El packaging del futuro se enfrenta a importantes retos desde el punto de vista del diseño: la sostenibilidad riñe con la practicidad y la experiencia de usuario. ¿Cómo cubrir todos estos frentes? Aquí la solución de Jon Marshall, socio de Pentagram London.
Heights es una startup de salud y bienestar cerebral. La marca se dedica a la comercialización de un suplemento alimentario en forma de cápsulas cuyo fin es elevar y ampliar el rendimiento cognitivo del cerebro. El pedido del producto se hace online y tras realizar la compra, el cliente recibe su pedido directamente en su buzón de correo.
Hablamos de una marca de salud actual, que también hace hincapié en la sostenibilidad del planeta. Por ejemplo, Heights utiliza ingredientes naturales en la forma más activa biológicamente. De esta manera, cuando Jon Marshall recibió el encargo por parte de la marca, se encontró de frente con una situación atípica.
Es decir, un producto típico de farmacias que rompe con el canal de distribución habitual, que además debe llegar en óptimas condiciones y generar una buena impresión. Esto significa que el diseño de packaging debía aportar una buena experiencia de usuario, lo que implicaba un diseño especialmente racional y que también fuera sostenible.
¿Cómo solucionar el reto? ¿Es esta propuesta de Pentagram el packaging del futuro?
El diseño del pakaging de Heights tenía que enfrentarse a dos retos:
«El diseño de la botella fue impulsado por dos factores: tenía que ser muy distintivo para lanzar la marca y también tenía que tener un grosor de menos de 25 mm para poder pasar por el buzón», explican en Pentagram London.
En la parte estética, el equipo de diseño liderado por Jon Marshall ha evitado el habitual lenguaje de diseño frío y científico que frecuentemente utilizan las marcas de suplementos.
El diseño de la botella tiene una forma suave y asimétrica; como una burbuja ligera, que además se transforma en una gran ventana transparente que permite ver las cápsulas.
Estas cápsulas, a su vez, estás compuestas de una tienen una película transparente que revela los ingredientes naturales en su interior.
En el diseño se hicieron distintas simulaciones mediante software. Además, Marshall y el equipo de diseño también trabajaron mano a mano con el fabricante para modelar mediante el soplado la botella hasta obtener el prototipo perfecto. El cuello se estrecha en el cuerpo principal de la botella, lo que facilita la extracción de dos píldoras a la vez, al tiempo que garantiza que se pueda llenar fácilmente con cápsulas.
¿Y en cuanto a los materiales utilizados?
Inicialmente, el diseño fue probado y prelanzado con plástico PET. Posteriormente, se cambió y el material elegido es el PLA; un bioplástico completamente transparente, más sostenible y biodegradable que el PET, pero quizás no el material ideal si pensamos en términos del packaging del futuro.
Con el fin de minimizar la huella de carbono y permanecer dentro del ancho máximo del packaging de 25 mm, el equipo de Pentagram también diseñó una caja especial para el envío. El material elegido para la caja es la pulpa de caña de azúcar moldeada, un material sostenible y biodegradable que es un subproducto de la industria de refinación de azúcar. A través de este envoltorio, el producto se puede transportar de forma segura y solo agrega 0.75 mm al grosor total en el paquete de envío.
Este diseño de packaging, aparentemente extraño, nace en realidad de un proceso de diseño completamente racional. La cubeta interior mantiene la botella y los folletos del producto a salvo, de forma segura y se pueden reutilizar, mediante su reemplazo, para el envío de futuros productos. ¿Es este el packaging del futuro? Habrá que esperar a verlo dentro de unos años.
→ Jon Marshall / Pentagram London