La historia de cuando Quentin Blake y Monotype casi ‘mataron’ la escritura manual

El legendario ilustrador británico encargó a Monotype la realización de una fuente a medida que imitara su caligrafía y el resultado ha sido casi perfecto.La historia de cuando Quentin Blake y Monotype casi ‘mataron’ la escritura manual

Nunca, y repito: nunca, una fuente logrará imitar la calidez de la escritura manual. Pero sí que puede capturar algo de su alma y transportarla a un archivo OpenType. El caso que nos ocupa hoy es especialmente particular.

Quentin Blake es uno de los más conocidos dibujantes infantiles de Gran Bretaña. Seguramente lo conocerás porque es el personalísimo ilustrador de las obras de ese genio llamado Roald Dahl. Pero Quentin Blake tiene ya más de 80 años, sus libros se traducen a decenas de idiomas y su caligrafía es parte fundamental de su obra. Así pues, la solución parece obvia: diseñar una tipografía que imite su escritura.

El encargo lo recibió Monotype –que no necesita presentación a estas alturas de la historia– y, aunque es cierto que el escritor y dibujante ya disponía de una fuente que imitaba su caligrafía, era un trabajo que pedía a gritos una revisión para conseguir una mayor fidelidad y un mayor soporte idiomático. Tras varias pruebas, Toshi Omagari —el encargado del proyecto dentro de Monotype—, decidió que para hacer más ‘natural’ la escritura utilizaría cuatro variantes para cada glifo que irían alternando en orden a medida que el usuario fuera tecleando para dar una apariencia de aleatoriedad.

El kerning también ha sido ‘modificado’ para que el ritmo sea más parecido a la irregularidad de cualquier proceso manual. Como guinda, se ha aplicado un tímido efecto de rugosidad para la versión en impresión de la fuente mientras que para la versión web se ha mantenido un contorno limpio.Sin embargo, Toshi reconoce que ha tenido que renunciar a una de las cosas que hacían que esta fuente consiguiera imitar a la perfección la escritura manual. Sir Blake escribe con pluma y cada 10 ó 14 letras vuelve a cargar tinta por lo que en ese momento las letras tienen más cantidad de tinta y son más ‘negritas’ momentáneamente para volver a perder tinta paulatinamente. Pero, tras varias pruebas, Toshi Omagari tuvo que renunciar a imitar este proceso porque tenía que dibujar docenas de glifos alternativos para cada letra y, sobre todo, porque la programación OpenType reseteaba este estado al comienzo de cada línea y el efecto perdía sentido.

El resultado, aún con todo, es brillante. Pero estarás conmigo en que las limitaciones de OpenType son una buena noticia para la caligrafía que sigue siendo, de momento, absolutamente inimitable.

→ www.monotype.com

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