Quizás alguna vez te hayas preguntado cómo es tu aspecto mientras masticas. O el aspecto del agua cuando una gota la atraviesa. Cuando un violinista toca una pieza, ¿qué hace con el arco? ¿cómo se mueve? ¿se mueve de forma diferente de otro arco que toca una misma pieza musical?
Durante siglos, los fotógrafos han respondido cuestiones como estas. La fotografía es un magnífica herramienta para detener el tiempo y entender el mundo que nos rodea, y eso es lo que hace Stephen Orlando. Sus fotografías no solo son vanguardistas, sino que responden a todas estas preguntas.
Con luces LED conectadas al arco del violinista, Orlando captura cómo de rápido y de qué manera se mueve el arco, además de su ángulo exacto. También si el músico elige mover el arco hacia arriba o hacia abajo. El proceso es complicado: en un oscuro y gran auditorio se conecta a un arduino que le permite operar cuando las luces cambian su color y ondulación –azules brillantes, naranjas, rosas…-. El músico se coloca y Orlando mueve la cámara para arrastrar y captar el movimiento del arco del violinista. El resultado: una bella imagen en la que la música parece bailar.
El trabajo de este ingeniero mecánico y aerodinámico, que empezó a hacer fotos de los músicos en marzo del año pasado –también ha fotografiado a tenistas, esquiadores y otros atletas–, se parece mucho al de Gjon Mili, un fotógrafo que ya trabajaba con luz en movimiento en la década de los 50, pero en blanco y negro. «Yo sabía que podría actualizar su trabajo con una imagen moderna, en color», dice Orlando.
Jeff Curto, profesor emérito de fotografía y alto cargo de la Society for Photographic Education, elogia las fotografías, pero las califica de ser menos psicológicamente profundas que otras imágenes en movimiento, y pone el trabajo de Tokihiro Sato como ejemplo. «Una iluminación más dramática y expresiones emocionales de los músicos podrían servir para sumar tensión a la imagen. Además, sería más interesante si Orlando añade el color de forma que dote de significado a la fotografía, por ello en algunas formas para mi es mejor una imagen en blanco y negro», dice Curto.
Orlando tiene la esperanza de poder mostrar y enseñar a sus alumnos su obra, que habla más sobre movimiento que sobre música. Si es buena o mala ya solo depende de gustos.