Max Litvinov es un animador freelance de Rusia con un estilo muy personal. Sus animaciones son más formalistas que narrativas y bastante mecánicas, quizás debido a que antes de dedicarse a la animación, Litvinov trabajaba como ingeniero.
Max Litvinov comenzó trabajando como ingeniero después de estudiar, concretamente, en el sector de la programación. No obstante, pronto comenzó a soñar con algo diferente. «El trabajo no me satisfizo en absoluto: juegos basura, mala codificación, falta de motivación para crecer profesionalmente…», afirma Litvinov. El artista cuenta que pasó mucho tiempo soñando despierto mientras estaba trabajando, imaginando paisajes que no existían en este mundo, cosas que se transformaban y estaban en constante movimiento. Quería hacerlas realidad y empezó a dibujarlas, pero no era suficiente. Necesitaba que se movieran. De esta forma, abandonó su trabajo y comenzó a estudiar por su cuenta hasta convertirse en un animador independiente.
Para aprender más sobre animación, Max Litvinov empezó a estudiar en la escuela de animación La Poudrière en Francia, en la cual se acaba de graduar. Estudiar en un país diferente le ha ayudado a enriquecer sus puntos de vista y sus conocimientos sobre animación, según Litvinov. Actualmente, vive de nuevo en Rusia y trabaja como artista freelance para clientes como MIT Technology Review, entre otros. Por ejemplo, uno de sus últimos trabajos ha consistido en un anuncio animado para una empresa de pizza llamada Yula Pizza:
Respecto a su estilo, Max Litvinov asegura que, a pesar de tener uno característico y reconocible, prefiere «no determinarlo con un estilo específico, estando abierto a cualquier influencia». Entre estas influencias destaca la animación europea y soviética de la vieja escuela, la animación independiente japonesa, el diseño de los años 70 y el canal Nickelodeon durante la década de los 90. Asimismo, considera que sus animaciones son más formalistas que narrativas, bastante mecánicas y, «si se hubieran hecho hace 30 o 40 años, se considerarían vanguardistas o experimentales».
En cuanto a su proceso creativo, el animador cuenta que es agradable pero laborioso y lento. Mientras trabaja va descubriendo nuevas opciones y trucos, a la vez que invierte mucho tiempo en cada detalle para que el movimiento sea lo más interesante y atractivo posible. Max Litvinov nos cuenta que para evitar que estos detalles le retrasen demasiado, se establece límites de tiempo para cada paso ya que, de lo contrario, no podría acabar ningún proyecto. Gracias a estas animaciones, ahora Max Litvinov puede convertir en realidad esos escenarios con los que soñaba cuando trabajaba como ingeniero y compartirlos con el mundo.
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Actualizado 22/11/2017