Desentrañamos el proceso creativo de ‘Klaus’ con su equipo técnico

Ha sido la gran sorpresa de esta edición de los Oscar. Klaus, una película con sello español dirigida por Sergio Pablos (cocreador de otras afamadas producciones como Gru, mi villano favorito), y distribuida por Netflix, se postula como una de las posibles ganadoras de la estatuilla que concede la Academia de Cine norteamericana en la categoría de ‘Mejor Película de Animación’. Nos colamos en The Spa Studios y descubrimos todo lo que hay detrás de esta exitosa película de animación. «Un verdadero acto de generosidad siempre provoca otro». Es así como comienza la sinopsis de la entrañable película Klaus, firmada por Sergio Pablos, quien cuenta con una trayectoria nada desdeñable donde figuran películas de la talla de El jorobado de Notre Dame, Hércules, Tarzán, El planeta del tesoro o Río; y quien, también, está al frente de The SPA Studios, una empresa dedicada a la animación que cuenta entre sus clientes con Netflix, Universal, Blue Sky, Warner o Disney. Klaus, su primer largometraje (tanto para Pablos, como para The Spa Studios), se estrenó el pasado 15 de noviembre y, desde entonces, no han dejado de llegarles buenas noticias. La idea, confiesa Pablos, llegó por su interés en explorar el origen de un personaje influyente. Para ello, el director de Klaus admite que buceó en diferentes perfiles, desde Drácula a Napoleón. Sin embargo, fue el «barbudo» más generoso del mundo el que logró captar su atención. «La historia que se me ocurría para él era muy sensiblera», reconoce Pablos, que tampoco era capaz de desprenderse por completo de ella. «Parecía que había algo ahí». Klaus es una historia que pone el foco en cómo la bondad desinteresada lo puede cambiar todo. Uno de los protagonistas es Jesper, un cartero holgazán y despreocupado que, como castigo por su falta de interés en la profesión familiar, debe instalar una nueva oficina de correos en Smeerensburg, un inhóspito pueblo situado en una recóndita isla más allá del Círculo Polar Ártico. El gélido pueblo, donde conviven dos familias rivalizadas desde tiempos ancestrales, no es precisamente el estandarte de la comunicación y menos todavía a través de cartas. Allí, Jesper conocerá a Klaus, un gigantesco leñador que construye juguetes. Estos se convertirán en el motor de la narración y desencadenará una leyenda navideña que a todo el público le resultará conocida. LOS COMIENZOS DE KLAUS El estreno de la prueba de animación (el proof of concept, en inglés) de Klaus fue todo un evento para artistas de muchas partes del globo terráqueo. Por aquel entonces, corría el año 2015, y el proyecto daba sus primeros pasos. «En la empresa en la que trabajaba por aquel entonces, un montón de compañeros nos apiñamos delante de un monitor para verlo», sostiene el productor Matthew Teevan, un veterano de la industria de la animación que ha participado en proyectos como ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, El príncipe de Egipto o Gnomeo y Julieta. «¿Era en 3D? ¿Era en 2D? El caso es que no sabíamos cómo lo hacían. Mucha gente alucinó». Dos años más tarde, la omnipresente Netflix lo confirmó: Klaus iba a convertirse en su primera película de animación. Aquello lo cambió todo. «Tuvimos acceso a muchos profesionales con los que no pensábamos que podríamos contar», apunta Pablos, que también señala que la gente estaba «muy emocionada» por trabajar en el proyecto. «A nivel creativo, ha sido increíble. Netflix nos dio libertad total: “Si necesitáis algo, avisadnos”. Eso es algo realmente insólito», precisa el director. Esa creatividad indomable del equipo se plasma, por ejemplo, en los personajes. Las dos familias en conflicto, los Ellingboe y los Krum, mantienen vivas sus agrias desavenencias simplemente por tradición, y resultaba necesario plasmar dicha rivalidad a través de la imagen, algo que caló de inmediato en el diseñador de personajes Torsten Schrank, que se crio separado de sus compatriotas en el Berlín occidental. «Comparamos a las familias con ultras de fútbol», reflexiona Pablos. Cada una comparte, así, una paleta de colores que procede, precisamente, de esas inspiraciones deportivas. Una de las familias ostenta tonos rojos y naranjas, y otras, utiliza los azules y grises. https://www.youtube.com/watch?vie1epXWi-3I Hasta aquel momento, The SPA Studios había coordinado equipos que abarcan desde 20 a 40 personas. Cuando comenzó Klaus, la empresa de Sergio Pablos se vio obligada a elevar el número hasta 250 profesionales procedentes de 23 naciones (Alemania, Argentina, Bélgica, Chile, Ecuador, España, Estados Unidos, Francia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Malta, México, Moldavia, Polonia, Portugal, Reino Unido, Rumanía, Suiza, Tailandai, Turquía, Uruguay y Venezuela). De hecho, un 60% de los colaboradores de la película se trasladó a España para dar vida a la visión de Pablos desde The Spa Studios. Ello implicó que, durante el proceso de la película, se llegaran a hablar más de 15 lenguas distintas. «Ha sido como la ONU de la animación», señala Jinko Goth, productora de Klaus y entre cuyos trabajos figuran Buscando a Nemo, El principito y La LEGO película 2. EL 2D, UNA APUESTA INSÓLITA EN LA ACTUAL INDUSTRIA DE LA ANIMACIÓN Hacer una película en 2D, hoy en día, no es una premisa común. «Muchos profesionales de generaciones anteriores o se han pasado al 3D o han dejado de animar a mano», sostiene el supervisor de edición Charlie Bonifacio, originario de Canadá. Las películas animadas a mano se han perdiendo, incluso llegando a convertirse, como dice la productora Jinko Gotoh en «una suerte de arte perdido» en Hollywood. Teniendo en cuenta que la última película animación de estas dimensiones fue Tiana y el sapo (Disney, 2009), el reto de realizar Klaus mediante esta técnica estaba literalmente servido; y es que, a pesar de que su apariencia remita a otras películas recientes realizadas en 3D como Toy Story 4 o Frozen 2, Klaus está dibujada a mano, siguiendo los pretextos tradicionales, y con un maravilloso trabajo de postproducción posterior. «Cuando entrevistábamos a animadores, se emocionaban muchísimo: “¡Madre mía! ¿Vamos a poder dibujar? ¿En serio?”», explica la productora Marisa Román. Para ello, todos y cada uno de los fotogramas se realizaron con el software Harmony de Toon Boom, uno de los programas predilectos en la realización de dibujos animados, como herramienta principal. Los artistas de los diferentes departamentos emplearon, para ello, tabletas digitales (y utilizaron más de 230 lápices electrónicos). De sus manos surgieron no solo los personajes, sino también los 3.160 fondos de la película. https://www.youtube.com/watch?vQTCz5FAOoV4 Para ello, el equipo técnico también contó con el estudio francés Les Films Du Poisson Rouge, junto al cual desarrollaron un nuevo proceso que se convertiría en imprescindible para dotar de un estilo visual característico a la película que fuera, además, viable. Así fue. Anaël Seghezzi, responsable de tecnología del estudio francés, se implicó personalmente en el desarrollo de su software, Houdoo, para mejorar el aspecto de Klaus. Además, el equipo francés también empleó su software patentado para las texturas de los personajes. «El método tradicional de animación consiste en colocar una celda plana sobre un fondo ya acabado, que a menudo no encajan bien», explica Marcin Jakubowski, el encargado de dirigir el equipo de diseño de producción junto con el también polaco Szymon Biernacki. Sin embargo, con el nuevo proceso adquirido, las posibilidades se multiplicaron. Comenzó, también, el desarrollo de herramientas de iluminación personalizadas que pudieran aportar a los personajes tanto volumen como textura en su entorno. «Dividimos la iluminación en varios componentes: luz directa y sombra, luz ambiental, luz de contorno y luz reflejada, etc.», explica el director de iluminación francés Florian Aupetit. «El artista diseña cada uno de esos componentes, de forma que al final contamos con un control muy preciso de la iluminación, y podemos fusionar los personajes con los fondos». «Así no dan la sensación de estar pegados encima de un cuadro bonito, que es lo que parece en el 99% de las películas animadas en 2D». James Baxter, director de Animación de personajes de Netflix, también ha mostrado su alegría con el funcionamiento del equipo y con cómo todos los profesionales han trabajado tan intensamente para modernizar la animación a mano. Baxter, toda una leyenda de Disney y DreamWorks, fue el supervisor de animación de Bella en La Bella y la Bestia y de Rafiki en El Rey León original. Sergio Pablos y él se conocieron en 1995, cuando fueron contratados para colaborar en El jorobado de Notre Dame, y desde entonces mantienen una buena relación. Baxter, personalmente, invirtió varios meses en animar en Klaus, e incluso impartió una clase magistral al equipo, que, por cierto, ingería unas 150 tazas de café al día. https://www.youtube.com/watch?vK8Mln_vfErw El resultado del proceso de animación de Klaus sigue causando, a día de hoy, sorpresa. «Cuando explicaba que sí, que aquello era en 2D, la gente me decía que yo no lo entendía», revela la productora Jinko Gotoh. «El aspecto de la película se habría considerado imposible hace unos años», corrobora Pablos con orgullo. «Yo mismo me sigo sorprendiendo al verla. A veces no me creo que todos los fotogramas tengan un aspecto tan uniforme y tan bonito», agrega el fundador de The Spa Studios. SMEERENSBURG, UN PUEBLO CON VIDA PROPIA Uno de los aspectos más importantes de la película, y que prácticamente se convierte en protagonista también de la historia, es la localización principal, Smeerensburg. Esta tiene como punto de partida un pueblo que originariamente fundaron balleneros daneses y holandeses a principios del siglo XVIII en una isla noruega. «En su día fue una localidad próspera, pero ahora es solo un montón de rocas», comenta Pablos. Smeerensburg es, así, una mezcla de paisajes y arquitectura noruegos, suecos e irlandeses. «El lugar tiene que parecer incómodo», explica el diseñador de producción Szymon Biernacki. Para ello, cuenta, se fijaron en los elementos que tenían como referencia en estas localizaciones y trataron de «amplificarlos para crear un entorno hostil». «Las casas tienen la misma forma primitiva: una caja con un tejado triangular. Parecen inestables, como listones de madera puestos sobre un montón de piedras, nieve y una escasísima vegetación. Todo está como un poco torcido. Procuramos no usar líneas paralelas, sino montones de diagonales, triángulos y formas puntiagudas para mostrar que el personaje no se siente acogido», explica. El punto disonante lo representa la cabaña de Klaus, a la medida de su (enorme) complexión. «Klaus es un grandullón con un centro de gravedad muy bajo», señala, en la misma línea, Biernacki. «Lo que intentamos fue darle la vuelta al lenguaje visual de Smeerensburg y hacer que la casa de Klaus tuviera un aspecto muy estable, con unos cimientos sólidos. Es imponente y enorme, pero sigue siendo parte de Smeerensburg. Este lugar experimenta una transformación, percibida sobre todo a través del color y la iluminación, a medida que Jesper y Klaus van cambiando». Todos estos elementos han situado a Klaus en el triunfal camino que conduce a Hollywood. A la espera de la resolución de la estatuilla en la categoría en la que compite, la película sigue cosechando éxitos a su paso. Apostar por lo diferente, tanto narrativa como técnicamente, siempre tiene premio. https://www.youtube.com/watch?vtaE3PwurhYM&t26s

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