Desde Loja Ecuador, Vanessa Zúñiga juega con las fronteras de la tipografia inventando un nuevo lenguaje visual que toma directamente sus raíces en las escrituras precolombinas. La diseñadora mezcla historia, antropología y diseño en un proyecto que ambiciona revalorar una estética latinoamericana a nivel regional e internacional
Ornamentado y místico, el universo de Vanessa Zúñiga se compone de colores, formas y palabras, heredadas de las culturas precolombinas. «Casi todo mi trabajo tiene que ver con la cosmovisión Andina, el pensamiento conceptual de nuestras culturas originales», comenta. Una línea de trabajo encarnada por su nombre artístico, Amuki, el cual se traduce por ceremonia del silencio.
Al igual que las escrituras prehispánicas, el trabajo de Vanessa no se basa en nuestro alfabeto. «Me llama la atención la tipografía no verbal o dingbat. Es un lenguaje visual que en vez de letras, se compone de módulos para escribir y dibujar patrones». Un enfoque, que marca su singularidad en la escena tipográfica.
«Más que fuentes, mi propósito es proveer una familia de módulos, para que los diseñadores puedan jugar y armar identidades a su gusto», Vanessa Zúñiga.
Las tipografías de Vanessa Zúñiga son extravagantes, lo cual puede resultar difícil a la hora de usarlas. «Sé que mis tipografías no son para textos ni para titulares, pero tienen más posibilidades de uso», concede. Es sobre todo en diseño de moda y packaging que la diseñadora ve más potencial.
Cada experimento de Amuki parte de un fragmento visual encontrado en un libro o una pieza arqueológica. Sobre este punto, ella precisa, «siempre trato de buscar piezas que están dentro del periodo de integración, cuando las culturas empezaron a mezclarse. Hay más riqueza visual».
A partir de las frases visuales identificadas, Amuki extrae los signos geométricos básicos, creando así, un repertorio de módulos. Un proceso titánico en que puede durar semanas. «Me suelen salir como 2.000 signos primarios», nos comenta.
Después de la investigación, llega el momento de la experimentación. Una vez define su repertorio, Vanessa Zúñiga juega con los módulos dibujando patrones para crear letras, ilustraciones, carteles o productos derivados. Un solo repertorio de formas puede ser el terreno de varias experimentaciones. Fontself, Cinema 4D, After Effect o Processing, Amuki itera constantemente con programas que va aprendiendo, para llevar sus experimentos lo más lejos posible.
Cada año, Amuki realiza 3 o 4 experimentos que acaban cuidadosamente numerados y presentados en su portafolio. «Llevo 109 ya», comenta la diseñadora.
El proyecto de Vanessa Zúñiga nació hace 15 años en una tienda de antigüedades del barrio de Recoleta en Argentina. La entonces estudiante buscaba un tema de tesis para su maestría de diseño en la Universidad de Palermo en Buenos Aires. Se encuentra entonces con un libro vetusto sobre piezas de la era andina y mesoamericana. «Allí me enamoré del proyecto, porque detrás de cada signo hay una historia que no se nos enseña», cuenta Amuki.
«De una pieza arqueológica puedo sacar infinidad de experimentos», Vanessa Zúñiga.
Los dos primeros años, la estudiante se centra en construir su vocabulario visual y su metodología a partir fragmentos visuales precolombinos originales de Ecuador. Al acabarse la Maestría, el proyecto de tesis se vuelve un proyecto personal, hasta que pasara a convertirse en proyecto de vida. ”Empecé en 2004 y allí sigo. Ya no sólo me quedé en Ecuador, también llegué a Colombia, Peru, Argentina o México,” comenta Vanessa Zúñiga.
Hoy Amuki alza su voz en talleres y conferencias en los 4 rincones de Latinoamérica, convirtiéndose en embajadora de las escrituras precolombinas, «Mi objetivo es demostrar que a partir de los signos de nuestras culturas originales, se puede obtener un nuevo lenguaje que nos identifique». Y agrega: «Quiero mostrar que podemos ir más allá que copiar las referencias de otros países».
«Lo que más me motiva es pelear el prejuicio y la vergüenza que nos da usar cosas de nuestra cultura. He librado mi discurso como una gota de agua que cae y va perforando la piedra», afirma Vanessa Zúñiga.
Una pelea que nació junto con el proyecto. «En mi Maestría, mi tema no tenía tanta aceptación, pero para mí, hacer este proyecto significaba sentirme orgullosa de mi país. Fue como una lucha propia para sacarlo adelante y alzar mi voz».
Hoy Vanessa cuenta las victorias ya que su trabajo se puede ver en manuales escolares ecuatorianos y se convirtió en fuente de inspiración para una ola de jóvenes diseñadores que siguen sus pasos.
Y si Amuki se alegra de ver el desarrollo de un diseño que toma raíz en las culturas precolombinas, emite una crítica: «Me molesta mucho cuando alguien copia o usa mi trabajo sin demostrar que conoce el contexto. Porque, para mí fueron 3 meses de analizar una cultura y el resultado es este signo. La historia que hay detrás de cada signo, aunque parezcan sencillos, es muy importante». Una llamada necesaria, para que el éxito de su trabajo no se vuelva contraproductivo.
→ Amuki