El primer lápiz de Katuki Saguyaki, Txema Sanz, hace un comunicado público para ahondar en la situación que rodea a su anterior compañía, Kukuxumusu, y la actual
¡Hola a todos!
Soy Txema Sanz y, aunque he sido el primer lápiz de la marca Kukuxumusu durante mas de 11 años, sé que soy un perfecto desconocido. Los pocos que me conocen bien saben de mi timidez patológica; por eso estoy tan cómodo a la sombra del yeti Mikel Urmeneta, fundador de la marca. Él siempre sabe qué decir y cómo hacerlo y, a pesar de que me ha animado a ir a entrevistas o acompañarle en ruedas de prensa para que se me conozca, no he aceptado nunca. Me conozco bien, y sé que me bloquearía y empezaría a tartamudear más de lo habitual en mí. Pero hoy he decidido dar un paso adelante y escribir esta carta, ya que desde hace unas semanas me encuentro desolado ante la incomprensible decisión de una jueza de tomar medidas cautelares contra las creaciones que hemos hecho para nuestra nueva marca, Katuki Saguyaki, e impedir que mis compis y yo dibujemos como hemos dibujado siempre. Creo que tengo ese derecho, ya que el actual propietario de Kukuxumusu no dudó un segundo en mandar el auto de la jueza a amigos, clientes y medios de comunicación, que incluso lo han llegado a publicar. A su vez, me gustaría que esto sirviese como aviso a navegantes para que otros dibujantes e ilustradores jóvenes y no tan jóvenes tomen conciencia de lo necesario que es asesorarse en temas legales que competen a nuestras creaciones a través de otros compañeros de profesión, abogados especializados en propiedad intelectual o asociaciones de ilustradores. Nosotros tenemos tendencia a vivir en nuestro propio mundo (yo por lo menos) y confiamos en exceso en el buen hacer de la otra parte. Eso en el mejor de los casos. En otros no tenemos otra opción, que ya sabemos todos cómo está el tema del trabajo.
«Recuerdo con mucho cariño la cantidad de bocetos que tuvo que hacer para enseñarme cómo recrear los diferentes estilos y personajes que pueblan el universo creativo de Mikel Urmeneta»
Mi relación con Kukuxumusu se remonta a hace más de 14 años, que fue cuando Mikel comenzó a buscar nuevos dibujantes, ya que él no podía con todo el volumen de trabajo que había. Y me encontró a mí, para mi fortuna. En la marca había respeto por el dibujo y por el dibujante, ya que Mikel también lo es y sabe muy bien cómo lidiar con cada uno de nosotros. La libertad a la hora de dibujar era total y en poco tiempo ya estaba aportando mis diferentes estilos o los de Mikel, gracias a un pacto que adquirí con él para poder copiarle. Recuerdo con mucho cariño la cantidad de bocetos que tuvo que hacer para enseñarme cómo recrear los diferentes estilos y personajes que pueblan su universo creativo. Incluso a día de hoy todavía tiene que hacerlo, jejeje.
Me encontraba tan integrado en la filosofía y en esos mundos que pueblan el cerebro de Mikel que decidí tener una dedicación total a la marca y comencé a crear para lo que se llamaba en el departamento de diseño «álbum de bocetos de Txema»; dibujos que yo hacía desinteresadamente con ideas propias y otras sugeridas por Mikel. Algunas de esas creaciones, junto con otras del resto de dibujantes, servían luego a Mikel para nutrir las diferentes colecciones que había en la marca, tras la correspondiente cesión individualizada de algunos dibujos del álbum. Los que salían a la venta los registraba Kukuxumusu a nombre del dibujante, sus derechos se cedían a la empresa, esta los pagaba, y los demás quedaban en el álbum sin remuneración alguna hasta que fueran objeto de cesión, de acuerdo conmigo, y de pago. Quiero dejar claro que la cesión siempre ha sido para cada dibujo, no del estilo ni de los personajes porque, si no, yo no hubiese aportado ninguno propio. Los dibujos se registraban a mi nombre (siempre se hacen a nombre del autor), y yo sabía los dibujos cuyos derechos cedía a la marca gracias a un listado con los nombres de cada uno de ellos que se me entregaba cuando se firmaba esa cesión. Eso hasta que llego la crisis y, para ahorrar dinero, los registros se hacían en grupo y yo ya no sabía que dibujos se registraban, ya que se hacía con una numeración tipo “ENE-2012-TX002”, que no sabía a qué dibujo correspondía exactamente. Lo malo es que no sólo se empezaron a registrar dibujos míos bajo esas consignas (cosa que no tiene importancia porque siguen siendo míos); también se utilizaron como cedidos sin que yo lo supiese. En una empresa tan grande como era la antigua Kukuxumusu tenías que confiar en las diferentes personas que integraban su equipo, y yo confié. Nunca hubiera imaginado que se estuviese rompiendo mi norma de no ceder los derechos de dibujos que no hubieran sido pagados. Sí, soy culpable de ser un inocente, lo reconozco. Hago un inciso para comentar que parte de la estrategia de la defensa de la actual Kukuxumusu para pedir las medidas cautelares han sido precisamente algunos dibujos míos (2) cuyos derechos la empresa utilizaba como cedidos (sin que yo tuviese conocimiento de ello), y que incluimos en la colección de San Fermín de Katuki Saguyaki. Nosotros creemos en toda lógica que, al no haber sido vendidos a la marca, ni pagados por esta, Kukuxumusu no tiene derechos sobre ellos. El resto de dibujos eran totalmente nuevos.
«Como dibujante principal de Kukuxumusu seguí esforzándome al máximo para que nunca faltaran dibujos con los que la marca pudiera sobrevivir»
Después de bastantes años increíbles en Kukuxumusu, en los que el trabajo era agotador pero pleno a nivel artístico, llegó la crisis y con ella los despidos de compañeras y compañeros, algo muy triste, ya que ha nivel humano había gente excepcional. Se quedaron unos cuantos seleccionados con reducción de sueldo incluida. Los dibujantes siempre hemos sido freelance, así que nos afectó en la bajada del precio por dibujo y la disminución del volumen de trabajo. Aún así yo, como dibujante principal de Kukuxumusu seguí esforzándome al máximo para que nunca faltaran dibujos con los que la marca pudiera sobrevivir.
Y en esas llegó Ricardo Bermejo y les compró a los dos socios de Mikel su parte de la marca. Mikel sabe de mi reticencia a esa asociación, pero le veía tan feliz por haber podido salvar los puestos de trabajo de cerca de 30 personas que no pude decir que no a seguir trabajando para Kukuxumusu. Todavía a día de hoy me pregunto que llevó a una persona como Bermejo, tan alejado de la filosofía de la fábrica de ideas y dibujos, a comprar ese 66%. Y sinceramente, sigo sin tener respuesta. El tiempo corroboró mis malos presentimientos, y comenzaron los problemas. No me voy a extender demasiado en contar los numerosos desencuentros que hubo. Sólo decir que la primera colección de Kukuxumusu que hizo Ricardo no contó ni con la aprobación de Mikel, como director creativo, ni con la mía, como autor de la mayoría de los dibujos. De la noche a la mañana vi cómo estos habían sido manipulados y se habían añadido textos sin mi consentimiento. Era algo que nunca había pasado en los años anteriores que estuve en la marca, donde todo lo que tenía que ver con nuestros dibujos nos lo consultaba Mikel previamente. Cuando nos quejamos, se nos dijo que ya era tarde para rectificar porque las licencias habían visto la colección y habían dado el ok. Ricardo Bermejo lleva muchos años en el mundo de la publicidad y sabe perfectamente que era algo que no podía hacer ya que daña el derecho moral de los autores, así que cuando vio que Mikel y los demás dibujantes hacíamos piña y nos plantábamos, nos prometió que no iba a haber mas problemas en ese sentido. En una reunión entre el personal de diseño y los dibujantes nos dijo que se nos consultaría todo antes de mandarlo a los clientes y licencias, y que las manipulaciones de nuestros dibujos que hiciesen los diseñadores de la marca tendrían que contar siempre con nuestra aprobación, como siempre había sido desde que empecé a colaborar con Kukuxumusu.
Los problemas, a pesar de las promesas, continuaron y continuaron. Hasta que Mikel explotó. Él ya ha contado los motivos. Únicamente comentar que solo dos días después, y como si no pasara nada, desde Kukuxumusu me pidieron por email que les enviara y facturara con urgencia nada mas y nada menos que 54 dibujos (que estaban en mi álbum de bocetos), cuando ellos sabían perfectamente que yo no facturaba ningún dibujo que no hubiera incluido Mikel previamente en alguna colección. Yo no es que sea muy listo, pero esa manera de actuar olía muy mal.
«¿Cómo podía pensar que yo me iba a quedar en la marca sin Mikel? Me sentiría sucio e indigno, como un mercenario del lápiz, robando ideas, estilos e incluso personajes, que sé que no me pertenecen»
Ese mismo día Ricardo Bermejo me llamó para contarme que se había auto proclamado director creativo, ya que había despedido a Mikel de ese puesto, y que confiaba en que siguiera trabajando para él, ya que yo era el alma de la marca. Es muy triste que alguien que ha comprado el 66% de Kukuxumusu te diga eso. Demuestra que nunca ha entendido nada sobre la marca, porque a cualquier persona a la que preguntes te dirá que el alma de Kukuxumusu a nivel creativo es y será siempre Mikel Urmeneta. ¿Como podía pensar que yo me iba a quedar en la marca sin Mikel? Me sentiría sucio e indigno, como un mercenario del lápiz, robando ideas, estilos e incluso personajes, que sé que no me pertenecen. Como imagino que se sintieron los dibujantes que copiaron el mundo de Mortadelo y Filemón, a sueldo de la editorial Bruguera, hasta que el gran Ibañez recuperó judicialmente a sus personajes.
Yo preferí irme con Mikel y el resto de los dibujantes freelance de la marca y crear Katuki Saguyaki, porque a pesar de los muros que ponen en nuestro camino, estoy seguro de que entre todos tenemos un lápiz enorme lleno de creatividad que usaremos como pértiga para salvar cualquier obstáculo.
Mientras, ellos actúan como si Mikel siguiese en la empresa. Repitiendo cual loros frases que ya han salido de la boca de Urmeneta muchas otras veces, y dibujando y calcando nuestros estilos, ideas, etc. sin ningún pudor, y más ahora que nos han puesto medidas cautelares. Y también se esfuerzan en repetir que Mikel aún mantiene el 33 % de la marca. Pues sí, es cierto, y aunque a él no le sirve de nada, a mí me hace imaginar que el 33 % de mis dibujos rehenes en la marca están a salvo. Lo sé, es sólo un sueño.
Tampoco han dudado en manipular mis dibujos y añadir frases sin mi autorización para nuevas colecciones o para su uso en diferentes redes sociales. Para muestra un botón: el 28 de junio publicaron en Facebook y Twitter una reseña sobre la muerte del actor Bud Spencer, y la acompañaban con un dibujo mío. En el se ve cómo un bulldog agarra a una perrita por el cuello. Pues bien, es sólo una parte de un dibujo que yo hice contra la violencia machista que se llama show your teeth (enseña tus dientes), y que muestra como una perrita de raza poodle muerde en la cola a un bulldog para defender a la perrita beagle que está siendo golpeada (se puede ver el dibujo completo publicado el 30 de agosto del 2013 en su Facebook). Si esto no es un uso inmoral de un dibujo mío, no sé ya que lo es. Parece ser que la promesa de respetar los dibujos que nos hizo el Sr. Bermejo era únicamente si permanecíamos en la marca. Si no, todo vale.
«Parece ser que la ley de propiedad intelectual está hecha para proteger a los comerciantes y no a los creadores»
Me encuentro ahora mismo como si me hubiesen atado las manos a la espalda, sin saber qué hacer y sin entender el porqué de la decisión de la jueza. Parece ser que la ley de propiedad intelectual está hecha para proteger a los comerciantes y no a los creadores. Es como si un músico que cambie de compañía de discos ya no pudiera hacer el mismo tipo de música que hacía antes. Como si un escritor que cambie de editorial no pudiera hacer el mismo tipo de literatura. Como si un pintor que cambie de galería no pudiera ya pintar con el mismo estilo que antes. Como si un humorista que se vaya a otro canal de televisión ya no tuviese derecho a hacer el mismo tipo de humor. ¡De locos!
«En el juicio el abogado de la parte contraria dijo que somos artistas de acreditada trayectoria y que podemos perfectamente crear otro estilo»
En fin, a ver cómo acaba el cuento de Katuki roja y el lobo Bermejo. Yo espero que cuando se produzca el juicio la justicia nos libere de la panza que nos ha engullido.
En el juicio el abogado de la parte contraria dijo que somos artistas de acreditada trayectoria y que podemos perfectamente crear otro estilo. Lo primero es cierto, lo segundo también. Pero se equivocan si piensan que no vamos a luchar para poder seguir dibujando como lo hemos hecho hasta ahora, porque su pretendido universo Kukuxumusu, es una pequeña porción de un cosmos inabarcable de estilos muy diferentes creados por Mikel y el resto de dibujantes y del que la empresa solamente puede explotar los dibujos concretos cedidos y cobrados por los autores.
Habrá un antes y un después de la sentencia final, y si perdemos perderán todos los dibujantes e ilustradores de este país. Por ahora los comerciantes han ganado una batalla. A ver quien gana la guerra.
Gracias por leer esta carta y gracias de todo corazón a todos los que estáis apoyando a Mikel, a los dibujantes y a todo el equipo que formamos Katuki Saguyaki.
Txema Sanz (Jose Manuel Sanz de Juan).
Actualizado 06/05/2021