El pasado 8 de septiembre el Ayuntamiento de Valencia clausuraba la exposición “Rafael Contreras y Los Mongrell”, comisariada por el doctor en Bellas Artes, especialista en Diseño Gráfico y semiótica, José Miguel Arce. Se ponía de relieve la contribución multidisciplinar de un personaje influyente en las artes gráficas valencianas y el nexo de unión con sus predecesores genealógicos, Los Mongrell.
Contreras fue un pionero del diseño gráfico. Su magisterio ha dejado una huella indeleble en la cartelística, de cuya especialidad era un maestro. Precisamente hace unas semanas el Consistorio ha publicado el monográfico Rafael Contreras (fuego gráfico) cuyo autor es Arce, profesor del Máster de Patrimonio Cultural y Museología de la Universidad Internacional de Valencia, con el que vamos a charlar.
Rafael Contreras combinó la docencia en la Facultad de Bellas Artes y en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos, simultaneada con la dirección de arte de dos de las litografías más importantes de España, emblemas de las señas de identidad valencianas. Manifestó su visión sobre el diseño a través de sus charlas, su propia obra, y sus proyectos de diseño gráfico.
El cartelismo para Contreras fue su mejor vehículo de comunicación, prodigándose en los carteles festivos, de cuya temática fallera fue el máximo exponente, obteniendo cinco primeros premios en el celebérrimo concurso de carteles, decano del panorama nacional junto con el de la Feria de Julio de Valencia, el certamen cartelístico concursal más antiguo de España, y en el que también fue premiado.
Entregado a la enseñanza universitaria, con la necesidad vocacional de transmitir a generaciones su pasión por el cartelismo, autolimitó indefectiblemente su carrera profesional y proyección artística, la cual quedó relegada a un plano secundario para darse como profesor.
Rafael Contreras ha sido un “influencer” del cartelismo. Tanto en sus charlas, como en el ejercicio de su docencia y en sus publicaciones de investigación sobre su especialidad, aleccionó a generaciones en cómo hacer un cartel, y en el análisis iconográfico y iconológico del mismo.
José Miguel, ¿quién era Rafael Contreras? ¿Por qué es tan importante su trabajo para la ciudad?
Contreras fue una institución para la historia de las Artes Gráficas valencianas, doctor en Bellas Artes y profesor universitario, reivindicó el cartelismo y el diseño gráfico como una de las bellas artes, dignificándola más allá de su instrumentalización como arte aplicado. Combatiendo que fuera un arte menor frente a académicos como Genaro Lahuerta que le sugirieron dedicarse a la pintura en exclusiva opción que declinó. Introdujo el Diseño Gráfico en la Facultad de Bellas Artes, renovó las bases de concursos de carteles potenciando e incrementando el número de concursos y revitalizando sus premios. Fundó la Asociación Valenciana de Amigos del Cartel, que satisfizo las inquietudes de un grupo de creativos y supuso un estímulo en el cultivo de la disciplina. Influyó a miles de alumnos quienes como tú pasaron por sus aulas y fueron contagiados por el entusiasmo y su pasión por el arte del cartel. Fundó el primer Máster de Artes Gráficas de España en la UPV, que sigue editándose hasta día de hoy. Abanderó las Artes Gráficas tomando el testigo de las legendarias las litografías Ortega y Durá de las que fue director de arte. Como fotógrafo profesional titulado introdujo la fotografía a color en Valencia, junto con Cuesta, logrando el revelado de gran formato a través de siete baños. Un hito que supuso todo un avance en la publicidad comercial.
Por otra parte, logró introducir el mundo de las Fallas en el ámbito académico, consiguiendo una titulación específica reglada para los artistas Falleros, y por ende un reconocimiento para El Gremio Artesano de Artistas Falleros de Valencia, quienes años antes le habían otorgado por merecimiento el premio “Ninot d´Or”. Contreras introdujo la exposición del Ninot Infantil. Muchos años antes de que fuera reconocida la fiesta de las Fallas patrimonio inmaterial de la humanidad por la UNESCO, Contreras ya había publicado la primera tesis doctoral sobre las Fiestas del Fuego, que devendría en la investigación, editada por el Ayuntamiento de Valencia de Carteles de Fallas de Valencia, sucediéndose dos publicaciones más especializadas en esta temática de la que fue conocedor absoluto: Carteles de la Feria de Julio y Carteles y Cartelistas Valencianos. Con ellas el autor puso en valor la enorme tradición cartelística valenciana.
De quien tratamos posee el máximo número de primeros premios en el concurso de carteles de Fallas de Valencia. Como artista y diseñador inquieto comprobamos que cada cartel es un mundo, en medio de un a estilística cambiante pero rotunda: En cuanto a tipología encontramos figuración y abstracción; y en lo que respecta a las técnicas están elaborados con anilinas, collage, y gouache respectivamente.
Asimismo en la enseñanza pocos saben que el profesor Contreras fue el promotor del Bachiller Artístico y también artífice de las titulaciones superiores en las Escuelas de Artes y Oficios Artísticos.
Adscrito dentro del grupo de cartelistas pertenecientes a la transición figurativa, 1940-64, en el que se incluyen: Rafael Raga, Vicente Gil, Santiago Carrilero, Pascual Llop, Juan Masià y Alberto Peris Gregori, entre otros, todos estaban en Valencia. Su trayectoria como docente fue dilatada e impecable, obteniendo las máximas calificaciones en las encuestas del alumnado de la facultad de la que llegó a ser vicedecano. Sus clases tuvieron tan buena acogida y predicamento que en ocasiones tuvo que solicitar permisos para acoger a más alumnos de los permitidos. Se traduce que su carisma, cariz humano, y entrega ciudadana, le valdrían para que fuera premiado por la Federación de Asociaciones de Vecinos de la Ciudad de Valencia, distinguiéndole como “Ciudadano 2004”.
Contreras buen conocedor y amante de la historia de Valencia, rememoraba con frecuencia el sueño que tenían insignes artistas como Sorolla, Blasco, o Benlliure, quienes aspiraban que Valencia fuera la Nueva Atenas de las Artes y la Cultura. Por la arraigada tradición cartelística de nuestra comunidad, deseaba que Valencia fuera considerada Ciudad Mundial del Cartel, denominación de algún modo otorgada al recibir mención de Capitalidad Mundial del Diseño en el 2022, que supondría de algún modo su sueño consumado póstumamente. En su memoria siempre tuvo presentes a la saga familiar de sus tíos abuelos, discípulos de Pinazo y Sorolla, que estuvieron a la cabeza del cartelismo. Mientras Toulousse Lautrec en París plasmaba sus carteles José Mongrell y Bartolomé Mongrell lo hacían en Valencia. También se sentía en deuda con su padre, restaurador de patrimonio valenciano, que intervino en el artesonado de La Lonja o en la bóveda de la Iglesia de San Esteban. Su progenitor le había introducido desde su infancia en el mundo del arte, acompañándole en sus rehabilitaciones.
¿Su influencia todavía perdura en nuestros días?, o, por el contrario, ¿su legado se ha ido diluyendo en un mundo digital, creado incluso por IA?
Para empezar no hay que olvidar que Rafael Contreras y su mundo gráfico pertenecen a la era de lo analógico, del valor del original y del llamado “arte final”, referido éste a la fase de acabado de un cartel. Con su estilo colorista inconfundible, y su impronta el profesor Contreras no sucumbirá a los envites del tiempo porque su obra entronca ya en la historia del diseño y porque sus creaciones se muestran con el sabor perdurable de lo clásico, dado que el autor codifica el mensaje captando lo esencial de las ideas que expresa a través de las formas.
Pongamos el ejemplo su cartel buque insignia, el de Fallas del año 1982, del que diría el consagrado Historiador del Arte y director honorífico del Museo del Prado, Felipe Vicente Garín: “No es un cartel de Fallas, es el Cartel de Fallas, nunca se ha hecho ni se hará otro igual”. Efectivamente más allá de un cartel, este afiche es un icono o una imagen emblemática insustituible. A través de una sola mancha abstracta se aglutina todo: la fiesta, el fuego, la pirotecnia, la sinestesia musical a través de sus colores que transmiten la alegre algarabía del festejo. Un milagro, una bomba gráfica cuya originalidad es genuina e irrepetible. Contreras intentaba que sus carteles más que imágenes efímeras del momento fueran emblemas congelados del tiempo, consignas gráficas perdurables en la retina colectiva.
Considero que la IA no puede equiparar el significado del original pintado, el trasunto y el carácter sustantivo de la manofactura que se define per sé obra única. Es insustituible el valor de la impronta del autor que cobra presencia a través de la realidad de su huella indeleble sobre la superficie intervenida. La pervivencia del aura, de la poética de la mano creativa sobre la superficie de representación, superará siempre tanto la reproducción como la creación digital. Hasta el momento sabemos que la IA no tiene conciencia de sí, por lo que carece de voluntad propia. Podrá emular una manera de hacer, ser una herramienta, pero no sustituirá la autenticidad de las ideas del hacedor, y mucho menos la ejecución de su factura, el registro superficial y las calidades presentes en él.
Contreras para muchas generaciones fue un referente y un maestro influyente. En su dilatada trayectoria como profesor aproximadamente pasaron unos 5000 alumnos cuyo primer acercamiento con el diseño gráfico y con la cartelística se dio en su aula. El testimonio de algunos de ellos se recoge en el monográfico, novedad editorial, Rafael Contreras (fuego gráfico).
Te he de confesar que Rafael fue mi profesor en Bellas Artes, y era inflexible con las nuevas tecnologías… Todo era, como debe ser, muy manual, muy de oficio. ¿Eso se percibe en su obra?
Efectivamente Rafael Contreras fue un diseñador que poseía un acurado control de los materiales, técnicas y procedimientos analógicos. Garante portador de la tradición pictórica, donde para el desempeño de la faceta de cartelista requería de los conocimientos académicos adaptados a tal fin. Contreras era hijo de su tiempo, donde los artistas que aspiraban a ver realizada su faceta de diseñadores requerían de un autodidactismo adaptativo cuyos conocimientos pictóricos se aplicaban al campo gráfico.
Conviene recordar que el maestro estuvo al cargo artístico de las litografías Ortega y Durá donde se seguían elaborando los carteles originales a mano.
Quedé sorprendido de la capacidad que tenía el profesor Contreras de controlar magistralmente todo tipo de técnicas. Era un portento, conocedor de los rudimentos de la cocina de las artes. Los materiales y técnicas empleadas en sus carteles son: papeles Canson, Caballo, Geler, Schoellers y Grumbacher. El papel Caballo y Canson lo monta sobre bastidor fijo de madera o pegados en cartoncillo y cartón pluma. Pictóricamente empleaba acuarelas, anilinas, gouache, ceras, acrílicos, esmalte… aplicados mediante las técnicas o procedimientos de pincel, pincel seco, aerógrafo, espurnado –salpicado–-, collage, tinta plana. En las artes plásticas lo tocaba todo, pintura al óleo, tinta china, pastel, carbón, barra compuesta, acuarela, etc.
A nivel de recursos una de las innovaciones del diseño fue la aparición en 1961 de unas letras adhesivas, cuya marca comercial se denominaba Letraset. Se presentaban en una plantilla o muestrario dando a elegir entre varias tipografías y tamaños posibles. Este recurso evitaba fundamentalmente el delineado con tiralíneas, el procedimiento pictórico que se empleaba hasta el momento y que dominaba con suma pericia Contreras. Frente a esa novedad del mercado el autor se mostró mayormente reacio en su uso, provocando el desconcierto de algunos de sus pupilos. Su negativa no era tanto superar la dependencia y limitación que ofrecían los escasos modelos de familias tipográficas ofrecidos -que también-, o reducir los costes de elaboración prescindiendo de las tipografías adhesivas -como era el caso-, sino lograr un acabado homogéneo superficial, integrado y coherente con una misma técnica. Si de manera tradicional se optaba por hacer un cartel a gouache, éste se acababa a gouache huyendo de heterodoxias como susodichas letras adhesivas, que costaba integrar y fijar, pudiéndose desprender accidentalmente del soporte una vez pegadas.
A finales de los 80 y en el transcurso de los 90 el diseño gráfico por ordenador se populariza, Rafael Contreras abrazó esta nueva realidad de buen grado, lejos de renegar de este hito tecnológico que cambiaría el curso creativo, asume la revolución con interés como una nueva herramienta valiosa para potenciar, agilizar y economizar los procesos de creación. Si bien se interesó admirativamente por los programas y las posibilidades que ofrecían, relegó su uso a las nuevas generaciones. Tras su cartel de Fallas del 2000 dejó de proyectar el arte final mediante técnicas analógicas. Únicamente sus bocetos de pequeño formato (7 x 5 cm), eran escaneados y finalizados infográficamente dando las directrices a aquellos “pianistas” -como él decía- que sabían tocar el teclado y se manejaban con los programas de diseño. Tuve la suerte de digitalizar dos de sus carteles, transfiriendo sus bosquejos, y constato que mis manos se regían al dictado de su pensamiento.
¿Dónde podemos ver su manera de pensar, su forma de trabajar, en qué detalles tenemos que fijarnos?
Uno de los ejemplos más perentorios de la idiosincrasia propia, su mirada artística y ejecución gráfica en la metodología creativa de Rafael Contreras a la hora de abordar un cartel lo tenemos en su galardonado cartel de Fallas titulado el Idil.li del foc i la Falla [Idilio del fuego y la Falla]. Contreras comienza la gestación del cartel partiendo del mensaje y los significados asociados a él, anotando abundantes ideas y conceptos en un totum revolutum. Proceso conocido popularmente como brainstorming, que al ser escrito pasa a llamarse brainwriting. También dibuja mapas visuales o significantes gráficos asociados a los significados del mensaje visual que se pretende codificar. Primeramente pone el foco en los conceptos fuego y falla, observando que el fuego es masculino y la falla femenina, lo que le sugiere una relación casi erótica entre ambos, imagina que el fuego acaba poseyendo a la Falla. Mediante una antropomorfización metafórica, los sustantivos se humanizan en una narrativa alegórica de estos conceptos. A partir de esa idea Contreras realiza 25 bocetos a lápiz de pequeñísimo formato interrelacionando ambos elementos, componiendo las formas en el espacio. Incluso acota o reserva la ubicación del texto respetando los recorridos visuales que tanto le preocupaban. La protusión flamígera, símbolo fálico, emerge caprichosamente iniciando el cortejo, los ritmos fluctúan describiendo líneas manieristas, formas serpentinas, como un baile ritual o danza del fuego. Contreras plasma siempre la forma inicial del concepto a lápiz, acromática y linealmente captura la idea, proyectando la imagen gráfica y su composición morfológica. Llegada la síntesis final del boceto definitivo en blanco y negro, estudia el color, para lo cual realiza fotos del natural de dos modelos desnudos, masculino y femenino. Proyecta sobre sus cuerpos manchas cromáticas sirviéndose de un foco cuyo cristal pintara con anilinas. Tras diferentes pruebas y diversos fondos de color, elegirá rojos para el Fuego-hombre, y azules que se transforman en violetas para la Falla-mujer, y todo el conjunto sobre fondo blanco. El blanco, siempre presente en mayor o menor medida en todas las obras de Contreras era, en sus propias palabras, como el silencio en la música. Todos coinciden en que sus bocetos pintados son un prodigio de destreza, donde el control técnico es total.
En general el trabajo de campo, la espontaneidad y la variedad en el bocetado son cruciales para él, destacando la pulcritud en todo el proceso y del arte final. Profundiza en la génesis de la idea mediante brainstorming y la elaboración profusa de bocetos, utilizando tanto dibujo lineal como de mancha. Su manejo del tono incluye una amplia gama de claroscuro en grises, blanco y negro, y color. Emplea ritmos curvos y diagonales, con colores vivos predominantemente primarios y complementarios. Concede gran importancia a la distribución jerárquica de los componentes gráficos, utilizando en la composición elementos destacados, vertebradores, para captar la atención del espectador y asegurar una comunicación efectiva del mensaje. Domina el dibujo y la pintura con un colorismo mediterráneo cuya rica paleta cromática destaca en tonos primarios y complementarios.
Desde que en el año 1959 obtiene su primer premio de cartelismo. De manera autodidacta encuentra lo que para él resultó la fórmula magistral del buen cartel, su ecuación o manera de hacer mediante la cual obtendría una sucesión imparable de primeros premios. Está fórmula combinaba una aquilatada sustantivación del cartel conjugando la síntesis de los conceptos del mensaje que debía comunicar, con una composición generalmente asimétrica en diagonal dinámica, con colorismo exultante basado en colores puros, con predominancia de primarios, y muy recurrentemente con alternancia de complementarios vibrantes. Contreras evitaba proyectar carteles historiados, rechazaba la idea de la repetición de elementos de pequeña magnitud, apostando por la potencia visual de los elementos de gran magnitud plasmados con encuadres osados y recorrido visual compensado.
De entre su iconografía cartelística, en la temática que más descolló fue la festiva y concretamente la de Fallas, en cuyo certamen fue el máximo galardonado con cinco primeros premios.
En su trayectoria voy a desvelar un punto de inflexión relativo a la maduración conceptual y formal de este autor. En toda su producción existe un cartel que supone un cambio cualitativo, un giro copernicano en el reconocimiento de la síntesis propia de la madurez proyectual. Y para contrastar esto me serviré a su vez de otro cartel previo en el tiempo, que compararé evolutivamente para ilustrar lo que digo.
En el año 1958, el mismo año que obtiene por vez primera el primer premio de carteles de su vida, en Logroño, Contreras diseña el cartel ganador para la Feria de Julio de Valencia en el que aparecían profusamente una múltiple repetición de flores y fogonazos ilustrando el concepto de batalla de flores. En él se muestran aproximadamente 30 elementos florales redundantes y 10 iterativos fuegos pirotécnicos, que son irradiados desde el escudo historiado de la Ciudad de Valencia. A pesar de que este cartel obtuvo el primer premio del certamen, años después su autor me confesó que no se identificaba con él, “tenía demasiadas florecitas” -decía en tono burlón-, y lo miraba con cierta condescendencia por pertenecer a su pasado. Contreras acaba repudiando la idea de incluir elementos de pequeño formato, y además repetirlos reiteradamente. Esto se ve con claridad cuando tres años después, en 1961, tiene una nueva visión, más avanzada y madura. Sirviéndose de una metáfora pura alusiva a la batalla de flores, Contreras representa un cañón [batalla] y un única flor [flores] que bombardea contra el espectador en primerísimo plano. Hasta el escudo de Valencia está arrojado y reinterpretado en clave de síntesis. Aquí Contreras da prematuramente con la conocida fórmula del diseño atribuida a Mies van der Rohe “menos es más”. Recuerdo como alumno el consejo que me daba: “En un cartel lo que no es necesario sobra. Si algo quitamos y sigue entendiéndose el mensaje hay que dejarlo así. No hay que recargar”. La tradición cartelística en los carteles de la Feria de Julio habían sido muy conservadores, con una figuración historiada, por el contrario Contreras se atreve con una propuesta osada, puntera, rompiendo así con un rancio pasado figurativo que olía a naftalina.
¿Qué te ha motivado a crear este monográfico?
Creo que todo lo dicho previamente justifica con creces mi motivación o interés en que la figura de Rafael Contreras se conozca y tenga un lugar destacado y preferencial en la Historia del Diseño Gráfico Español. Fue un profesional de las artes gráficas, docente, y divulgador del cartelismo sin parangón.
Era necesario redescubrir y recuperar para la memoria de todos a este pionero del diseño. Fue una figura influyente de primer orden para muchas generaciones de diseñadores al paso por su aulas, con la lectura de sus obras de investigación o la asistencia a sus charlas sobre cartelismo.
Catalogar y mostrar su obra, sumada al valor didáctico que representa, compilando todos sus bocetos, suscita interés entre aquellos que pretenden tener una completa visión retrospectiva de los albores a caballo entre el campo gráfico sobre el campo gráfico y las artes plásticas.
Presentar no solo la faceta más conocida de Contreras y su cosmovisión sobre el cartelismo sino su formación, influencias, y otras facetas ignotas destacando por encima de todo su calidad humana.
A modo de prólogo he contado con la colaboración desinteresada y apoyo incondicional de una pléyade de cuarenta personalidades destacadas. Consagrados premios nacionales de diseño y de la ilustración, profesionales, artistas, académicos, primeros espadas en el diseño gráfico, y las artes plásticas. Ha sido un verdadero lujo la participación de esta excepcional nómina de amigos, que ha supuesto refrendar mis convencimientos sobre la calidad de la obra de Rafael Contreras y su aportación académica e investigadora.
Mi pretérita tesis doctoral dirigida por Felipe Garín y versada en la biografía de Contreras ya fue reconocida con la máxima calificación por unanimidad, sobresaliente “cum laude”. Destacando su didactismo, deseo que el lector, al editarse este nuevo monográfico, comparta esta valoración y disfrute de su contenido. Quizás mucho más adelante redacte una obra sobre “creatividad” fundamentada en los corolarios o principios que me transmitió este maestro del cartel, y que él mismo pretendía escribir.
Contreras fue el último representante artístico de una época. En él confluía la sangre creativa de algunos de sus predecesores a quienes admiraba: la desbordante imaginación de José Segrelles, la síntesis conceptual de Vicente Canet, la tinta plana de Arturo Ballester o Renau, los ritmos y curvas de Luis Dubón, y la rotundidad de las formas y encuadres potentes de Cassandre, a quien consideraba el mejor cartelista de todos los tiempos.