La evolución imparable de la música en la era TikTok

La evolución de la música ha estado intrínsecamente ligada a los avances tecnológicos que, no solo han cambiado la manera en que la consumimos, sino también la forma en que la creamos. El vinilo, por ejemplo, revolucionó la industria a finales de la década de 1940 al permitir a los artistas explorar narrativas musicales más complejas. Hasta ese momento, los discos de gramófono solo grababan de 3 a 4 minutos por cara, limitando la duración de las canciones. Con el vinilo, que permitía hasta 22 minutos por lado, nació el concepto de álbumes como obras artísticas completas. Esto no fue solo un cambio en el formato; también fue una transformación en la manera de componer y concebir la música, permitiendo a los músicos traspasar los límites creativos y darle un enfoque más artístico a sus creaciones. La popularidad de la radio en las primeras décadas del siglo XX también influyó en el formato de las canciones, dictando la duración ideal para captar la atención del público. Las emisoras preferían canciones de entre 2 y 3 minutos, algo que se convirtió en el estándar de la industria debido a la necesidad de intercalar más música y anuncios. Un ejemplo icónico de cómo este formato limitaba la creatividad es la historia detrás de "Bohemian Rhapsody" de Queen. Cuando Freddie Mercury presentó la canción en 1975, su duración de seis minutos rompía con las reglas de la radio comercial. Ejecutivos y programadores se negaron a transmitirla, considerándola demasiado larga y confusa por su estructura poco convencional. Con la llegada del MP3 y las plataformas de descarga en los años 2000, el panorama musical experimentó otra sacudida. El MP3 no solo facilitó el intercambio masivo de música, con prácticas que no siempre favorecieron a la industria, sino que también influyó en la calidad del sonido: los artistas empezaron a mezclar y masterizar sus canciones teniendo en cuenta la compresión de este formato. La industria comenzó a optimizar el sonido, no solo para que se escuchara bien en los reproductores tradicionales, sino también en los dispositivos digitales. El impacto más reciente y, posiblemente, uno de los más profundos, ha sido impulsado por el streaming y las redes sociales. Aplicaciones como Spotify, Apple Music o TikTok no solo han democratizado el acceso a la música, sino que han vuelto a cambiar las reglas del juego. Con la predominancia de listas de reproducción y algoritmos que premian la retención del usuario, los artistas han adaptado sus composiciones para captar la atención en los primeros segundos de la canción.Canciones cada vez más cortas y pegadizasUn estudio de The Washington Post muestra que la duración promedio de los sencillos ha disminuido para ajustarse a la cultura de la inmediatez y a los algoritmos de plataformas como Spotify, donde los artistas solo son recompensados si el oyente escucha al menos 30 segundos. Esto ha favorecido canciones con introducciones más cortas y estribillos pegadizos que pretenden capturar rápidamente la atención de los consumidores. De hecho, en 2023, la mitad de las canciones más populares en Spotify duraban menos de tres minutos, y desde los años 90, la duración media de las canciones en el Billboard Hot 100 ha caído de más de cuatro minutos a alrededor de tres. Redes sociales como TikTok han llevado esta evolución un paso más allá. Ahora, pequeños fragmentos de canciones pueden viralizarse en cuestión de días, y catapultar a un artista al estrellato. Ya no se trata solo de producir un buen álbum o sencillo; ahora los artistas buscan esos "momentos virales", donde 15 segundos de una canción pueden generar millones de reproducciones. El juego ha cambiado: que tu tema se convierta en la base de memes virales o coreografías de moda es tan crucial, o incluso más, que la calidad musical en sí. Revolución en el descubrimiento musicalLas redes sociales han revolucionado también el descubrimiento musical, abriendo puertas a una mayor panorama musical y permitiendo que artistas independientes lleguen a audiencias masivas, incluso internacionales, sin necesidad de recurrir a las discográficas tradicionales. Esto ha impulsado el auge de géneros y talentos que, de otro modo, habrían pasado desapercibidos. Un estudio de TikTok Marketing Sciences, en colaboración con Insites Consulting, revela que el 80% de los usuarios de TikTok descubren nueva música en la plataforma, y más de la mitad (56%) de esos hallazgos ocurren de forma orgánica a través del feed "Para ti". Además, después de escuchar una canción nueva, casi la mitad de los usuarios la añaden a sus favoritos (47%), visitan el perfil del artista (46%) e incluso lo siguen (43%), desencadenando una ola masiva de descubrimiento de nuevos talentos. Codependencia entre discográficas y plataformasLas discográficas reconocen que dependen de los canales sociales para impulsar sus éxitos, mientras que estas plataformas requieren de las discográficas para ofrecer un catálogo musical variado y atractivo. Esta interdependencia ha dado lugar a fricciones y cambios en los últimos meses, como el conflicto entre Universal Music Group y TikTok por los derechos de autor, o el reciente acuerdo de la discográfica para llevar su extenso archivo musical a las redes de su mayor competidor, META. La nueva conexión con los fansLos cambios no se limitan a la producción, creación o difusión; las redes sociales han brindado a los artistas una plataforma adicional de promoción y una conexión más directa y personal con sus seguidores. Un ejemplo paradigmático es Rosalía, quien aprovecha sus millones de seguidores en TikTok e Instagram para adelantar fragmentos de sus producciones. Lo hizo con su álbum ‘Motomami’ y ahora repite la fórmula con sus nuevos temas, lo que genera debates entre fans y amplifica la resonancia en redes. Este fenómeno refleja el nuevo rol del fandom como co-creador: los aficionados ya no se limitan a consumir contenido, ahora forman parte activa de la conversación.Nueva era en términos económicosLas plataformas de audio digital y los medios sociales también han abierto una nueva era en términos económicos. Solo en 2023, Spotify distribuyó más de 9.000 millones de euros en derechos de autor, de los cuales España recibió más de 123 millones. Sorprendentemente, el 50% de estos ingresos provinieron de oyentes internacionales, lo que demuestra cómo la música, impulsada por los espacios digitales, ha derribado barreras, permitiendo a los artistas llegar a audiencias globales con una facilidad sin precedentes. Esta tendencia continúa en ascenso. El Global Music Report 2024 señala que la industria musical creció un 10,2% en ingresos durante el año pasado, alcanzando los 26.526 millones de euros. De ese total, el 67% proviene del streaming, consolidando su dominio en el sector. Para 2024, se prevé que el mercado del streaming alcance los 42.000 millones de dólares, impulsado por el aumento en las tarifas y la creación de servicios premium dirigidos a los llamados superfans.Si bien el streaming sigue siendo la principal fuente de ingresos para muchos artistas, es importante sumar el papel de comunidades como TikTok o Instagram, que pagan por el número de vídeos o publicaciones que utilizan una canción. Por ejemplo, si una canción aparece en cinco vídeos, las regalías se calculan en función de esos vídeos, sin importar cuántas visualizaciones reciban. Músicos y titulares de derechos también pueden recibir pagos a través de acuerdos de licencia gestionados por distribuidoras o herramientas como Facebook Rights Manager, lo que les permite monetizar su música en más espacios.Mirando al futuro (aunque no tan lejano), es más que probable que la música siga adaptándose a los vertiginosos avances tecnológicos, especialmente en el campo de la inteligencia artificial. Estas nuevas herramientas tienen el potencial no solo de transformar cómo se crea música, sino también la forma en que la experimentamos. La IA permitirá colaboraciones inimaginables entre artistas y algoritmos, creando melodías personalizadas que se ajusten a las emociones o preferencias de cada oyente. Imagina escuchar una misma canción, pero en cada reproducción ligeramente diferente, adaptada a tu estado de ánimo en ese preciso momento. La música del futuro será algo más que un arte estático; se convertirá en una experiencia inmersiva y dinámica. ¿Estaremos preparados para abrazar una música que ya no se limita al aquí y ahora, sino que evoluciona con nosotros en tiempo real? Solo el tiempo (y la IA) lo dirán.

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