Las calles de Lleida han visto cómo en los últimos años sus paredes se han llenado de obras de arte. En gran medida, de ello ha sido responsable Mireia Serra quien, con spray en mano, se convierte en Lily Brik, una mujer que para ella representa un ejemplo a seguir por su fuerza y comunicación.
Hace ahora cuatro años que Mireia decidió sustituir el diseño gráfico publicitario por pintar en la calle. Gracias a esa decisión ha sido seleccionada para participar en el concurso de la Agencia Espacial Europea, Graffity without Gravity. Fueron las reseñas que hicieron sobre su arte distintas revistas internacionales especializadas –sin ella saberlo- lo que les llevó a los organizadores a querer contar con ella.
«Soy de la generación perdida, sin apenas salidas laborales, me fui a Valencia y a Bruselas y acabé trabajando en cosas muy precarias. Volví a Lleida y encontré una imprenta que estaba a punto de cerrar y como conocía sus máquinas por mis estudios de diseño gráfico le pedí al jefe que me diera la oportunidad de reavivarla», declaró en una entrevista para La Vanguardia.
Y ese fue el primer paso que la condujo hacia donde está hoy. Así, un día cualquiera uno de los clientes la invitó a salir a pintar con spray con su grupo de amigos. Aunque al principio era una propuesta que no le interesaba demasiado, posteriormente fue conquistándola a medida que iba encontrando su propia técnica y forma de pintar.
Hay quienes afirman que el mundo del spray es de hombres y que las mujeres lo tienen realmente complicado si quieren acceder a él. Para Mireia, se trata de una idea falsa y, además, sostiene lo siguiente al respecto: «Me acogieron y me trataron como a una más. Es uno de los mejores recuerdos que tengo, de años atrás».
Así, durante un tiempo estuvo reflejando su arte en casas abandonadas –no sin antes pedir permiso a sus dueños– hasta que su jefe le dejó que pintase las paredes de una propiedad que tenía en Balaguer. Fue así como comenzó a hacerse popular: la gente se paraba a observar su trabajo y le hacía fotos que luego difundía.
Lo que comenzó siendo una afición acabó convirtiéndose en algo más serio. Por aquel entonces, una de las personas que había visto su trabajo contactó con ella porque quería contratarla para que pintase un muro del Clot de la Unilla. Y en aquel espacio natural protegido surgió Juliette, una mujer de cabello pelirrojo con una profunda mirada que es capaz de transmitir emociones a quien la observa.
«Mis grandes murales acostumbran a ser miradas convencidas, con melancolía, con experiencia, con juego, cálidas, que cuesta mirarlas porque entran dentro del alma, son las miradas que nos cuesta más aceptar, pero son las más importantes. En general son mujeres porque son las que bajan más la mirada», comenta Mireia.
→ lily.cat
https://www.youtube.com/watch?time_continue=8&v=zjU4m_zifHg
Actualizado 12/06/2018