Una exposición en el Centre Cultural La Nau rescata la historia vital y efervescente de Tráfico de Modas, el colectivo valenciano que revolucionó la moda española entre 1980 y 1992 con una mezcla de juego, familia y diseño.

El tiempo ha pasado, pero la energía de Tráfico de Modas sigue viva. Esa es la sensación que transmite la exposición Tráfico de modas (1980-1992). Arrebato, juego y familia, inaugurada hoy en el Centre Cultural La Nau de València. Organizada por la Universitat de València, a través del Vicerrectorado de Cultura y Sociedad, y en colaboración con el Arxiu Valencià del Disseny, la muestra reúne piezas originales, estampados, dibujos, vídeos, catálogos y recuerdos de una marca que nació casi sin querer y acabó ocupando un lugar inesperado –pero fundamental– en la historia del diseño de moda en España.
Tráfico de Modas fue un experimento colectivo que empezó con un grupo de jóvenes en la Calle de las Comedias, justo al lado de La Nau, y que en poco tiempo desfilaba en la Pasarela Cibeles, vendía en las mejores tiendas del país y firmaba contratos con Japón. Su historia no se cuenta desde la nostalgia, sino desde la conciencia de haber formado parte de algo más grande: un momento de euforia y apertura tras la dictadura, donde la creación se vivía como necesidad vital, como resistencia alegre.
La exposición, comisariada por Esther González Gea, Pedrín Errando Mariscal y María José Villalonga, traza una línea narrativa desde los inicios familiares hasta el cierre forzoso en 1992. En ese arco temporal caben el juego, la improvisación, la gráfica explosiva de sus catálogos (con Javier Mariscal como colaborador desde el primer día), la energía de sus desfiles y una forma de entender la moda como lenguaje libre y directo. Las prendas no eran solo ropa: eran mensajes que dialogaban con su tiempo. Como dijo González Gea durante la presentación, “las prendas cuentan historias, transmiten mensajes, y las de Tráfico supieron narrar una visión propia de su momento histórico”.
La muestra puede visitarse en la Sala de Bigues hasta el 12 de octubre. Su disposición circular ayuda a articular el relato cronológico: desde los primeros pasos de la marca en la escena valenciana hasta su consolidación internacional, con imágenes de pasarela, bocetos, estampados, prendas icónicas y testimonios de sus protagonistas. Entre ellos, el propio Mariscal, que recuerda aquel impulso inicial como un salto al vacío: “no sabían si abajo habría agua, si harían pie… pero aprendieron a nadar enseguida. Me emocionaba ver cómo se ponían en marcha, tenían una energía brutal”.

Ese entusiasmo inicial se cruzó, con el tiempo, con los límites del sistema. Tráfico de Modas fue una de las muchas marcas que no sobrevivieron al auge de la fast fashion: un modelo que premia la velocidad y el bajo coste por encima del oficio y la calidad. Como explica Pedrín Errando, el cierre no tuvo que ver con su trabajo, sino con un cambio de paradigma que deslocalizó la producción y transformó al consumidor. “Hoy el mundo se enfrenta a un problema de sostenibilidad enorme. Y esto empezó entonces”.
Pero lejos de quedarse en el lamento, la exposición actúa como una celebración y una reparación. Gracias al trabajo de archivo liderado por María José Villalonga, que guardó durante décadas todo lo relacionado con la marca, ha sido posible reconstruir no solo una estética, sino un espíritu. “Fue una manera de vivir –dice ella–. Nos la inventamos. Y cuando terminó, tampoco me pareció mal. Me gusta empezar y acabar las cosas”.
El proyecto se enmarca además en la línea de exposiciones impulsadas por el Arxiu Valencià del Disseny, una iniciativa conjunta de la Universitat de València y la EASD València que busca preservar el legado gráfico y de diseño de la Comunidad Valenciana. Parte del fondo recuperado de Tráfico de Modas pasará ahora a integrarse en este archivo, consolidando así su lugar en la memoria cultural del territorio.
La muestra viene acompañada de un catálogo cuidadosamente editado, con textos de Esther González Gea, Cristina Pérez, Carles Gámez y C. Rafael Martínez-Martínez (quien coordina el volumen), además de imágenes de archivo y fotografías de autores como Enrique Carrazoni u Ouka Leele. El diseño gráfico del catálogo ha estado a cargo de Mati Martí, y su tirada es de 500 ejemplares.
Con esta exposición, La Nau no solo rescata un fragmento de historia del diseño valenciano. También pone en valor una forma de crear arraigada en el afecto, la colectividad y la intuición. Una forma de entender la moda como territorio de libertad. Y una prueba más de que, a veces, los proyectos que nacen por impulso, sin mapa ni garantías, son los que dejan una huella más duradera. Porque, como dice Mariscal, “yo siempre conduzco mi Vespa y nunca miro por el retrovisor”.
Actualizado 25/05/2025