Nathalie Ji Yun Kranenburg es el cerebro detrás del licor WIHAYO, un licor que combina la tradición japonesa y la influencia de la cultura holandesa. Smörgåsbord Studio ha sido el encargado de crear la identidad de la marca y el cortometraje que presenta el proyecto.
La creadora –anteriormente conocida solo por Ji Yun– nace en 1983 en Seúl (Corea) y poco después comienza una nueva vida en los Países Bajos. No obstante, vuelve a Seúl tras 20 años en busca de su familia biológica.
Una vez allí, Nathalie se enamoró de la cocina coreana y, sobre todo, de la bebida nacional, el soju. Este licor, en su versión más básica, es un alcohol con un 19-24% de alcohol y que se consume, principalmente, en Corea, Japón y China. Su sabor es neutral, similar al del vodka, pero no tiene ese ardor presente en el alcohol porque tiene alrededor de la mitad del alcohol. Tradicionalmente se consume con las comidas, pero también puede combinarse con cócteles.
Cuando Kranenburg regresó a Ámsterdam, decidió contactar con Herman Jansen, maestro destilador holandés, para crear su propio licor. Tras dos años de experimentación, ha conseguido crear, junto a Jansen, una receta coreana tradicional con un giro holandés.
WIHAYO, fundado en 2015 y lanzado al mercado este mismo mes, es el resultado de la fusión de dos culturas completamente diferentes. Lo que hace único a este soju es el proceso de elaboración que sigue: el arroz coreano, siendo el ingrediente principal de esta bebida, es molido por un molino de viento holandés clásico que data de 1604. También cuenta con un poco de cebada que se añade durante el proceso de destilación para darle esa profundidad europea con cuerpo, y finalmente agregando un toque de Jenever, la bebida nacional holandesa y madre biológica de la ginebra.
En cuanto al nombre de la marca, WIHAYO deriva de la palabra japonesa ‘Wihayeo’, una frase usada frecuentemente por jóvenes coreanos cuando brindan antes de beber soju. Esta palabra significa ‘por vosotros’ en coreano, por lo que se ha querido adoptar este término para homenajear la tradición coreana.
Es interesante prestar atención al packaging de este licor. A primera vista, podemos observar una botella de cristal verde con un estilo que puede recordar al packaging farmacéutico. Tiene un tapón de madera dura en el que se ha grabado el sello distintivo de la marca –una figura que representa la energía eólica del molino de viente holandés, al mismo tiempo que se representan los granos de arroz coreanos, que son el ingrediente principal del licor WIHAYO–. Este símbolo de la marca se encarga de aunar las dos culturas, la oriental y la occidental, en un diseño que representa la filosofía, la identidad y la doble cultura de Nathalie Ji Yun Kranenburg.
Se puede apreciar, además, que todos los elementos de la marca y los mensajes están impresos en la botella con tinta blanca, que resalta sobre el fondo verde de la botella y el tono grisáceo de la caja. Se utiliza el positivo y el negativo para representar dos figuras diferentes: la tinta dibuja el molino de viento, mientras que lo que parece ser un espacio vacío, se puede apreciar la forma del grano de arroz tan importante en esta bebida.
El cortometraje que se ha realizado para presentar el producto cuenta con una ilustración muy minimalista donde predominan las formas geométricas, como si se tratara de una elegante infografía en movimiento. En muchas ocasiones, estas figuras dibujan un objeto que a continuación se transforma en otro totalmente diferente, una metamorfosis que conecta elementos de forma natural y mucho más limpia.
También podemos destacar la presencia del principio de continuación de la teoría Gestalt, donde el ojo visualiza una línea no existente gracias a la posición de los elementos que componen el dibujo. No es necesaria la presencia de este delineado porque podemos percibir la imagen sin que esté completamente dibujado. En este vídeo podemos observar como el fondo –en este caso de color– ayuda a integrar estas formas. Es un elemento muy utilizado en branding.
También es muy interesante analizar el color. A pesar de ser colores planos, es cierto que los más presentes en las ilustraciones son el rojo, el blanco y el azul, los 3 colores que componen ambas banderas: tanto la coreana como la de Países Bajos. Estos colores pueden entenderse como el hilo conductor de la historia, donde ambas culturas se entremezclan para finalmente acabar consiguiendo un producto como el que se vende. Oriente y Occidente unidos en un mismo proyecto.