Muere Oliverio Toscani, el provocador visual que cambió el mundo de la publicidad y la fotografía

El mundo de la publicidad, la fotografía y la provocación pierde a una de sus figuras más emblemáticas. Oliviero Toscani, el revolucionario creador que transformó los límites de la comunicación visual a los 82 años, en el hospital de Cecina, en Toscana, donde residía. Diagnosticado hace año y medio con amiloidosis, Toscani afrontó su enfermedad con la misma lucidez y audacia que marcó su carrera. Nacido en Milán el 28 de febrero de 1942, Toscani creció en una familia profundamente ligada a la fotografía. Su padre, Fedele Toscani, fue un reconocido fotógrafo del Corriere della Sera que lo introdujo en el arte de capturar imágenes. A los 14 años, publicó su primera foto en portada, un retrato de la viuda de Mussolini en el entierro de sus restos. Este evento fue el inicio de una trayectoria que desbordaría límites y fronteras. Toscani estudió fotografía en la Kunstgewerbeschule de Zúrich bajo la influencia de Johannes Itten, maestro de la Bauhaus, donde aprendió a combinar técnica y creatividad. Su talento pronto se reflejó en publicaciones de moda como Elle, Vogue y Harper’s Bazaar, marcando un estilo que desafiaba las convenciones. Su primer gran escándalo llegó en 1971 con un anuncio de vaqueros Jesus, protagonizado por su novia Donna Jordan, que proclamaba: “Quien me ama, que me siga”. Desde entonces, el impacto y la transgresión fueron su firma. El legado de Benetton y el shockvertising El nombre de Toscani quedará ligado para siempre a United Colors of Benetton, marca que transformó con su estilo irreverente y su visión global. Durante casi dos décadas, desde 1982, Toscani creó campañas inolvidables que redefinieron la publicidad: desde el beso entre un sacerdote y una monja hasta la imagen de un enfermo de sida moribundo rodeado de su familia. Estos anuncios no solo vendían ropa; eran manifiestos que denunciaban el racismo, la pena de muerte, la guerra y otros males sociales. Pionero del concepto de shockvertising, Toscani utilizó el impacto visual como herramienta para despertar conciencias y generar debate. Sus campañas para Benetton no solo lograron un alcance global, sino que también provocaron intensas polémicas. Entre ellas, la foto de tres corazones humanos etiquetados como negro, blanco y amarillo, denunciando el racismo, o la imagen de un soldado muerto en Bosnia, un recordatorio brutal de la violencia de la guerra. Fundó en 1991 la revista Colors, una plataforma para explorar temas globales a través de la fotografía, y en 1994 creó Fabrica, una academia para jóvenes talentos inspirada en la Factory de Andy Warhol. Estas iniciativas subrayaron su visión de la fotografía como una herramienta de cambio social y cultural. Retratista de una era La habilidad de Toscani para capturar el alma de una época también se reflejó en sus retratos de iconos culturales. Fotografó a figuras como Andy Warhol, John Lennon, Muhammad Ali, Federico Fellini y Silvio Berlusconi en los albores de su carrera. Asimismo, lanzó a supermodelos como Naomi Campbell, Claudia Schiffer y Monica Bellucci, dejando una marca imborrable en la industria de la moda. Polémicas y últimos años Nunca ajeno a la controversia, Toscani dejó Benetton en 2000 tras una campaña que mostraba a presos en el corredor de la muerte, provocando tensión incluso dentro de la marca. Su capacidad para polarizar opiniones lo acompañó hasta el final de su vida, reflejo de un espíritu libre e inconformista. En 2007, su fotografía de Isabelle Caro, una modelo anoréxica, para una campaña contra los trastornos alimentarios, generó un debate global sobre la salud y la belleza en la moda. En 2017 regresó brevemente a trabajar con Benetton, pero la relación terminó en 2020 tras comentarios controvertidos sobre el desastre del puente Morandi. A pesar de estas dificultades, Toscani mantuvo su relevancia y energía creativa hasta los últimos días, colaborando con marcas y proyectos independientes. Un legado inmortal Toscani fue un gamberro intelectual que desafió las normas y forzó los límites del arte y la comunicación. Consideraba la publicidad como un medio para plantear cuestiones sociales y despertar conciencias, una filosofía que lo llevó a redefinir los límites del lenguaje visual. Su frase “Nunca he tenido un dueño, un sueldo, siempre he sido libre” resume una vida dedicada a la creatividad sin ataduras. Le sobreviven su esposa, Kirsti, y sus tres hijos: Rocco, Lola y Ali. Como bien resumía Benetton en su mensaje de despedida: “Para explicar ciertas cosas, las palabras simplemente no bastan. Adiós, Oliviero. Sigue soñando”. El legado de Oliviero Toscani es mucho más que una colección de imágenes memorables; es un recordatorio de que el arte puede ser una fuerza poderosa para el cambio, un espejo que desafía a la sociedad a enfrentarse a sus contradicciones. Toscani no solo plasmó el mundo en su lente, también lo transformó con cada disparo.

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