A nosotros, que tomábamos las calles como si fuesen nuestras, que nos quejábamos de un ritmo de vida vertiginoso donde las prisas por no llegar a los sitios nos quitaban las ganas. A nosotros, que llenábamos las terrazas, los parques, las playas y estaciones de esquí en algaradas.
A nosotros, que nos abrazábamos y nos comíamos a besos cuando nos veíamos, que nos encantaba bailar un directo hacinados, al roce de las pieles; que hasta sin conocernos éramos capaces de fundirnos en un abrazo en esos momentos de exaltación de la amistad. A nosotros, que nos sentíamos dueños de la naturaleza, que teníamos previstas reuniones, viajes, clases, presentaciones, eventos; que nos sentíamos libres de entrar y salir, de ir y volver. A nosotros, que en días como hoy nos visitaba el tedio por tener que ir al trabajo. A nosotros, las circunstancias, nos han quitado la libertad. A nosotros. Quién lo iba a imaginar.
Las realidades a nivel mundial son graves e insólitas: generan alarma. Nuevos escenarios provocan confusión, miedo, rabia, ansiedades, por lo complejo, lo desconocido, lo inusual… Pero se nos pide poco, muy poco: tan solo hay que quedarse en casa. Y vivimos en el primer mundo.
Estos días, releyendo ‘La resistencia íntima‘ de Josep María Esquirol me encontré con esto: «La casa, como centro, hace que el mundo no sea ni caos ni dispersión total, es condición de que haya mundo».
Quizá hoy estas palabras cobran más sentido que nunca.
Los seres humanos somos extraños y podemos llegar a interpretar papeles viles en los supermercados, pero también tenemos la capacidad de hacer cosas maravillosas. Y seguimos estando aquí. Solo que, en casa, tan solo de nosotros depende el poder disfrutarlo… algunos no pueden.
Yo estos días ando con estas cosas para hacer en casa. Algunas ya las he llevado a cabo. Sobre todo, ando en vivir el momento, esa décima exacta de segundo que está sucediendo justo en este mismo instante.
50 cosas para hacer en casa
- Ordenar los discos duros, Dropbox, escritorio, etc. eliminando todo lo que no sea de utilidad.
- Planificar, analizar la situación, hacer números, previsiones y más números para intentar salir airosos de esta…
- Ordenar todas esas imágenes que voy acumulando con avidez, sin sentido. Ni siquiera sé dónde están.
- Dialogar conmigo, con honestidad… Reparando en la escucha.
- Calzarme las zapatillas, subir el volumen y caminar 10.000 pasos. Mi pasillo es un buen emplazamiento: 650 vueltas.
- Mantener mis rutinas, sobre todo aquellas que más feliz me hacen.
- Cocinar, en general, y en especial un pastel de manzana con harina de espelta… Disfrutar deslizándome por las texturas de la masa.
- Buscar ese rayo de sol que entra por la casa y crear un nuevo espacio para la ingesta de la vitamina D en el balcón y comedor, donde he comprobado que se halla a ciertas horas del día. También disfrutar de la lluvia y de esos surcos que deja en los cristales.
- Jugar con algo físico, modelando, construyendo, a juegos de mesa…
- En 5 días de reposo perdemos el 9% de nuestra fuerza y el 3,5% de nuestra masa muscular. Ejercitar mi cuerpo.
- Conversar con los otros, reflexionar. Pensar en lo que tenemos. Y en lo que queremos…
- Dibujar, aunque pienso que no se me da bien… Letras, gatos, rostros de esas personas que me mueven por dentro… Dibujar.
- Descubrir esos rincones de casa en los usualmente la vida no me deja detenerme. Fotografiarlos.
- Detenerme, observar minuciosamente el contenido de la casa, ¿Realmente me hace feliz? ¿Es necesario? ¿Es útil? ¿Es bonito?
- Seguir escribiendo, de las razones, pensamientos, sentimientos… Para mí, para otros/as, a mano, a tecla.
- Rediseñar los flujos y maneras de trabajar, atenta a la adquisición del conocimiento.
- Trasplantar las plantas mientras les cuento una historia.
- Adentrarme, aún más, en el arte, la poesía, la filosofía, la ciencia, las emociones…
- Corregir los trabajos de clase, con mimo y atención a los aprendizajes.
- Deshabitar el armario…Volver a habitarlo solo con aquello que realmente utilizo.
- Continuar la guerra al plástico y seguir replanteándome nuestra forma de vida. Calcular nuestra huella ecológica. ¿Qué podemos cambiar?,
- Seguir en compañía de todos aquellos que me alimentan el alma, dispares, múltiples, infinitos: Philip Glass, Michel Nyman, Tindersticks, Françoise Hardy, Villagers, Palace, Claudine Longet, Bebo, Etta, Bowie, Japanese Breakfast, Iggy, Amaro Ferreiro y tantos otros… Bailar. Crear listas. Compartirlas.
- Seguir oteando, nutriendo mi curiosidad, que es infinita… tirando de los hilos. En películas y series aparecen múltiples referencias a libros, lugares, música que siempre me abren nuevos mundos y generan felices tiempos de aprendizaje.
- Quedar con amigos para cenar, conversar, tomar un aperitivo, prepararlo todo con esmero… Y conectar el Skype.
- Perderme en manchas de tinta: Josep Maria Esquirol, Marguerite Duras, Hanif Kureishi, Nuccio Ordine, Elvira Navarro, Sara Mesa, Trueba, Bauman… y tantas otras palabras por revelarse. Aprovechar para ordenar y releer.
- Observar mi cuerpo como si fuese la primera vez, con detalle, esperando hallar novedades de la experiencia.
- Disfrutar del silencio absoluto.
- Observar las nubes desde la ventana. Descubrir las figuras imaginarias que siempre esconden.
- Disfrutar de una obra de teatro. Son múltiples e interesantes las opciones que los teatros están ofreciendo estos días.
- «Rediseñar» las redes sociales, seguidores, seguidos, contenidos.
- Deleitarme con todos los contenidos editoriales, musicales y culturales que se están compartiendo en red. Son maravillosos y una muestra de que la cultura salva.
- Seguir disfrutando cada día de mi trabajo, de la gran fortuna de dedicarme a lo que me gusta.
- Analizar nuevos proyectos. Explorar nuevos caminos.
- Adecentar ese rincón que tenía olvidado.
- Mantener esa conversación que tenía pendiente desde hace tiempo.
- Disfrutar de las peripecias sociales que viviremos estos días. Serán muestras de otras maneras de relacionarse; provocarán emociones intensas, de esas que erizan nuestros vellos. Balcones en canto, aplausos colectivos, músicas, visuales, berreos de nuestras ansiedades… serán originales e inauditas las manifestaciones y acontecimientos sociales que experimentaremos.
- Ser consciente del tiempo, las mismas horas, pero vividas de modos distintos. Ese tiempo que antes parecía escurrirse, ahora la vida nos lo entrega a raudales.
- Ducharme con sosiego, con música o silencio, pensando en todo lo que tenemos (la mayoría nos hallamos en el primer mundo) y no en todo lo que nos falta.
- Revisar todos los carteles que tengo en casa y poner en marcha un plan para su exhibición. Algunos llevan años encerrados.
- Comenzar la serie Utopia. Me han hablado de sus peculiaridades, significado y fotografía. Me ha entrado la curiosidad.
- Abrir ese cajón que esconde tesoros de siglos. Desechar lo inútil mientras pienso en aquellas quejas estúpidas que todos hemos emitido en alguna ocasión e intentando no olvidarlas.
- No hacer nada. Absolutamente nada.
- Visitar los museos. La mayoría cuentan con una programación de exposiciones y archivos online.
- Observar por la ventana. Rara vez pasaremos tanto tiempo en casa… Esos instantes proponen fotografías, imágenes inhóspitas, nuevas perspectivas.
- Echar de menos a las personas con las que comparto mi vida laboral y personal.
- Mantener largas sesiones de juegos, caricias y conversaciones con mi gata.
- Dar ánimos a todas esas personas que tienen difícil la adaptación y la convivencia, especialmente a los que siguen con normalidad su actividad: sanitarios, personal de supermercados, farmacias, transportes, etc. Ellos nos cuidan y cobijan. Ellos no pueden vivir la casa.
- Seguir trabajando en ese proyecto que espero vea la luz este año y me hace especial ilusión.
- Aprovechar las crisis o las extrañas circunstancias para aprender, repensar otras maneras de hacer y existir. Gràffica nació de ello.
- Experimentar esa sensación que los holandeses definen como el Gezelligheid, al sentir la calidez e intimidad de la protección que nos hace sentir seguros en casa.
Y sobre todo confiar. Confiar en que todos estáis bien y todos estaremos bien.
Hay que disfrutar de la estancia. Estar en casa, trabajando haciendo cosas, creando, estando sano, es un privilegio, un regalo, que algunos no pueden disfrutar.
Como dijo el primer ministro italiano Giuseppe Conte, «mantengámonos alejados hoy para poder abrazarnos mañana».
¡Feliz lunes!