de su reclamo popular. Exitoso en todos los campos (pintura, dibujo, fotografía y vídeo), se le conoce por ser un inteligente y profundo interrogador de la esencia del arte.
Durante seis décadas, David Hockney ha cuestionado la naturaleza de las imágenes y su proceso de creación al mismo tiempo que desafiaba sus convenciones. Su arte es uno de los puntos de referencia del posmodernismo al utilizar la parodia y la introspección así como jugar con la representación y el artificio. Claro ejemplo de ello son sus cuadros precoces Love, hechos entre 1960 y 1961, mediante los cuales subvirtió el lenguaje del expresionismo abstracto en autobiografía homoerótica.
En sus primeras dos décadas de trabajo, Hockney inventó de manera ingeniosa y brillante retratos de familia, amigos e incluso a sí mismo en Self Portrait with Blue Guitar (1977) o sus icónicas pinturas de las piscinas de Los Ángeles. Aunque bastante más tardíos, también son muy conocidos los paisajes de Yorkshire y las obras elaboradas desde su retorno a California en 2003.
«David Hockney es sin duda uno de los mejores artistas vivos. Su práctica es a la vez constante, en su práctica de las inquietudes fundamentales, y maravillosamente diferente. El impacto de Hockney en el arte de posguerra, y en la cultura en general, es inestimable».
Alex Farquharson, director del Tate Museum
Hockney es un artista que ha cambiado a menudo su estilo y sus maneras de trabajar, recibiendo con los brazos abiertos a las nuevas tecnologías. Las raíces de cada nueva dirección que ha tomado recaen en el trabajo anterior. Así, sus innovadores montajes de fotografía (joiners), como el famoso Pearlblossom Highway (1986), orientaron los cuadros de su casa en Hollywood y los paisajes de California que hizo entonces y después. Además, sus trabajos abstractos de los años 90 influenciaron su percepción de los terrenos accidentados de Yorkshire y del Gran Cañón.
Con motivo de su 80 cumpleaños, el Tate Museum organizó la mayor retrospectiva de su trabajo. La exposición, que después se desplazó a París y a Nueva York, se presentó como una perspectiva global cronológica del autor. En esta, se incluyeron representaciones desde su extraordinaria aparición en la escena pública como estudiante en 1961, hasta sus icónicas obras de los 60 y 70 y su reciente éxito en la Royal Academy.
un artista de récord
Retrato de un artista (piscina con dos figuras), de 1972, cuadro considerado una de las tres piezas más importantes del artista británico, alcanzó en 2018 el precio de 80 millones de euros (90,3 millones de dólares) en la casa de subastas Christie’s, en Nueva York, convirtiéndose en la obra de arte más cara del mundo creada por un artista vivo.
La pieza, en pocos segundos, alcanzó los 60 millones de dólares y superó con facilidad la previa cifra histórica de 58,4 millones, pagada por uno de los Balloon Dog del artista estadounidense Jeff Koons en 2013. Así, Retrato de un artista (piscina con dos figuras) se registró como la obra de Hockney más cotizada de un artista vivo al venderse. Esta obra refleja las perspectivas tanto europeas como americanas de un artista que vino a vivir a la soleada California en los años 60, y se veía a sí mismo como viviendo en dos continentes.
El pintor británico, que empezó a ganar fama y reconocimiento internacional en la década de los 60, ahora se ha convertido en uno de los artistas vivos más populares y cotizados, sumándose a una lista de artistas contemporáneos encabezada por Jean-Michel Basquiat, Peter Doig y Rudolf Stingel. Sus obras, vendidas durante las distintas subastas entre 2017 y 2018, han alcanzado el precio de 256, 100 y 52 millones de dólares, respectivamente.
nuevos medios
En la actualidad, el artista británico es un especialista en experimentar con nuevos medios tecnológicos para llevar su arte al máximo exponente. Un ejemplo de ello es la experiencia de realidad inmersiva que ha lanzado en el espacio de arte inmersivo de Londres, Lightroom. La exposición se titula David Hockney: Bigger & Closer y pretende transportar a los visitantes a interesantes atmósferas inmersivas. De hecho, los visitantes no solo se pueden sumergir en la piscina de Hockney, también pueden viajar a través de un bosque, del gran Cañón o de otros escenarios propios de su arte. Y todo ello acompañado de una partitura a medida del compositor Nico Muhly y la narración del propio artista.