La estadounidense (Washington D.C., 1953) está considerada como una renovadora de la fotografía documental y narradora de la escena contracultural de la ciudad de Nueva York en los años 70 y 80. La fotógrafa vivió una juventud complicada marcada por la separación de sus padres, el suicidio de su hermana y su paso por diferentes casas de acogida. Quizás por eso sus amigos fueron tan importantes para ella, convirtiéndose en su familia y actores principales de sus fotografías.
Nacida en el seno de una familia de origen judío, Nan Goldin creció entre varias familias adoptivas de distintas ciudades de Nueva Inglaterra después de que su hermana se suicidara. Entró en una escuela experimental de Boston, la Satya Community School. Con 15 años tuvo su primer contacto con la fotografía. Por esa época, empezó a frecuentar la comunidad de Provincetown, un destino de vacaciones de Massachusetts muy popular entre los homosexuales de la Costa Este estadounidense. Allí, la artista conoció a los que habrían de ser habitantes y protagonistas de sus fotografías durante los siguientes 20 años: Bruce, Sharon, Cookie, Waters…
En 1978 se graduó en la Escuela del Museo de Bellas Artes de Boston. En su promoción también estudiaron artistas reconocidos como Philip-Lorca diCorcia y David Armstrong, al que había conocido en Satya y que habría de convertirse en uno de los grandes cómplices de Goldin.
Abandonó Boston y se llevó consigo películas de color y luces de flash. Estos objetos se convertirían en su equipaje cuando abandonó Boston y se estableció en el barrio de Bowery, en Manhattan, donde encontró el estallido del punk y la aparición paralela de decenas de impulsos contraculturales.
En Nueva York, la fotógrafa encontró el que sería el gran tema de su obra: la narración de la vida sentimental y sexual de ese ambiente.
Uno de los aspectos fundamentales en el arte de esta fotógrafa es su facilidad para transmitirnos los momentos íntimos en la vida de sus amigos, su privacidad pero siempre de forma respetuosa. Por ejemplo, en las fotografías de parejas en la cama, el sexo es tratado de forma natural, nunca de un modo pornográfico sino de una forma real, directa y erótica. En sus fotografías hay como una necesidad de coleccionar cada instante, cada segundo de felicidad o de tristeza para que no se pierda en el olvido, como si de una coleccionista se tratase.
Su personal estilo fotográfico, definido por la proximidad con los retratados, por escoger momentos privados como objeto principal de sus imágenes, es lo que define un modo muy particular de enfocar la cotidianidad en el que placer y dolor se alternan como parte de una misma historia.
Para emprender esa narración, Goldin trabaja con series de fotografías que cuentan desde dentro la vida de sus amigos: iniciación, plenitud y dependencia sexual, depresión, pobreza, amor, soledad, violencia, enfermedad… Para enfatizar el efecto narrativo, Goldin presenta esas imágenes en películas que muestran las fotografías sucesivamente. La más famosa de ellas es La balada de la dependencia sexual (título tomado de una canción de Bertolt Brecht) donde muestra el efecto devastador del sida sobre esa generación en 1986. En una de sus series posteriores, La balada desde la morgue insiste en el mismo tema.
Fue partícipe del contexto que estaba narrando. Tanto es así que, poco después de presentar La Balada de la dependencia sexual en Europa, ingresó en una clínica de desintoxicación. Durante su estancia en el centro, el autorretrato se convierte en uno de los temas recurrentes de su obra. Más tarde, la fotógrafa rodaría un documental autobiográfico, I’ll be your mirror, que toma su título de una canción de Velvet Underground.
Poco después de salir de la clínica, en 1991, abandonó los Estados Unidos y se marchó a Berlín para cuidar de su amigo Alf Bold, enfermo de sida. Desde entonces, la fotógrafa vive entre la capital alemana, París y Yale, donde es profesora. En el año 2007 recibió el Premio internacional de la fundación Hasselblad por su obra.
«Mi obra proviene originalmente de la estética de las instantáneas… las instantáneas las tomo con amor para recordar gente, lugares y momentos especiales. Éstas crean historias al documentar la historia». Nan Goldin
Uno de los trabajos más destacados de Goldin es El otro lado, donde se retratan travestidos y transexuales durante 20 años. Amor en Tokio, surge de la colaboración con Nobuyosi Araki plasmando la vida de los jóvenes en Tokio.
Sus primeras fotografías fueron tomadas en blanco y negro de la serie Boston Years (1969-1974). Desde entonces ha protagonizado una evolución hasta sus últimos trabajos sin cambiar su particular modo de plasmar su entorno, como las cuatro historias de amor de la instalación Heart beat (2000-2001), cuya banda sonora está compuesta por John Taverner e interpreta la cantante Björk. La serie Elements compuesta fundamentalmente por interiores, cielos y paisajes y Relics and Saints dedicada a la iconografía religiosa son sus producciones más recientes.
Actualizado 12/05/2015