El director español causa sensación en el festival de Cannes con Robot Dreams, una brillante historia de amistad, pérdida y sueños ambientada en el Nueva York de los 80.
¿Dónde está el techo de la animación española? Desde las nominaciones al Emmy a Ana Criado o Laura Pérez hasta la entrega del Oscar a Alberto Mielgo por El Limpiaparabrisas, la animación española no ha dejado de hacer ruido en el panorama internacional confirmando el buen momento en el que se encuentra. Ahora ha sido el turno de Robot Dreams, una emocionante historia que ha causado sensación en el festival de Cannes.
El festival de Cannes, reconocido por su selección rigurosa y exigente en su sección oficial, sorprendió este año al incluir en su programación a este esperado proyecto cinematográfico de Pablo Berger. Si bien la animación no es un género habitual en este destacado certamen, la película fue seleccionada para la sección de Proyecciones Especiales, donde cautivó al público en su estreno al presentar una conmovedora historia sin diálogos que aborda temas universales como la amistad, la soledad y la pérdida, basada en la novela gráfica de la talentosa escritora estadounidense Sara Varon.
La recepción entusiasta del público evidencia el impacto emocional que esta obra maestra ha logrado generar en su presentación en Cannes.
Según explica en La Vanguardia, la idea de esta película le vino cuando estaba preparando Blancanieves (2012), su exitosa película animada: «Me cayó en mis mansos la novela gráfica de Robot Dreams, y me conmovió tanto que dije que ahí había una película». A partir de ese momento, empezó un largo camino de 5 años en el que también realizó la comedia Abracadabra (2017).
Se trata de una película muda, de animación, situada en el Nueva York de los años 80 y que cuenta la historia de amistad entre un perro y un robot. Una puesta en escena aparentemente sencilla, pero en la que se refleja un apasionante relato de penas, alegrías y sueños al ritmo de September de Earth, Wind & Fire.
Dog es el protagonista que vive en el East Village de Nueva York. El sentirse solo le lleva a fabricarse un robot de compañía que muy pronto se convierte en su mejor amigo. Con él comparte todas sus aficiones y pasa la gran parte de su tiempo libre. Un día de verano van a la playa y, por motivos evidentes, el robot no puede bañarse en el mar. Una serie de circunstancias hacen que Dog lo tenga que abandonar en playa con gran pena, sembrando la duda de su reencuentro.
animación clásica
La animación clásica utilizada es un auténtico deleite visual que invita a detenerse en cada fotograma para apreciar los detalles. Tanto en el interior de la hogareña morada de Dog como en el basto y eterno universo que es Nueva York, el relato rinde un sincero tributo a la metrópolis que fue hogar del autor durante una década. Cargada de una profusión de detalles, desde los establecimientos comerciales hasta los singulares personajes que pueblan sus calles, esta obra maestra animada captura a la perfección los modales y comportamientos propios de la ciudad.
El relato es también un homenaje a la ciudad de Nueva York, en la que Berger vivió durante una década
Sumergida en una atmósfera que puede resultar hostil, esta ciudad se convierte en un desolador escenario para aquellos que se aventuran a vivir en soledad, rodeados de un constante bullicio incesante. Sin embargo, en medio de la dificultad para entablar relaciones de amistad, Robot Dreams brilla con fuerza. Esta narración conmueve profundamente al presentar la conmovedora y entrañable amistad sus protagonistas, un vínculo que trasciende fronteras y que muestra la belleza efímera y también perdurable de la camaradería.
Otra característica interesante de esta obra es su riqueza narrativa, compuesta por múltiples facetas que se entrelazan con armonía y sin excluirse. Esto provoca que cada espectador encuentre en ella un mensaje diferente que resuene de una forma personal, demostrando así que es mucho más que un relato animado. A pesar de las diferentes interpretaciones, la sensación final para el espectador será una fusión de optimismo y esperanza, con la que se demuestra que una sociedad donde impere el respeto y la cordura todavía es posible.