Vamos a comenzar la temporada que ha arrancado en septiembre con tres tipografías muy diferentes entre sí, pero que tienen en común las dosis justas de atrevimiento, la elegancia de la funcionalidad y un decidido afán por alcanzar la excelencia técnica.
Desde hace algunos años se ha puesto de moda el uso del vocablo francés «rentrée» para referirse a la vuelta al trabajo tras las vacaciones de verano. Se trata, por supuesto, de un uso innecesario, pues el castellano dispone de un buena cantidad de opciones para mencionar tan traumático momento. Pero qué sería de la vida sin todas esas cosas presuntamente innecesarias y superfluas. En cualquier caso, ni siquiera la lengua francesa consigue suavizar la vuelta a la rutina laboral.
Así que en este mes de septiembre —que como muchos pensamos tiene más sabor a comienzo que enero, en el que por cierto ni siquiera hay cambio de estación— volvemos a encontrarnos con los asuntos tipográficos.
Arrancamos con tres tipografías, muy diferentes entre sí, pero que tienen en común las dosis justas de atrevimiento, la elegancia de la funcionalidad y un decidido afán por alcanzar la excelencia técnica.
«lucifer», de nguyen gobber
«Lucifer» es una tipo suiza que no lo parece. Cuando pensamos en el estilo tipográfico helvético no se nos vienen a la cabeza puntiagudas y agresivas serifas o construcciones claramente orgánicas.
Con sede en Viena, Nguyen Gobber es un estudio de diseño formado por los diseñadores Hoang Nguyen y David Gobber y centrado, además de en diseño tipográfico, en identidad visual y diseño editorial. Para el desarrollo de «Lucifer» se han basado en las letras diseñadas a mano por el pionero diseñador gráfico suizo Robert Stöcklin para su cartel de 1924 para la Schweizer Mustermesse Basel, la feria de muestras de Suiza que se celebraba en Basilea hasta el pasado año 2019.
Traer al presente digital un diseño realizado a mano hace casi cien años sin que pierda espíritu y esencia es una labor casi quirúrgica. Lo hemos comentado a veces en relación con el traído y llevado debate sobre los «revivalismos» tipográficos.
Lo que no parece objeto de discusión es que el atrevido diseño de Stöcklin merecía revivir en una nueva encarnación digital que desarrollara plenamente todas sus posibilidades estilísticas. «Lucifer» —que quizá deba su nombre a su aspecto inquietante y atractivo— es pues una familia tipográfica cuyo diseño original parece elaborado con la vista puesta en el futuro. Y ese futuro ha llegado de la mano de Nguyen Gobber.
A pesar de sus llamativas formas, que a simple vista podrían llevar a pensar que se trata de una fuente exclusivamente para tamaños grandes, Nguyen Gobber han logrado diseñar todo un sistema versátil que lo mismo vale para identidades visuales, cartelería o titulares que para cuerpo de texto.
Las letras originales de Stöcklin eran todas mayúsculas, pero «Lucifer» también posee sus minúsculas, y se presenta en cuatro estilos —regular, medium, semi bold y bold— con sus respectivas itálicas. Una delicia infernal.
«apta», de colophon foundry
«Apta» es un punto de encuentro de dos estilos sans serif. Por un lado, la célebre «Futura» (1927), de Paul Renner, una de las tipografías paradigmáticas del rigor geométrico, y por el otro, «Johnston Sans» (1913), de Edward Johnston, pionera de las fuentes humanistas monolineales que sirvió durante décadas como tipografía corporativa del Metro de Londres.
«Apta» es por tanto un ejercicio de hibridación de dos estilos que tienen sus diferencias claras, pero también mucho en común. Sus proporciones romanas sirven de base para fluctuaciones entre lo geométrico y lo humanista, que paradójicamente alcanza una clara sensación de homogeneidad, de elementos que encajan con total naturalidad.
«Apta» se presenta en seis estilos —thin, light, regular, medium, bold y extra bold— con sus respectivas (semi)itálicas. Dispone a su vez de dos clases de licencias, estándar y profesional, esta última, con las correspondientes características OpenType y una amplia variedad de alternativas estilísticas que incluyen glifos que presentan características humanistas, geométricas e híbridas.
«etude», de order
¿Puede la música servir de inspiración para el diseño tipográfico? En realidad, la música puede servir de inspiración para casi cualquier cosa.
«Etude», diseñada por Emily Atwood para Order, es un increíble punto de encuentro conceptual y formal entre el diseño tipográfico y el diseño de signos musicales o tipografía musical.
«Etude», término que procede del verbo francés «étudier», que significa estudiar, es un estudio de la escritura musical hecho con plumilla, y encuentra su principal inspiración en la notación musical manuscrita del iluminador y escriba francés del siglo XVIII Jean-Pierre Rousselet, en concreto un manuscrito litúrgico que Rousselet elaboró en 1719 para el rey Luis XV de Francia en el que usa la técnica del estarcido.
Aunque también tiene como modelo los diseños de notación musical de Hermann Zapf, una faceta bastante poco conocida del maestro alemán.
Que «Etude» sea una fuente «stencil» no impide en absoluto que resulte enormemente delicada y fluida. De hecho ese es precisamente el punto central del diseño de Atwood, la armonía entre los trazos de entrada y salida, la colocación de los anchos y gruesos siguiendo una pauta estricta y el modo en que la distintas partes de una misma letra conforman un todo continuo, sin trozos que parecen flotar en la nada.
Aquí el movimiento de la mano que sostiene la pluma es evidente en cada letra, cuya construcción es un pequeño prodigio de ingeniería topográfica. «Etude» se presenta en tres estilos, light, regular y bold, y es una delicia que desafía la imaginación de quien se aventure a usarla.